sábado 5, octubre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Viaje a Salvador, corazón de la cultura bahiana

SALVADOR. Capital afro, de la fe, la música y el carnaval.
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La capital del estado del nordeste brasileño ofrece al turismo una experiencia inmersiva de historia, gastronomía, naturaleza y tradiciones a través de vivencias únicas y novedosas

Calles adoquinadas, fachadas multicolores, iglesias y más iglesias, mulatas de sonrisa gigante luciendo sus trajes típicos, aroma a dendé y el sonido de los tambores que musicalizan la danza magnética de la capoeira. Con estos aditivos es imposible no enamorarse del Pelourinho, centro histórico de Salvador, capital del estado de Bahía y uno de los barrios más representativos de la historia de Brasil.

La literatura del escritor bahiano, Jorge Amado, que se respira en los edificios icónicos del casco céntrico reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, lo describe bien como la célula madre de la cultura nacional.

“El nombre de Pelourinho hace referencia al lugar donde se castigaba a los criminales y esclavos durante la época colonial y su trascendencia se debe a que fue la primera capital del país entre los años 1549 y 1763 y morada residencial de la alta sociedad de esos tiempos”, comenta Tony, el guía que recorre a diario los principales atractivos del destino.

Las pintorescas calles del Pelourinho.

La entramada de arterias angostas e irregulares repletas de tiendas de souvenirs, bares y restaurantes convergen en el Terreiro de Jesús, también conocida como Plaza 15 de noviembre desde donde se pueden distinguir cinco de las 372 iglesias que ostenta la urbe brasileña, entre las cuales se destacan la Catedral Basílica Primacial y la Iglesia y Convento de São Francisco. Esta última impacta por su estilo barroco sobrecargado y los detalles de su interior cubiertos con más de 800 kilos de láminas de oro, además de los 37 paneles  realizados con azulejos portugueses que recrean diferentes escenas de la vida y la muerte. “Se demoró cuarenta años en construir esta iglesia y 28 para culminar con su decoración”, cuenta Tony.

A metros de allí se encuentra el elevador Lacerda, uno de los símbolos arquitectónicos de la urbe, que mide más de setenta metros, conecta la parte alta con la baja del distrito y es utilizado a diario como un servicio público de transporte.

Desde la cima del ascensor público, que alberga a unas veinte personas, se disfruta de una vista panorámica de la Bahía de Todos los Santos y el Mercado Modelo, ubicado en la planta inferior, donde se comercializan artesanías, prendas típicas y alimentos, entre otros recuerdos.

El itinerario turístico se completa con dos nuevos museos: el del Carnaval, donde se exponen los principales hitos de una de las fiestas populares más masivas del mundo que reúne anualmente a más de tres millones de personas; y el de la Música que sorprende por sus propuestas interactivas y tecnológicas con foco en los bailes y ritmos característicos del destino, así como también en artistas internacionales que surgieron de estas tierras como João Gilberto, Gilberto Gil, Caetano Veloso, Raul Seixas, Maria Bethânia, Ivete Sangalo, Gal Costa y Dorival Caymmi. 

Otras propuestas culturales que se encuentran más alejadas del centro de Salvador son las que proponen los fuertes de Santa María y de Sao Diogo. Ambos ubicados en los dos extremos de la playa popular y animada, Porto da Barra. El primero alberga el Espacio Pierre Verger de fotografía bahiana, y el segundo, de las Artes Carybë y su original exposición de realidad virtual. 

Desde ambas fortificaciones se aprecia una panorámica inigualable de la costanera con atardeceres luminosos frente al mar.

Playa Porto da Barra, una de las más concurridas de Salvador de Bahía.

Experiencia candomblé

La población de Bahía, que suma 14,9 millones de habitantes y es la cuarta mayor de Brasil, profesa en su mayoría la fe cristiana, sobre todo la católica, pero también se caracteriza por una gran presencia de religiones africanas como el candomblé y la umbanda, entre otras.

En este plano, una de las experiencias inmersivas más movilizadoras vinculadas con la espiritualidad bahiana y su riqueza ancestral como capital afro es la visita a un terreiro de candomblé, propiedades donde se llevan a cabo ritos y encuentros sociales entre los creyentes.

Uno de ellos es Vodun Kwe To Zo, el terreiro de candomblé de la nación Jeje Savalú, ubicado en el barrio de Cajazeiras, que brinda la posibilidad al turismo de vivenciar parte de sus hábitos. La propuesta contempla una bienvenida con cantos y el sonar de los atabaques (tambores típicos) y un almuerzo casero de etno gastronomía afro-soteropolitana compuesto por feijão, arroz, farofa, plátano frito, moqueca y pollo condimentado. 

Experiencia inmersiva en el Terreiro de Candomblé de la comunidad Vodun Kwe To Zo.

Luego de la comida, el Mãe-de-santo, como llaman al sacerdotisa del culto, conduce a los grupos a descubrir los sectores internos de la casona, mientras les relata acerca del funcionamiento de su comunidad, tradiciones y creencias.

La actividad concluye con la visita a la Piedra do Xangó, un monumento rocoso declarado patrimonio de la ciudad y sagrado para la religión afro.

Isla dos Frades

Una de las opciones insulares imperdibles de Bahía es Ilha dos Frades, que se encuentra a menos de treinta kilómetros de la capital bahiana y a la que se puede acceder en barco desde el puerto principal o en lancha rápida saliendo desde la Marina. El trayecto dura aproximadamente cuarenta minutos y en los meses de julio y agosto es posible encontrarse en el camino con ballenas y delfines. 

Ilha dos Frades y su playa Punta de Nuestra Señora de Guadalupe.

El territorio insular emerge del Atlántico con forma de estrella y alberga un pequeño pueblo con algunas posadas y restaurantes de alta cocina basada en frutos de mar, como el de Preta, la chef y dueña del lugar que lleva su nombre y deslumbra con una carta gourmet de platos majestuosos como la “Langosta con manteca de trufa” o “Pulpo asado con verduras”.  

El paseo gastronómico, que suma unas tres o cuatro propuestas, se encuentra a metros de la playa conocida como Punta de Nuestra Señora de Guadalupe en alusión a la iglesia que hace cumbre en uno de los morros. 

La franja de arena fina está bañada por un mar calmo y templado, cuenta con algunas sombrillas para alquilar y prohíbe el uso de reposeras para oxigenar las visuales. Sin dudas, un sitio perfecto para relajarse en contacto con las bellezas de la naturaleza bahiana.

Más info:

Agencia Brasileña de Promoción Internacional del Turismo – Embratur Brasil 

(www.embratur.com.br)

Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas – Sebrae 

Visit Brasil

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