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¿Qué Fidel conoce usted? Relatos, sistemas y realidades

Por Mauro Berengan (*) - Exclusivo para Comercio y Justicia
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 Por Mauro Berengan (*)

Con 90 años recién cumplidos, quizás no haya latinoamericano en pie que ignore el nombre de Fidel Castro, pero ¿por qué? La pregunta está lejos de la inocencia y a partir de ella emprenderemos en esta primera entrega un atisbo de lectura que dé cuenta, no tanto de su figura, sino del mecanismo que legitima-deslegitima los intereses geopolíticos americanos.
En Ciencias Sociales, aquello que los medios llamaron “relato” es denominado “construcción discursiva”. En los Estados modernos la dominación de los privilegiados en el poder se da en última instancia por la fuerza o la coacción; pero en primera instancia hay un intento de convencimiento y consentimiento, una búsqueda de legitimación de la situación de desigualdad. Y eso se logra con un relato afín sobre la realidad que se masifique mediante “agentes socializantes”: la prensa, la televisión y la iglesia tiempo atrás. Pero la realidad allá fuera está y la labor de estudio (y el libre pensamiento, si tal cosa existe) implica contrastar relatos con pruebas, disputando aquellos discursos que legitiman las injusticias. Como diría el propio Fidel: dar la batalla cultural.
Para el relato en Cuba hay una dictadura, pero ¿qué define a un dictador? Pues valga recordar que contra una dictadura, la de Batista, comenzó esta historia. Dictadura alineada con los EEUU como todas las que en el continente utilizaron el aparto del Estado para torturar, violar y eliminar identidades opositoras, mientras la prensa hegemónica hablaba de “normalidad”. Huelgan pruebas en tiempos de La Perla.
¿Lo define la “ausencia” de elecciones? El relato es doblemente curioso: mientras se esconde que en Cuba hay elecciones generales cada cinco años y parciales cada dos, donde el partido no postula candidatos sino que lo hacen de modo directo los vecinos en asambleas zonales de modo delegativo, incluido el “comandante en jefe”. Participa 95% de la población, con un nivel educativo inclusivo que permite un discernimiento democrático al menos más cercano a su ideal. Se presenta a EEUU como la “democracia más grande del mundo”, siendo que las elecciones se realizan los martes laborables, la participación acaricia 50%, se definen a partir del capital que cada candidato consiga (en Cuba no hay publicidad) y no es directa sino con un consejo de electores que deja las minorías estaduales sin nada.
¿Lo define el actuar contra el pueblo que representa? ¿Violar los derechos humanos? Pues el contraste es también llamativo. En 1958 Cuba era “el gran casino norteamericano”, un mundo de sirvientes en la Habana o, con peor suerte, un mundo de carbonateros por Girón con 200 km de pantanos sin hogar y una muerte de 30 años (si, esto es también un relato, acuda a las pruebas). Pocos años después edificios de departamentos, hospitales y escuelas transformaron el pantanoso casino en un país al cual los propios organismos internacionales afines al discurso dominante reconocen sus logros en índices sociales.
¿Y qué son -si no- los derechos humanos? Cierto es que esta transformación material tuvo un importante freno -como cierto es el bloque económico norteamericano- y que las falencias materiales persisten hoy en la isla, pero ¿en casa cómo andamos?
¿Qué pasa con la realidad material de los países que no tuvieron a este extraño dictador? ¿Cómo se vive en Haití? ¿En Guatemala? ¿En Colombia? ¿En México? ¿En el Puerto Rico asociado? ¿Cuántos niños mueren allí por enfermedades prevenibles? ¿A cuántas bocas no llega el alimento? ¿Cuántos no conocen las escuelas? ¿A qué edad se es anciano para morir? ¿Cuánto cuesta la atención hospitalaria? ¿Cuántos tienen techo o tierra? ¿Cuántos pueden participar de la política?
Aquí la pregunta principal debe volver ¿por qué conoce usted a Fidel? O mejor.. ¿por qué no conoce a los gobernantes que fracasaron y llevaron a la debacle a esos países? ¿Qué nos están escondiendo?
Por medio siglo, el relato se ha referido al gobierno cubano como “el régimen castrista”. Es decir que allí hay un régimen. Pero fundamentalmente quiere decir que en los otros países no, ¿qué hay entonces? ¿Qué es la normalidad? ¿Quién define la normalidad de la realidad?
La prensa y la historiografía del relato se han encargado de masificar que Fidel instauró un sistema, el sistema socialista, el modelo que habría fracasado. Pero la gran cuestión es lo velado: en todos los países del mundo hay un modelo, un sistema, un régimen. Lo que busca invisibilizarse es el sistema dominante.
Lo que los agentes socializantes ocultan es que hay privilegiados y excluidos en este sistema. Ocultan que la dominación geopolítica no se acabó con San Martín.
Nos dicen que esta vida es la vida natural, la normal, y que los otros intentos, opciones y opiniones son sistemas, regímenes. Relatos.
Ocultar la opción o posibilidad de un sistema de valores de primacía de lo social (socialismo), frente a uno de valores de primacía del capital (capitalismo) es la razón fundante de los dos Fidel ¿A cuál conoce usted?

(*) Licenciado en Historia por la UNC. Docente e investigador.

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