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Economía verde y recuperación pospandemia: cómo pueden incidir en la salud mental

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Un foro virtual organizado por Naciones Unidas y la Universidad de Oxford discutió este miércoles los avances en materia medioambiental, luego de la crisis derivada del covid-19. Además de los factores económicos, es necesario evaluar el impacto psicológico

La “economía verde” -definida como un sistema de actividades relacionadas con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que redunda en el bienestar humano y la equidad social y que reduce de manera significativa los riesgos medioambientales- avanza en el debate internacional, en tiempos en los que el proceso de cambio climático muestra su rostro más feroz.

En este caso, no se trata solamente de promover un uso más responsable de los recursos naturales sino de una transformación estructural en la manera de pensar las formas de sustentabilidad productiva. 

Un dato importante es que la inversión de los Estados y las empresas en este área también puede impactar decididamente sobre la salud física y mental de los seres humanos, cuestión que ha sido comprobada por diferentes estudios realizados en el campo de la psicología ambiental y refrendados por organizaciones internacionales. 

De hecho, este miércoles, tuvo lugar de manera virtual un foro organizado por el Observatorio para la Recuperación Mundial perteneciente al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Universidad de Oxford, en el que se abordaron interrogantes sobre cómo se está desarrollando el escenario de recuperación económica luego de la crisis derivada de la pandemia de coronavirus y qué pueden hacer los países para lograr ingresar en un camino de mayor sostenibilidad de sus sistemas productivos. 

El encuentro contó con especialistas en la materia como la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva y el economista Premio Nobel Joseph Stiglitz

En este marco se pusieron en consideración el documento preliminar de un informe que se encuentra online en inglés denominado “¿Nos estamos recuperando mejor? Evidencia de 2020 y caminos hacia un gasto de recuperación verde inclusivo”.

En el abstract del documento, se especifica que evidencias científicas cada vez mayores “sugieren que el gasto fiscal verde puede traer mayores retornos económicos que las formas más tradicionales” a la vez que un programa bien diseñado permite “contrarrestar la crisis medioambiental del cambio climático, la contaminación  la pérdida de biodiversidad, al mismo tiempo que que ofrece importantes beneficios sociales”.

Bajo estos considerandos, el Observatorio se propuso analizar cómo las 50 economías más desarrolladas del planeta se encuentran invirtiendo recursos para mejorar el desempeño pos crisis covid-19, indagando si estos programas están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

No obstante, la respuesta no es del todo satisfactoria ya que sólo 2,5% del gasto destinado a la recuperación está relacionado con estrategias sustentables.

La mayor parte de esta “inversión verde” será realizada por pocas naciones muy desarrolladas y de altos ingresos.

En este contexto, es fundamental recuperar, tal como lo establece el documento consultado, que una mejora en la sostenibilidad de los procesos productivos puede realmente promover esquemas de equidad, generar puestos de trabajo y constituir una estrategia más efectiva para disminuir la pobreza. 

Además, tal como lo especifica el informe, tiene incidencia en el bienestar de la población. “Hay evidencia significativa que sugiere que un mayor acceso público a los espacios verdes puede mejorar la salud mental y la calidad de vida en general”, dice el texto que se encuentra disponible en Internet. 

Influencia

Sobre este último beneficio, una nota del PNUMA de hace un año y medio ya advertía de la relación entre cuidado del medio ambiente y salud mental. 

“El entorno puede influir positiva o negativamente en el bienestar mental de una persona. Un estudio reciente mostró cómo la idea de vivir en medio de la crisis climática estaba afectando los niveles de ansiedad y depresión de los groenlandeses”, precisó el artículo, agregando que “los efectos de nuestro clima cambiante (incertidumbre económica, inseguridad laboral, patrones climáticos extremos y volátiles y desplazamiento) también influyen en la salud mental”.

“En la actualidad, existe una creciente evidencia de un vínculo entre ciertos contaminantes del aire y enfermedades mentales como la depresión, la demencia, la ansiedad y el suicidio”, especificó el programa de Naciones Unidas, ejemplificando que “el riesgo es especialmente alto entre los jóvenes que viven en áreas urbanas”, al citar un estudio publicado en Psychiatry Research el cual revela que quienes están expuestos a un aire más contaminado hasta los 12 años tienen más probabilidades de sufrir depresión luego de los 18 años. 

Por otro lado, dice la nota, también está comprobado el efecto que las grandes ciudades tienen en las personas. “La urbanización puede aumentar el aislamiento de la naturaleza, lo que a su vez evita que las personas aprovechen los beneficios para la salud mental de estar rodeadas de entornos naturales”, se indica al tiempo de advertir de que “también crea una exposición de riesgo” al aire contaminado que afecta psicológicamente.

En este sentido, el programa -a través de la plataforma  BreatheLife- presenta una serie de soluciones que los Gobiernos pueden adoptar para transitar los inicios del camino de la “economía verde”, con recomendaciones sobre cómo se puede combatir por ejemplo la contaminación de las ciudades, logrando un impacto positivo en la salud de la población.

“Hasta hace poco, se había descuidado en gran medida el papel que desempeña un medio ambiente saludable en la protección de la salud humana, pero esto está cambiando. Poco a poco, tanto los ciudadanos como el gobierno se están dando cuenta de que al ayudar a la naturaleza también mejoramos nuestro bienestar”, concluye la nota.


DATOS MUNDIALES SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO

Argentina, en naranja: una mala calificación en materia de emisión de gases de efecto invernadero

Según datos del Observatorio para la Recuperación Mundial, Argentina se encuentra bastante “naranja” en materia de políticas promedio de todo el territorio nacional destinadas a luchar contra la emisión de gases de efecto invernadero, tal como lo consigna un índice que mide específicamente este aspecto.

Un mapa permite ver comparativamente cómo se encuentra el país en este tema, con un puntaje de -0.11, mientras Corea del Sur (coloreada de verde) logra un puntaje máximo de políticas públicas positivas en este aspecto con 0.17. El peor lugar en el ranking lo tiene México, con -0.28.

Por otro lado, en lo relacionado a la contaminación del aire, el país se encuentra en una mejor posición con un valor de -0.08 en políticas públicas, contra Corea del Sur que tiene más programas destinados a este ítem y una calificación de 0.06.

Un lugar más positivo para Argentina  se encuentra en el ítem calidad de vida. En este caso, la puntuación es de 0.51 y el color es verde. El mejor puntaje en este caso es para Irak, con 0.86.

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