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Chomsky: cómo enfrentar siempre la arbitrariedad 

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Por Silverio E. Escudero

Noam Chomsky es una de las figuras destacadas de nuestro tiempo. Su rastro es esencial para comprender, en cabalidad, el desarrollo de la lingüística, la política, la psicología cognitiva y la filosofía. 

Esa huella obliga otra vez a detenernos un instante en algunos de los perfiles de este áspero censor de la política imperial de Estados Unidos. Representa del mejor modo el pensamiento silente de millones de hombres y mujeres que temen alzar la voz contra los poderosos.

Chomsky está en permanente colisión con el orden conservador y burgués. Cree que las instituciones como la universidad deben ser agentes de transformación de la realidad. Debiendo denunciar las opresivas políticas estatales que tienen mucho de violencia y arbitrariedad.

Demanda para todos los habitantes del planeta el reconocimiento del sagrado derecho de Resistir la autoridad ilegítima (Resisting illegitimate authority) que el hombre contemporáneo ha perdido al ser domesticado por la sociedad de consumo.

Esa circunstancia obliga al compromiso de los intelectuales con la realidad para frenar los climas arbitrarios que se imponen desde los centros de poder en su afán de adoctrinar -adocenar- a sus partidarios y opositores para acabar con el pensamiento crítico.

Como es de esperar, esas perspectivas, señala Robert Barsky, se basan en valores como la responsabilidad social, la integridad académica y “el compromiso con una representación de los hechos veraz y no distorsionada. Llevan a Chomsky a enfrentamientos con grupos o individuos que están interesados únicamente en servir a los intereses del poder, que fomentan la causa de un movimiento haciendo caso omiso de los principios fundamentales que están en juego.”

Chomsky, muy temprano, publicó un artículo en el periódico escolar un artículo fantástico sobre la caída de Barcelona ante las fuerzas fascistas durante la Guerra Civil española, un acontecimiento que influyó en Chomsky entonces y durante su vida. Más tarde, leyó “Homenaje a Catalunya», un relato clave sobre la Guerra Civil española de George Orwell y la sociedad anarquista brevemente exitosa en España. 

Así nos enteramos que los primeros intereses de Chomsky fueron políticos. “Desde la infancia, había estado involucrado intelectualmente en la política radical y disidente, pero intelectualmente” y cuenta: “Realmente por naturaleza soy un ermitaño, y prefería con mucho estar trabajando solo que estar en público”.

El comienzo de los años 60 lo encontró en el centro de la trinchera. Fue uno de los promotores de la campaña de condena pública a la Guerra de Vietnam. Después de que el rechazo a la guerra se amplió en los Estados Unidos, relata Chomsky que supo “que era demasiado intolerablemente autocomplaciente simplemente aceptar un papel pasivo en las luchas que entonces estaban ocurriendo. Y yo supe que firmar peticiones, enviar dinero, y hacer acto de presencia de vez en cuando en una reunión no era suficiente. Pensé que era críticamente necesario tomar un papel más activo, y sabía muy bien lo que eso significaría”. 

Durante diez años, Chomsky rechazó pagar una parte de sus impuestos, apoyó a quienes se resistían al reclutamiento forzoso quemando las cédulas de reclutamiento, por lo que fue perseguido por el FBI y el servicio secreto, cuestión que lo llevó a pasar largas temporadas en la cárcel. Así ingresó, por derecho propio, en un lugar destacado en la lista oficial de enemigos de Richard Nixon.

Chomsky enseña a leer escenarios complejos. Esos que se desarrollan y articulan detrás del marco que señala la realidad. Estamos, les dice a oídos atentos, ante una confluencia crítica generada por el deterioro de la democracia, la inminencia de una catástrofe medioambiental y la amenaza de una guerra nuclear.

Ha denunciado voz en cuello todos y cada uno de los desatinos de Donald Trump como la de sus émulos que esconden su incapacidad e ignorancia en la exaltación del fanatismo. Pero no será el último porque los necesita el capitalismo para multiplicar en forma exponencial sus ganancias.

“Los gobiernos tienen recursos inagotables pero los limita el neoliberalismo (…) Esto significa que las decisiones tienen que pasar de las manos del gobierno al poder privado. ¿La razón? Ellos creen que el gobierno es una institución defectuosa porque responde a la población, al menos en parte, y ese es un problema grave. No podemos permitirlo. Por tanto para ellos es necesario trasladar las decisiones a tiranías privadas que no rinden cuentas al público en absoluto. Se llama ‘libertad’ en el discurso orwelliano contemporáneo”.

Para ellos, todo lo que hace el Estado está mal, insiste Noam Chomsky. Por eso intentan retirar los fondos destinados a la educación y a la salud pública. Destruir la escuela y universidad pública; acabar con el hospital público y todos los programas de salud concomitantes, parece ser la consigna.

“Como resultado, Estados Unidos estaba (…) mal preparado cuando golpeó la pandemia”. Ha habido todo tipo de incompetencia y malicia con relación a su manejo. Lo que aparecen como serios desatinos del presidente Trump ha contado, en realidad, con respaldos institucionales sólidos.

“El Congreso Republicano ha aprobado cientos de esfuerzos legislativos para acabar con la ley de atención asequible, la ley de Obama, y no dejar nada en su lugar. La ley algo avanzó. No se acerca a lo que tienen otros países, pero al menos fue un adelanto y quieren matarla, porque para ellos, no debería existir nada fuera del mercado. Si puedes sobrevivir bien o si no mal. Se llama ‘libertario’, lo que es una broma de mal gusto. Es totalitario. Te están diciendo que si eres lo suficientemente rico para sobrevivir, genial; si no lo eres, mala suerte”, leemos en nuestros apuntes sobre Chomsky.

¿Qué es lo que quieren?

“Los programas neoliberales de Reagan fueron realmente duros con la población en general. Los hospitales funcionan con un modelo comercial, deben ser eficientes, solo tienen los recursos a utilizarse en una situación normal. Se asemejan a una línea de montaje en la empresa Ford Motors. Con los recursos justos. Cuando se presenta cualquier situación excepcional, el desastre es total. De hecho, este modelo de negocio reaganiano tuvo un efecto en todo el mundo. Ésas son las batallas que se libran internamente en Estados Unidos, pero lo mismo está sucediendo en todas partes. Los movimientos populares están tratando de moverse hacia una sociedad viable y habitable. Y la pregunta es ¿quién va a ganar?”

Por supuesto, es mucho lo que puede hacerse, pero hay que superar barreras absurdas. Hay que superar la lógica capitalista, hay que superar la plaga neoliberal y hay que superar el liderazgo malévolo; tres barreras principales. No va a ser fácil, pero no es imposible. Las otras crisis: calentamiento global, guerra nuclear, deterioro de la democracia, sabemos cómo afrontarlas y es imprescindible hacerlo. No queda mucho tiempo.

Comentarios 1

  1. RAF says:

    Muy buen artículo sobre un gran intelectual y hombre valiente. RAF

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