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Un Gobierno urgido por resolver problemas económicos y sociales crónicos e ineludibles

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Sergio Massa o Javier Milei deberán asumir en un escenario crítico. Inflación récord, pobreza e indigencia en niveles acuciantes y una economía que acusa la falta de dólares para normalizar su actividad, además de un consumo golpeado por la caída del poder de compra de los salarios, son sólo algunos de los frentes por atacar. Modelos en pugna que, sin embargo, exigen aplicar cambios impostergables

El Gobierno que asuma el próximo 10 de diciembre deberá afrontar en lo inmediato una agenda de temas económicos y sociales urgentes que -más que soluciones coyunturales- exigirán cambios estructurales en algunos frentes claves.

Los dos candidatos que dirimirán en un balotaje el 19 de noviembre quién será el próximo presidente hasta diciembre de 2027 representan -en principio- modelos muy diferentes aunque en la práctica -luego de las últimas declaraciones del libertario Javier Milei, quien moderó sus posiciones- no parecen tan distintos, al menos en determinados temas.

De hecho, tanto Sergio Massa como Milei son promercado aunque difieren en las políticas a adoptar para alcanzar objetivos comunes: reducir la inflación y la pobreza, así como recuperar el poder de compra del salario, todo a partir de un crecimiento económico con acumulación de reservas mediante aumento de las exportaciones.

No obstante, sostienen una marcada diferencia con relación al rol del Estado y las empresas públicas.

Como fuere, los desafíos pendientes son comunes a ambos y la sociedad argentina no esperará por mucho tiempo más un cambio que permita avizorar un panorama diferente de cara al futuro.

Luego de una crisis que por su extensión no registra precedentes, la próxima gestión deberá ser “bisagra” para el país.

La situación actual y los frentes a resolver

Argentina atraviesa una crisis económica que comenzó, al menos en estos últimos años, en abril y mayo de 2018 durante la gestión de Mauricio Macri. 

Una cosecha magra producto de una sequía sin precedentes sumada a una serie de decisiones de política económica que generaron la salida masiva de capitales especulativos, derivaron en una escalada del dólar que no tuvo respiro y que alcanzó su pico tras las PASO de 2019, cuando la contundente victoria de Alberto Fernández sobre Macri y las declaraciones del entonces presidente generaron al día siguiente una fuerte suba del dólar.

Con reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en persistente baja, el entonces ministro de Economía, Hernán Lacunza, dispuso el primer cepo cambiario y un reperfilamiento de vencimientos de deuda.

Ya entonces, Macri había recurrido al Fondo Monetario Internacional (FMI) con un crédito de más de 50 mil millones de dólares, sin precedentes para el país e incluso violentando el límite prestable del organismo para un país como Argentina.

La llegada de Alberto Fernández al poder, de la mano de Cristina Fernández, a la postre su vicepresidente, no alcanzó a acomodarse cuando detonó la pandemia de covid-19, que marcaría todo el año 2020.

Una cuarentena estricta desde el 20 de marzo de ese año, que se fue flexibilizando sólo meses después, generó una drástica caída de la actividad económica, baja de la recaudación y un Estado que, por medio de la emisión monetaria récord, asistió a los sectores en crisis y paralizados por la cuarentena.

La excepción estuvo compuesta por sectores claves como la industria alimentaria y los comercios y supermercados con expendio de productos básicos, así como el sector salud.

El combo derivó en una caída de 10% en la actividad económica ese año, en línea con otros países.

Ya en 2021, la situación comenzó a revertirse y, con la apertura de prácticamente todas las actividades, con excepciones por el rebrote del covid, derivó en una mejora de la economía de 10,1%.

Sin embargo, la altísima emisión del BCRA para asistir a los sectores en crisis detonó un fuerte incremento de la inflación que iría en ascenso hasta el corriente año, cuando cerrará con un récord en torno a 150%.

La renegociación de la deuda con el FMI, la reestructuración de parte del pasivo incluso de las provincias y un cepo cambiario cada vez más acentuado determinaron, no obstante, un crecimiento económico algo superior a cinco por ciento en 2022.

En tanto, apareció otro frente externo impensado: la guerra entre Rusia y Ucrania disparó el precio de la energía y exigió un esfuerzo extra de importaciones de gas y petróleo y, por consiguiente, en el uso de reservas, cada vez más jaqueadas por la falta de ingresos genuinos de divisas pese a un superávit comercial aún positivo.

La crisis y las diferencias internas en el Gobierno terminaron con la salida del ministro de Economía, Martín Guzmán. El breve paso por la cartera de Silvina Batakis no hizo sino agudizar el panorama con un dólar en niveles récord.

Fue entonces cuando Massa asumió, para intentar revertir la situación.

Ya en 2023, una nueva sequía histórica derivó en una campaña agrícola récord por su caída e incidencia: dejaron de ingresar más de 20 mil millones de dólares que, sumados a las exigencias de la deuda y de los importadores para sostener el funcionamiento de la economía, golpearon aún más la ya endeble situación del país.

La renegociación de metas con el FMI y un cepo cambiario cada vez más duro, con una inflación sin tregua que en septiembre alcanzó 12,7%, la mayor en 32 años, fueron las últimas imágenes de una película cuyo final es aún incierto.

La inyección de fondos para sectores vulnerables, jubilados y demás, entre ellos los cambios en el impuesto a las Ganancias, el Compre sin IVA y créditos a jubilados y trabajadores, sumados a una suerte de nueva versión del IFE que había surgido en 2020 para subsidiar a los sectores más afectados, seguramente impactarán en la suba del gasto y el aumento del déficit fiscal. Pese a ello, la pobreza se mantuvo elevada y la economía terminará en terreno negativo, con un alto nivel de empleo aunque de baja calidad.

Con todo, se trató de medidas lanzadas por el ya candidato presidencial Massa que seguramente sirvieron para que ganara las elecciones generales del 22 de octubre último y lo catapultaran al balotaje junto al libertario Javier Milei.

Los desafíos

Con semejante escenario, los desafíos son enormes y de urgente abordaje.

En esa línea, la agencia de calificación de riesgos Moody’s lanzó una advertencia preocupante.

En un documento, señaló que Argentina enfrenta un “riesgo elevado de incumplimiento de pagos” en los años 2024 y 2025, con vencimientos de deuda que ascienden a un total de 14 mil millones de dólares, en el primero, y 13 mil millones adicionales. en el segundo.

Moody’s Investors Services destaca que, en la segunda vuelta electoral, los votantes se enfrentarán a una elección crucial. “Deberán decidir entre mantener una postura política poco convencional que ha generado importantes desequilibrios macroeconómicos o apostar por un cambio hacia políticas económicas más liberales que conllevan un ajuste significativo”.

El informe subraya que, independientemente de quién emerja como ganador en el balotaje, la falta de mayoría en el Congreso para cualquiera de los partidos obligará a forjar alianzas para implementar políticas. “Esto aumentará los riesgos de gobernabilidad en un entorno macroeconómico particularmente difícil”, señala.

Jaime Reusche, vicepresidente de créditos de Moody’s, advirtió que -incluso si la próxima administración toma medidas para corregir las distorsiones existentes- el riesgo de incumplimiento de pagos por parte del Estado en los años 2024-2025 sigue siendo alto.

Un informe previo de Moody’s, emitido a principios de octubre, ya había alertado sobre la caída de la economía argentina. Pronostica una contracción de 3,5%, en 2023, y un 2,5% adicional, en 2024. Además, prevé una inflación de 200% en 2023 y un asombroso 350% para 2024.

Esos números difieren sustancialmente de los que figuran en el proyecto de Presupuesto 2024 enviado por Massa al Congreso que, entre otros puntos, estima una inflación de 70%.

La inflación y el crecimiento económico continúan siendo áreas de gran preocupación, indica el documento.

Martina Gallardo Barreyro, vicepresidente y senior credit officer de Moody’s, destaca que el escenario es altamente incierto, especialmente en medio de un cambio de gobierno. Esta incertidumbre dificulta predecir las políticas que se implementarán.

Se prevé que la alta inflación persista y también se anticipa una menor demanda de combustibles y volatilidad en los precios del petróleo a escala internacional, lo que agrega complejidad al panorama.

“A pesar de que se menciona un pronóstico de inflación del 350%, la incertidumbre sobre las políticas futuras hace que sea difícil prever con precisión lo que sucederá. El panorama económico de Argentina sigue siendo desafiante, y su evolución dependerá en gran medida de las decisiones políticas y las circunstancias internacionales”, concluye el documento.

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