Fabricante de lentes de contacto no responde por patología ocular

Se ratificó que la actora no acreditó siquiera indiciariamente que el problema que sufrió se debiera al uso regular del producto. Se descartó también que la firma incumpliera deberes en materia de información, seguridad y salud

“La empresa fabricante de lentes de contacto no es responsable frente al consumidor si no está acreditado, siquiera indiciariamente, que la patología sufrida por éste en la visión de un ojo hubiese obedecido sin más, a su uso crónico y regular”.

Bajo esa premisa, la Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial ratificó el fallo de primera instancia que no admitió la demanda de una mujer en contra de la fabricante y comercializadora de aquellos productos, Johnson & Johnson SA.

El tribunal expuso también que no se acreditó que la accionada hubiese incumplido con los deberes impuestos por la Ley de Defensa del Consumidor en materia de información, seguridad y salud.

Además, indicó que el marco probatorio no generó convicción en torno al incumplimiento de las reglas de higiene exigidas por la normativa.

En tanto, precisó que se estableció que la infección que sufrió la actora se debió a la falta de un adecuado seguimiento médico y que, incluso, no se descartó un posible diagnóstico tardío de la patología.

“La labor crítica del juzgador debe atender, primordialmente, a la mayor o menor verosimilitud de los hechos, así como también a la mayor o menor facilidad con que pueden percibirse y recordarse”, enfatizó.

En tanto, destacó que las reglas del razonamiento impiden fundar un veredicto racional en testimonios como los que figuran en el expediente, brindados por un cuñado de la accionante y por otro allegado, sin otras probanzas que conduzcan a la misma conclusión.

“El hecho de ser los testigos conocidos de una de las partes no constituye por sí solo un motivo descalificante de la declaración”, aclaró, puntualizando que en la apreciación de la prueba de testigos el magistrado goza de amplia facultad, ya que admite o rechaza lo que “su justo criterio le indique como merecedor de mayor fe”, en concordancia con los otros elementos de mérito que obren en las actuaciones.

La alzada recordó que el ordenamiento de rito pone en cabeza de las partes el deber de probar los presupuestos que invocan como fundamento de su pretensión, defensa o excepción y que ello no depende sólo de la condición de actor o demandado sino de la situación en que cada litigante se coloque dentro del proceso.

“La obligación de afirmar y de probar se distribuye entre las partes, en el sentido de que se deja a la iniciativa de cada una de ellas hacer valer los hechos que quieren que sean considerados por el juez y que tienen interés que sean tenidos por él como verdaderos. La consecuencia de la regla es que quien no ajuste su conducta a esos postulados rituales debe necesariamente soportar las inferencias que se derivan de su inobservancia, consistentes en que el órgano judicial tenga por no verificados los hechos esgrimidos como base de sus respectivos planteos”, sostuvo finalmente la cámara.

A su turno, con éxito, Johnson & Johnson SA alegó que la prescripción y adaptación de las lentes de contacto y su control, por tratarse de un producto o dispositivo médico, constituían parte de un proceso en el que la participación y función de un oftalmólogo es esencial e insustituible.

Señaló que aquel galeno es quien tiene la obligación de aportar la información necesaria para el uso saludable de las lentes, como así también el deber de realizar el correspondiente seguimiento de la adaptación, que debe plasmarse en la historia clínica del paciente.

Tripartito

Así, aseguró que la típica relación binaria de consumo, en el caso, debía ser reemplazada por un proceso tripartito en el que interviene el oftalmólogo como actor fundamental , toda vez que a éste incumbe recetar las lentes y controlar la adaptación del paciente a su uso.

En ese orden, calificó el uso de lentes de contacto como el empleo de un producto médico para un acto médico, bajo las indicaciones y el control de un profesional de máxima formación en la materia, una situación que -a su entender- distaba mucho de una relación de consumo binaria y desigual entre usuario y productor.

Por ello, arguyó que la participación insoslayable del oftalmólogo excluía la hipótesis de asimetría informativa pregonada por la actora y adujo que, además, era responsabilidad del paciente el cuidado y limpieza del producto.

Pautas

Explicó que l a naturaleza de las lentes de contacto demandaba el empleo de otros productos destinados a su cuidado y limpieza, junto con la realización de actos de preservación y mantenimiento , de conformidad con las pautas médicas, toda vez que las negligencias o temeridades pueden ser perjudiciales.

La demandada planteó que provee a los usuarios de toda la información necesaria en cuanto a recomendaciones de uso y que deja en claro que ante la menor duda se debe recurrir a un oftalmólogo, porque el incumplimiento de las recomendaciones puede generar lesiones oculares serias.

Asimismo, advirtió que el insumo en cuestión no porta la “bacteria asesina” de la que habló la mujer ni la genera, y que las lesiones como la queratitis por acanthamoeba ocurren por falta de observación de las condiciones de uso e higiene indicadas por galenos y fabricantes.