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Lenguaje claro: una solución simple a un problema complicado

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COLUMNA DE JUSCOM

Lenguaje claro : una solución simple a un problema complicado

Por Maria Ortiz Takacs

El lenguaje claro puede convertirse en una noción abstracta si nos preocupamos únicamente por la norma lingüística, pero no utilizamos soluciones prácticas centradas en mejorar la comprensión del lector. En general, la aplicación de técnicas primarias de lenguaje claro, como eliminar nominalizaciones, evitar la voz pasiva innecesaria y usar ejemplos para ilustrar conceptos complejos, suele ser suficiente cuando se trata de documentos cuyo destinatario único es la ciudadanía. En esos casos, el lenguaje claro por sí solo se erige como herramienta fundamental para obtener un texto lógico, estructurado y fácil de comprender.

El principal obstáculo lo presentan aquellos documentos dirigidos a destinatarios múltiples, como las resoluciones judiciales, particularmente, las sentencias. Si bien el lenguaje claro es indispensable para acercar la sentencia al lector lego, el nivel de comprensión de ciertos lectores permanecerá aún por debajo del límite de simplificación que se puede lograr sin comprometer la precisión jurídica.

En esta instancia, medir con la misma vara la comprensión de todos los lectores se torna contraproducente. Habrá personas que entenderán casi en su totalidad una sentencia en lenguaje claro y muchas otras que no lograrán extraer la información más relevante. Para acercar la sentencia al lector que no llega a comprender pese a la simplificación, hay que utilizar una vara distinta. Las técnicas secundarias de lenguaje claro buscan simplificar la sentencia a su mínima expresión para suplir el vacío que se produce cuando la clarificación primaria, por sí sola, no es suficiente para garantizar la comunicación.

Cuatro técnicas secundarias

Las técnicas secundarias de simplificación se están aplicando con frecuencia en todo el país. No solo se redacta la resolución basándose en las directrices del lenguaje claro —la técnica primaria por excelencia—, sino que se agrega un elemento adicional a fin de clarificar la información esencial que las partes no pueden desconocer. En los últimos años, han ganado popularidad el apartado para las partes y el sumario.

El apartado es una sección de la sentencia en la que el magistrado se dirige directamente a una o más partes explicándoles cuestiones relacionadas con su decisión. Se utiliza generalmente en cuestiones de familia, muchas veces para dirigirse a niñas, niños y adolescentes.

Por su parte, el sumario —que no debe confundirse con el sumario de un fallo, que puede incluir doctrina y tratar conceptos jurídicos complejos— es un resumen de la decisión, que solo menciona la información esencial. Ubicado al principio del texto, el sumario le brinda al lector acceso inmediato a los aspectos más importantes de la sentencia sin tener que leerla en su totalidad.

Pero hay otras dos técnicas que aún no se han puesto en práctica y que propongo considerar debido al alto nivel de estandarización que permiten lograr: la ficha de sentencia y la carpeta de partes. Una ficha de sentencia es un documento que se adjunta a la resolución y que contiene campos comunes con información esencial para que las partes comprendan si han ganado o perdido el juicio, quién paga las costas, qué les ordena el tribunal, si tienen algún recurso para continuar con el proceso, si hay algún plazo importante que cumplir, etc. Puede implementarse usando plantillas de documentos estandarizados mediante un procesador de textos a fin de que lo único modificable sea su contenido. Una vez creada la plantilla de la ficha para cada juzgado, resta solo completarla con la información relevante para cada causa.

Las tres técnicas de simplificación mencionadas se aplican al final del proceso judicial, una vez dictada la sentencia. Sin embargo, es importante recordar que el derecho a entender puede apuntalarse desde el principio del proceso mediante el uso de la carpeta de partes. Se trata de un archivo en formato electrónico con toda la información relevante para ayudar a las partes a “navegar” con mayor facilidad el proceso. Puede contener un glosario de los principales términos usados en cada fuero, las etapas del proceso, los derechos de las partes, las preguntas frecuentes que estas deberían hacer a sus letrados, etc. Entregada al principio del proceso y combinada al final con la ficha de sentencia, la carpeta de partes brinda una estructura mucho más clara y predecible del proceso y sus etapas.

Estas estrategias de “acercamiento” no son excesivamente complejas ni costosas, no requieren mucho tiempo de preparación y pueden estandarizarse. Se emplean para acompañar a las partes en todo el proceso, desde la primera audiencia hasta la sentencia, y el lenguaje claro —aplicado desde un punto de vista distinto— es la herramienta común que lo hace posible.

(*) Traductora jurídica de inglés y francés. Miembro del Colegio de Traductores de Quebec (OTTIAQ) y miembro del equipo de investigación en DD. HH. de la Facultad de Derecho de la Universidad UCES.

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