ESCUCHAREl éxito de un personaje de historieta emblemático causó uno de los primeros pleitos en la materia
Fue el primer dibujo animado de una chica flapper, aquella mujer joven que usaba faldas cortas, cabello aún más corto, no llevaba corsé y escuchaba música no convencional para esa época, como el jazz, que encima la bailaba. Fue el punto donde la pluma traspasó el carácter asexuado que tenían por entonces las caricaturas para animarse a retratar a una mujer con la sensualidad naif tan en boga en la época. A diferencia de todo lo demás dibujado, Betty Boop vestía, se peinaba y maquillaba como las jóvenes de la época.
Hizo su primera aparición el 9 de agosto de 1926, en el dibujo animado Dizzy Dishes, en la séptima entrega de las series Fleischer’s Talkartoon. Su éxito fue instantáneo.
En cuanto a su inspiración, no pocos le asignan el crédito a la actriz Clara Bow, la it girl de la época, en tanto otros entienden que se trató de una caricatura de la cantante Helen Kane. Ello terminaría derivando en un juicio.
En mayo de 1932, Helen Kane presentó una demanda por daños y cese de uso contra Max Fleischer, su estudio y Paramount Publix Corporation por la caricatura de Betty Boop. Se trataba de una estrella de teatro, grabaciones y películas para Paramount, cuya carrera, por ese tiempo, estaba llegando a su fin.
La acción presentada solicitaba asimismo una reparación de 250.000 dólares, suma equivalente a 4,7 millones de dólares de 2020. Fue tratada en juicio a partir de abril de 1934 hasta el 4 de mayo, sin jurado. La decisión final del tribunal con los fundamentos fue dada el 8 de junio de 1934 y notificada el 23 de igual mes y año.
El caso le tocó al juez Edward J. McGoldrick, ya con una década de antigüedad en el cargo. Previamente se había desempeñado como secretario privado del vicegobernador del Estado de Nueva York, William F. Sheehan.
En cuanto a los abogados, todos con acreditadas credenciales de litigación, estaba N. William Welling defendiendo a Max Fleischer y a Fleischer Studios, Austin C. Keough cumplía idéntico rol para la Paramount Publix Corporation y Samuel Robert Weltz era el letrado de la demandante, Helen Kane.
En su escrito postulatorio la actora solicitaba una orden del tribunal para «evitar que los acusados utilicen y exploten representaciones pictóricas y retratos de ella y evitar que los acusados utilicen y exploten su nombre profesional y teatral, en violación de los artículos 50 y 51 de la Ley de Derechos Civiles; y la demandante busca para evitar que los acusados engañen al público haciéndole creer que las actuaciones del personaje de dibujos animados Betty Boop son las actuaciones del demandante, y engañar al público haciéndole creer que el demandante realmente proporcionó el canto y el habla sincronizados con las acciones del dicho personaje de dibujos animados en los dibujos animados de Betty Boop. El demandante origina y todavía utiliza un método de cantar canciones que consiste en la interpolación a intervalos frecuentes de los sonidos Boop-Boop-a-Doop, o Boop-Boopa-Doop o Boop-Boop-Pa- Do o Boopa-Doop o simplemente Boop solo».
En su planteo de inicio, el abogado de la Helen dijo ante el juez: “Su Señoría, sostenemos que este personaje tiene la personalidad de la señorita Kane, sus gestos, su forma corporal, sus rizos, sus ojos y canta las canciones que la señorita Kane hizo famosas».
Helen Kane sostenía que Betty Boop se trataba de una caricatura suya, resultando el pegadizo estribillo del personaje animado (el “boop-boop-a-doop” que originó el nombre del dibujo), idéntico a la entonación de las canciones, una imitación de sus rasgos de canto, para todo lo cual ella no había dado su consentimiento.
Expresaba además en su postulación judicial que las tres cantantes que habían puesto voz a Betty Boop -Mae Questel, Margie Hines y Bonnie Poe- habían sido seleccionadas en un concurso de imitación de la propia actriz. Todo ello, en su entendimiento, suponía una maniobra deliberada para engañar al público para que pensase que el personaje animado representaba a Helen Kane y que era ella quien doblaba su voz.
De allí se derivaba que ese alegado por Helen uso de su imagen, imitación de su voz y estilo musical resultaban tanto una violación de su derecho a la intimidad como una infracción de las leyes de copyright, situación que le habría causado un perjuicio económico al promover entre el público una confusión, haciéndole creer que ella era quien interpretaba la voz del personaje animado, por lo que solicitaba una suma de dinero como reparación.
Los letrados de Max Fleischer, el principal demandado junto a la empresa de dibujos animados que creó en 1919, alegaron que se utilizaron casi 60 canciones en los dibujos animados y que sólo algunas de ellas habían sido cantadas por Kane.
Se iniciaba de esta forma un pleito que capturaría todas las miradas de la prensa, gráfica y radial. La prueba revistó novedad para la época, consistente en reproducción de cintas fonográficas y hasta películas de cinematógrafo. El abogado de Hellen hacía que ella se presentara en la corte con el mismo aspecto del personaje, y pronto muchas de las asistentes femeninas que iban a escuchar el juicio, lo hicieron con idéntico aspecto.
Más allá de sus dichos, el estilo de canto y el aspecto estético de Hellen Kane no era característico sino que resultaba compartido por muchos artistas de la época. Algo que sumaba dificultades para probar la realización del dibujo a partir de su personalidad. En definitiva, ella no pudo establecer que el personaje de Betty Boop se elaboró como una copia de ella, lo cual determinó el rechazo de la acción por “insuficiencia de pruebas”.
Terminaba de tal forma el primer pleito mediático contra un dibujo animado.
