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Preocupante crecimiento de la pobreza en el mundo

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La situación actual de la economía mundial es muy comprometida, tanto en los países reconocidos por su alto grado de desarrollo como en los denominados “emergentes” y/o “marginales”. Quizá, y a medias, se pueden considerar sendas excepciones a China e India, donde los elevados índices se redujeron bastante pero, aun así, siguen creciendo bastante aceleradamente. No obstante, según el Anuario Estadístico del Banco Mundial, se verifica que el respectivo Coeficiente de Gini (usado para medir el grado de distribución de ingreso personal en los diversos países) no les es muy favorable; lo cual significa que registran un esquema interno de insuficiente equidad, pues éste asciende en dichos países a 0,415 y 0,368, respectivamente.
Estados Unidos, líder del identificado como “mundo capitalista”, al margen de su anecdótico presidente que ha discutido acerbamente hasta con sus habituales países aliados en oportunidad de celebrarse en Hamburgo la habitual reunión anual del denominado Grupo de los 20, ha venido retaceando información para disimular el duro trance que está transitando. Si se acude a la misma fuente estadística se advierte que el indicador de Gini es 0,408, bastante semejante al de los ya citados China e India. Muy distintos y ejemplares son los casos de Dinamarca, en que dicho coeficiente asume el nivel casi ideal de 0,247, seguido por la República Checa, con 0,248; Noruega, con 0,258, e incluso Japón, con 0,249.

Ello evidencia concretamente la posibilidad de una mucha mayor justicia distributiva y que hay una serie de sociedades que están adecuadamente dotadas para acceder a un elevado nivel de equidad. Además han logrado no sólo un alto grado de desarrollo sino una virtual eliminación de la desocupación. En el área europea occidental y central, a excepción del conjunto de países escandinavos que son ejemplo ecuménico, surge como el de optima distribución Finlandia, que se ubica en un inesperado primer lugar pues su índice de desocupación es de apenas 3,72%.
Los analistas están contestes en que, sin lugar a dudas, asume el carácter de estrictamente friccional y deviene sólo como consecuencia de cambios voluntarios de actividad o de empresa que realizan normalmente ciertos integrantes del personal en relación de dependencia en busca de mejor remuneración o trato y cuyo coeficiente de Gini es reflejo del grado de equidad interno allí vigente desde hace no menos de tres décadas, con un indicador de 0,269. Alemania le sigue en orden de méritos ya que ostenta otro de los mejores índices en materia de redistribución, expresado por medio de un bastante satisfactorio coeficiente de Gini ya que llega a 0,283 y una desocupación igualmente sólo friccional. Detrás de dicho país se encolumnan Bélgica, con 0,288; Croacia, con 0,290 y Austria y Bulgaria, ambos con 0,291. En el otro extremo, la peor marca en el mundo corresponde a Namibia, con 0,743 e incluso en Sudáfrica es de 0,578.

Análisis comparativo de la pobreza
En nuestro planeta, las situaciones más preocupantes de pobreza se registran en varios continentes. Los más elevados índices combinados con superconcentración se verifican en la mayor medida en África y en los 52 países que lo integran. En todo el continente africano la media de pobreza es de 64,3%. Si se consideran tales aspectos por país, Sierra Leona exhibe la marca más alta con 83,8%; seguida por la isla de Madagascar y la República del Congo, registrando ambos 71,3% de sus respectivas poblaciones.
En Asia, aparece en la peor situación Azerbaijan, ya que presenta una marca de 69,1% y, en América, es Haití, en el mar Caribe, que exhibe un penoso índice de 65%. No obstante, lo que más sorprende es que en Europa haya casos como los de la zona de los Cáucasos, en que el precitado índice asciende a 59,7%. Los registros consignados datan, en promedio, de un quinquenio atrás pues hay muy poca disposición de actualizarlos ni estímulo alguno para ser más diligentes; pero la realidad es que en lo transcurrido de este siglo las variaciones no modifican sustancialmente los datos preexistentes.
Dentro del área sudamericana, al margen de Venezuela que sufre una crisis mucho más profunda y de definición todavía impredecible, se detecta nítidamente en el resto de los países que la constituyen una tan firme como generalizada tendencia al incremento de la pobreza, que mantiene un ritmo coherente con lo sucedido en el mundo durante el segundo semestre del año 2016. La mayor potencia, Brasil, viene sufriendo una aguda recesión desde bastante antes (al inicio de año 2015 inclusive) sin lograr hasta ahora superarla en plenitud y, según han informado oficialmente, la pobreza abarca a 36,7% de la población económicamente activa, razón por lo cual no debe sorprender que su coeficiente de Gini haya trepado a 0,550.

Se advierte además que, como lo han admitido en Brasilia, una situación tan comprometida como la actual sólo puede ser comparable a la afrontada en los años 30 (1929-1934) aunque la estructura y mayoritaria producción de entonces era prioritariamente primaria pues el inicio de la actividad manufacturera intensiva data de mediados del siglo pasado en adelante. Tal circunstancia torna imposible de comparar con los vaivenes característicos de este siglo y, obviamente, el escenario actual es totalmente inédito aunque las autoridades brasileñas prefieren no aportar datos de ninguna especie.
En el mismo contexto, Colombia, con un también alto coeficiente de Gini de 0,586, exhibe un índice algo menor de pobreza de 28,7%, que aun así es elevado, y sus gobernantes admiten les llevará varios años, quizá más de una década, hacerla descender a índices razonables. Si extendemos la visión a Latinoamérica, se verifica que corresponde a Cuba el mejor indicador en ambos sentidos, una desocupación muy baja (4,85%) y un Gini bastante favorable de 0,290, ligeramente menos favorable que el de Alemania que llega a 0,283; con lo que queda probado que la equidad no es incompatible con la industrialización.
En cuanto a México, la segunda mayor economía del área latinoamericana, presenta una desocupación de 50,6% y un coeficiente de 0,518. En la actualidad sufre las consecuencias de la política proteccionista de su gran vecino del norte, pues el presidente Donald Trump ha ordenado un riguroso control fronterizo además de insistir en la construcción de un elevado y extenso muro divisorio (3.200 km) que, caprichosa y absurdamente, insiste sea financiado por México. Como consecuencia de ello, por el momento no hay ningún acuerdo y como lo que pretende es imposible de ser admitido, las relaciones no son normales.

La situación en nuestro país
El caso de Argentina, segunda economía de área del llamado Cono Sur y tercera en Latinoamérica, registra un desusadamente elevado índice medio de desocupación pues éste trepó a 9,2% (en el tercer trimestre de 2015 había descendido a su menor expresión, 5,9%), lo cual implica un inusitado reciente incremento de 83,8%. Los anuncios oficiales se refieren más al tema inflacionario ya que se preveía al elaborar el proyecto de Presupuesto Nacional 2017 utilizar nada más que un incremento de 17%; es decir, suponían descendería en forma muy considerable pero en la realidad ha resultado una virtual falacia que inexplicablemente el presidente del Banco Central sigue sosteniendo como “posible” cumplimentar.
En cuanto al coeficiente de Gini, éste ha tenido marchas y contramarchas pues en 1974 se redujo a 0,368, que fue la mejor marca, muy semejante a la de Francia aunque en ese país se ha mantenido casi sin mayores cambios y hasta ha mejorado pues ahora es de 0,327. En nuestro país no ha sido así; entre 1995 y 2006 ascendió a 0,488 y hasta 2013 descendió a 0,426 hasta el tercer trimestre de 2015; no disponiéndose con posterioridad de datos oficiales al respecto.

Aun en tales condiciones, difiere considerablemente de Brasil, que afronta una muy seria recesión desde hace más de dos años, como consecuencia de la cual la desocupación ha trepado violentamente a 13,4% de la población económicamente activa; casi doblando su nivel habitual. Por otra parte, sus funcionarios que comparten la conducción económico-financiera no alientan, para los años que restan de esta década, una recuperación plena que implicaría volver a crecer anualmente a un ritmo aproximado de cuatro por ciento. Por supuesto, esa situación incide negativamente en la coyuntura argentina, muy especialmente en la industria automotriz, donde las 11 fábricas instaladas en ambos países habían coordinado e integrado el respectivo proceso.
Según un trabajo específico de la Universidad Católica Argentina (UCA), queda expuesto que en la franja de niños y jóvenes hasta 17 años 59% está sumido en la pobreza y/o indigencia. A su vez, en el área del conurbano bonaerense trepa a nada menos que a 70,9%; luego de llegar al nivel máximo en 2012 con 72,9% y 69,5% en 2015. Además, según el Indec, con 639 mil personas (11,8%) se ubica en la cima nacional de este flagelo; mientras los subocupados los superan muy levemente con 642 mil.
La UCA agrega al respecto que 32,4% de la población activa dispone de un puesto que cumple con las normas legales. En resumen, la población ocupada asciende a 4.090,1 miles y 883.9 miles son indigentes. Por el contrario, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la pobreza abarca un segmento mucho menor (26,6%) que constituye la más baja proporción entre todas las grandes ciudades.

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