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Cables submarinos: autopistas de Internet

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Por Florencia G. Rusconi (*)

La frase y rarezas de Aunque usted no lo crea, una serie de TV que mostraba hechos y peripecias insólitas, es conocida alrededor del mundo, y el nombre de Ripley era sinónimo de lo extraño, excepcional y maravilloso. Así, imitando esta frase, nos introducimos en el mundo original de las comunicaciones

Hoy en día vivimos en un mundo hiperconectado en el que las comunicaciones instantáneas se dan por hechas. Pero… ¿se ha planteado alguna vez cómo viaja el tráfico de Internet a cada rincón del planeta?

Cada minuto se mandan más de 41 millones de mensajes de WhatsApp en el mundo, se suben 500 horas de video a YouTube y se publican más de 347.000 historias en Instagram. Acceder a Internet es una parte básica del día a día de miles de millones de personas. Según el último informe de Hootsuite y We Are Social, en promedio, los usuarios entre los 16 y los 64 años dedican seis horas y 44 minutos de su día a utilizar dispositivos conectados a la red. La mayor parte de ese tiempo lo dedican a navegar y a ver vídeos (cerca de tres horas y media), a utilizar redes sociales (unas dos horas y 25 minutos) o a leer prensa (alrededor de dos horas).

¿Se ha preguntado cómo servicios como Internet llegan hasta su hogar? ¿Dónde se conectan las empresas de telecomunicaciones? Su funcionamiento depende en gran medida de una serie de cables que conectan todo el mundo.

Por supuesto, para conectar al planeta se requiere una gran red, pero ¿dónde está? La respuesta es: bajo el agua. La encontramos en nuestros mares y océanos, que desde hace ya más de siglo y medio albergan miles y miles de metros de cables en sus profundidades, sin los cuales Internet no sería posible.

El uso del dominio marítimo con fines de comercio y transporte, exploración de petróleo y minerales, pesca, etcétera es “llamativo”, visible y del conocimiento del ser humano común. Sin embargo, uno de los usos más importantes del mar y del fondo marino -que puede no ser tan visible para el público- es el tendido de “cables”, generalmente conocidos como “cables sumergibles”, que se utilizan mucho para transportar comunicaciones y datos de un lugar a otro. Debajo de la superficie del océano se encuentra una vasta red de cables de Internet submarinos, que transmiten datos y conectan naciones en una red de interdependencia digital.

Los modernos cables de fibra óptica, tanto intercontinentales como internacionales, se han convertido en una parte inseparable de la vida humana moderna y se han ganado merecidamente el sobrenombre de “superautopistas de la información”.

Aunque Internet es un invento “reciente” (de 1982), la presencia del primer cable de este tipo no tenía este fin, aunque sí el de conectar personas. Cuando surgió el telégrafo, éste enviaba mensajes de larga distancia mediante señales eléctricas transmitidas por cables tendidos en postes; sin embargo, el alemán Werner von Siemens innovaría dicho funcionamiento con la invención de un aislante para los cables de cobre.

En 1852, la empresa Submarine Telegraph aprovechó el invento y colocó el primer cable submarino que comunicaba a Reino Unido con Francia a través del Canal de la Mancha

Sucede que los océanos y mares tienen -desde hace más de 150 años- los cables marinos como parte de sus habitantes. Nada sería como lo conocemos si no fuera por la existencia de los cables submarinos y toda la infraestructura que hay detrás, que incluye miles y miles de metros bajo el mar de cobre y fibra óptica.

La Antártida es el único continente al que todavía no llega un cable submarino de telecomunicaciones, aunque, según se informa, se está considerando uno para mejorar la conectividad de los investigadores de la región.

¿Cuál es el propósito de los cables submarinos?

Más de un millón de kilómetros de cables submarinos forman la espina dorsal de la infraestructura mundial de telecomunicaciones, indispensable para el comercio, las finanzas, el funcionamiento de las redes sociales e Internet y para ciertas actividades recreativas, políticas y científicas.

Es así que 99% del tráfico mundial de Internet viaja a través de cables submarinos.

Sin embargo, más allá de su maravilla técnica, estos cables también sirven como activos cruciales que influyen en el equilibrio de poder, la seguridad y la dinámica económica a escala mundial.

Los cables de Internet son una impresionante hazaña de ingeniería que forman la base de nuestra conectividad digital global. A veces, delgado como una manguera de jardín, consiste en varios hilos de fibra óptica agrupados y encerrados en capas de material protector.

El montaje y mantenimiento de cables de Internet es un proceso complejo que requiere de la colaboración y cooperación internacional.

Estos cables submarinos conectan varias naciones y las asociaciones son cruciales para establecer puntos de aterrizaje de cables, donde éstos tocan tierra e interactúan con las redes terrestres. La cooperación internacional en infraestructura de cable involucra múltiples aspectos.

Los países deben negociar acuerdos para permitir el tendido de cables en sus costas, asegurando el cumplimiento de las leyes y reglamentos nacionales.

Esto implica discusiones sobre derechos de paso, permisos y otros aspectos legales para facilitar la instalación y operación de los cables. Muchos proyectos de cable submarino a gran escala involucran empresas conjuntas entre múltiples empresas de telecomunicaciones y consorcios formados por socios internacionales.

Estas asociaciones reúnen recursos, experiencia e inversiones para financiar y construir las redes de cable.

La construcción y la operación de redes de cable de Internet implican la participación de varias empresas importantes que están a la vanguardia de los avances tecnológicos y las industrias basadas en datos.

Un jugador notable en el campo es Google. Ese gigante tecnológico ha participado activamente en varios proyectos de cable submarino, tales como el sistema de cable Curie, que conecta Estados Unidos con Chile, y el cable Dunant, que une Estados Unidos con Francia.

La inversión de Google en estos sistemas de cable tiene como objetivo mejorar sus servicios en la nube y garantizar una conectividad rápida y confiable para sus usuarios en todo el mundo.

Además de los gigantes tecnológicos, hay operadores de cable submarino que se especializan en la construcción y mantenimiento de redes submarinas.

Trabajan en estrecha colaboración con consorcios, empresas de telecomunicaciones y proveedores de servicios de Internet para garantizar el funcionamiento eficiente y confiable de las redes de cable de Internet.

Los cables de Internet contribuyen a la economía por medio de la facilitación de la comunicación global y el intercambio de información. Permiten que las empresas, los gobiernos y las personas se conecten entre sí sin problemas, independientemente de su ubicación geográfica.

Esta conectividad abre nuevos mercados y oportunidades para que las empresas amplíen su base de clientes y lleguen a una audiencia global.

Además, los cables de Internet sirven como catalizador para el desarrollo económico en regiones que anteriormente estaban desatendidas por la conectividad digital. Al extender los cables submarinos a áreas remotas, los países pueden desbloquear el potencial de crecimiento económico, creación de empleo y un mayor acceso a la educación, la atención médica y otros servicios esenciales.

 Jurisdicción y legalidad: seguridad de los cables submarinos

Las organizaciones internacionales desempeñan un papel en la facilitación de la cooperación entre países. por ejemplo, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), una agencia especializada de las Naciones Unidas, proporciona una plataforma para que los estados miembros discutan asuntos relacionados con la infraestructura de telecomunicaciones global, incluidos los cables submarinos.

La UIT promueve la colaboración, la armonización de estándares y el intercambio de información entre sus países miembros.

Por ejemplo, la responsabilidad civil por rotura de cables y la facultad de los buques designados para abordar e inspeccionar un buque en alta mar que pueda ser sospechoso de haber dañado los cables de forma intencionada o por negligencia.

La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM, o también Convemar o CNUDM) proporciona un marco legal para la protección de cables submarinos y prohíbe su interferencia no autorizada. Es considerada uno de los tratados multilaterales más importantes de la historia, desde la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, siendo calificada como la Constitución de los océanos.

Fue aprobada, el 30 de abril de 1982 en Nueva York (Estados Unidos) y abierta a su firma en Bahía Montego (Jamaica), en la 182ª sesión plenaria de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Entró en vigor el 16 de noviembre de 1994.

Su artículo 21 establece que el Estado ribereño podrá dictar, de conformidad con las disposiciones de esta convención y otras normas de derecho internacional, leyes y reglamentos relativos al paso inocente por el mar territorial, en el inciso c) La protección de cables y tuberías;

El artículo 79 se refiere a cables y tuberías submarinos en la plataforma continental (…) expresando que la prevención, reducción y control de la contaminación causada por tuberías, no podrá impedir el tendido o la conservación de tales cables o tuberías. De esta manera, el trazado de la línea para el tendido de tales tuberías en la plataforma continental estará sujeto al consentimiento del Estado ribereño. Cuando tiendan cables o tuberías submarinos, los Estados tendrán debidamente en cuenta los cables o tuberías ya instalados. En particular, no se entorpecerá la posibilidad de reparar los cables o tuberías existentes.

En tanto, el artículo 87, al referirse a las libertades de la alta mar, determina: “c) La libertad de tender cables y tuberías submarinos, ….”

Por su parte, el artículo 112 reza: “Derecho a tender cables y tuberías submarinos : 1. Todos los Estados tienen derecho a tender cables y tuberías submarinos en el lecho de la alta mar más allá de la plataforma continental”.

La convención (Unclos) contiene una disposición (artículo 113) por la que los Estados de abanderamiento deben adoptar leyes y reglamentos que tipifiquen como delito las lesiones y los daños intencionados a los cables submarinos (excepto cuando se trate de actividades legítimas como salvar vidas o buques) por parte de “buques o sus nacionales”. Sin embargo, existe una ambigüedad sobre si cualquier otro Estado podría ejercer su jurisdicción, si el Estado del pabellón no ha promulgado leyes adecuadas que extiendan la jurisdicción apropiada sobre sus nacionales/buques que operan en alta mar o no es parte de Unclos.

Según el artículo 114 (Ruptura o deterioro de cables o tuberías submarinos causados por los propietarios de otros cables o tuberías submarinos), “todo Estado dictará las leyes y reglamentos necesarios para que las personas sometidas a su jurisdicción que sean propietarias de cables o tuberías en la alta mar y que, al tender o reparar los cables o tuberías, causen la ruptura o el deterioro de otro cable o de otra tubería respondan del costo de su reparación”.

Finalmente, el artículo 115 (Indemnización por pérdidas causadas al tratar de prevenir daños a cables y tuberías submarinos) dispone: “Todo Estado dictará las leyes y reglamentos necesarios para que los propietarios de buques que puedan probar que han sacrificado un ancla, una red o cualquier otro aparejo de pesca para no causar daños a un cable o a una tubería submarinos sean indemnizados por el propietario del cable o de la tubería, a condición de que hayan tomado previamente todas las medidas de precaución razonables”.

En Argentina, la ley Nº 24543, de 1995, aprobó esta convención.

Según la Unclos, el lecho marino, excepto lo que se encuentra bajo sus aguas territoriales -a 12 nudos marinos (NM) de la costa-, no es ‘propiedad’ de ese país. Por lo general, ninguna de las leyes “penales” nacionales es aplicable más allá de las aguas territoriales (y por debajo de dichas columnas de agua) a menos que se especifique lo contrario en vista de que el Estado no tiene derechos soberanos sobre esas zonas. Por ejemplo, fichar a un individuo en caso de robo de una parte de un cable a una distancia de (digamos) 20 NM, no será tarea fácil.

En cuanto a la propiedad de los cables submarinos, se trata de un tema complejo, ya que la mayor parte de los modelos de propiedad se basa en consorcios.

Una entidad corporativa, a pesar de poseer claramente una “estación de aterrizaje” y un cable de conexión dentro de las aguas territoriales, puede no disfrutar de la propiedad exclusiva de los cables conectados con esta estación de aterrizaje que se encuentra en alta mar. Esta situación es relevante para otros miembros del “consorcio” que pueden ser claramente propietarios del cable dentro de las aguas territoriales de sus países de origen, pero más allá de las aguas territoriales, la propiedad puede pertenecer a un consorcio. Además, los propietarios, al amparo de las disposiciones legales vigentes, pueden subarrendar los derechos de propiedad a otras empresas usuarias, lo que complica aún más la búsqueda del propietario exacto, en caso de que sea necesario emprender acciones contra ellos.

Según un informe, 59% de los cables submarinos está en manos de compañías privadas, mientras que «únicamente» 20% de estos cables es de propiedad estatal o está gestionado por los gobiernos de los distintos países.

Es precisamente este porcentaje el que podría cambiar en los próximos años, ya que el interés de las potencias por controlar y gestionar estos cables está aumentando.

¿Qué ventajas y desventajas tienen los cables submarinos y los satélites?

La ventaja del cable es que es más barato y puede transportar mucha más cantidad de datos; mientras que los satélites son más limitados y solo se utilizan para hacer llegar la información a zonas rurales en áreas remotas.

La firma del multimillonario galáctico Elon Musk. desarrollo en el año 2015 el proyecto Starlink, en manos de la empresa SpaceX, Tiene como objetivo el desarrollo y despliegue de 42.000 satélites alrededor de la órbita terrestre baja (de los cuales aprobados se esperan 12.000), con el fin de crear una constelación de satélites capaces de proporcionar Internet a nivel global, y que llegue a todos los rincones, dando una mayor velocidad, latencia y optimización de red.

Gobernanza de Internet

No existe, una única persona, compañía, organización o gobierno que gobierne Internet. Es una red distribuida globalmente que está formada de muchas redes autónomas voluntariamente interconectadas. Opera sin un cuerpo gobernante central, donde cada red constituyente establece y hace valer sus propias políticas. Su gobernanza está dirigida por una red descentralizada e internacional de múltiples partes interesadas de grupos autónomos provenientes de la sociedad civil, el sector privado, gobiernos, las comunidades académicas y de investigación y organizaciones nacionales e internacionales. Todas ellas trabajan en cooperación desde sus roles respectivos para crear políticas compartidas y estándares que mantienen la interoperabilidad global del internet para el bien público

La gobernanza de Internet es el desarrollo y la aplicación de principios compartidos, normas, reglas, procedimientos de toma de decisiones y programas que dan forma a la evolución y el uso del internet.

China y Estados Unidos pelean por las arterias de Internet

El Internet global depende de los cables submarinos. Estados Unidos domina la mayoría a través de sus grandes tecnológicas, pero China busca disputar ese control. La competición entre ambos y el miedo a ataques de países como Rusia apuntan a que esta infraestructura se va a militarizar.

El fenómeno de los cables submarinos está centrando las miradas de los gobiernos de Pekín y Moscú. Mientras en 2016 entraron en funcionamiento 15 de estos gigantescos cables bajo el mar, en 2020 el número de nuevos cables casi se duplicó, llegando a los 28. Un gran crecimiento que muestra cómo estamos dependiendo cada vez más de estas infraestructuras.

Cabe recordar que los cables submarinos que atraviesan los océanos del mundo se han convertido en el corazón de las comunicaciones globales. Su importancia los ha convertido en el foco de una creciente competencia geopolítica entre China y Rusia por un lado y Estados Unidos y sus aliados occidentales por el otro.

Las compañías chinas han iniciado hasta 44 proyectos de cables submarinos. Algunos de ellos más ambiciosos como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y otros con un foco más local como mejorar la red a través de Hong Kong.

Por parte de Rusia, la compañía estatal Rostelecom ha activado cables para conectar islas periféricas de Rusia con el continente y Europa.

Es fácil pensar en Internet como algo abstracto debido a la nube y el ciberespacio, pero todavía depende de routers y cables y eso afecta la forma en la que los datos circulan por el mundo. Esto es importante porque si tienes más datos viajando a través de tus cables o de tu país, tienes más oportunidades de espionaje.

La última guerra entre Rusia y China está en el fondo del mar: estos países luchan por controlar los cables submarinos

El acceso a Internet no sólo es un factor importante en el desarrollo tecnológico de muchos países, sino que también es un potenciador de cambios sociales en tanto que se trata de una herramienta de conexión ciudadana. Una comunidad cada vez más conectada es más fácil que se movilice y que comparta su descontento, por lo que para algunos gobiernos, especialmente los más autoritarios, el crecimiento tan rápido de Internet es un desafío. El control de lo que ven los ciudadanos y qué se dice en el espacio digital ha pasado a ser una preocupación para muchos. Los cortes de internet o la creación de un Internet paralelo en el que se controle todo lo que se ve y se dice son una realidad en muchos lugares del mundo. El crecimiento tan rápido de Internet alrededor del planeta abre la puerta a muchas oportunidades, pero también a muchos desafíos sociales, económicos y geopolíticos.

En conclusión, la vulnerabilidad de los cables submarinos a los daños intencionados, el robo y otras actividades ilegales (por ejemplo, el espionaje) no puede menospreciarse. Lo que lo dificulta es la disponibilidad de leyes adecuadas (tanto internacionales como nacionales), la complejidad de la aplicabilidad de diversas disposiciones de la CNUDM (hay que leer entre líneas para interpretar correctamente si un artículo de la CNUDM es aplicable a los cables sumergibles) y, por último, la complicación de la propiedad de estos cables. Probablemente la mejor forma de responder a estas amenazas sea una “jurisdicción universal” para todas las naciones.

(*) Abogada. Docente jubilada de Cátedra Derecho Internacional Público. Ex docente de la cátedra de Derecho de la Navegación, Marítima, Aeronáutica y Espacial (hoy Derecho del Transporte). Facultad de Derecho (UNC)

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