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Un fuerte incremento de las exportaciones, la principal prioridad

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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En el contexto ecuménico actual no será nada fácil revertir el proceso recesivo preexistente pues el mercado internacional no sólo aparece muy conflictivo sino que, como todos pretenden cumplir esa meta, ésta se torna muy problemática

Por Salvador Treber

En el contexto ecuménico actual no será nada fácil revertir el proceso recesivo preexistente pues el mercado internacional no sólo aparece muy conflictivo sino que, como todos pretenden cumplir esa meta, la misma se torna muy problemática.
Nuestro país varios años atrás logró que sus exportaciones treparan a los máximos niveles, alrededor de US$84 mil millones, pero en los ejercicios más recientes dicha actividad aparece en un “amesetamiento” preocupante cercano a US$58 mil millones, lo cual no sólo condiciona sino que exige realizar los máximos esfuerzos para recuperar el referido nivel precedente, dado que sólo así la economía argentina podrá recuperar su perdida dinámica de crecimiento.
El tema es de vital importancia pero hasta ahora no viene siendo, como correspondería, motivo central de análisis y gestión gubernamental. Incluso la reciente reunión del “Grupo de los 20” (30/11 y 01/12) inexplicablemente no ha sido adecuadamente aprovechada a tal efecto, evidenciando falencia conductiva.
Ello es así porque existen serias dificultades para incentivar el consumo privado y la inversión al par que se anuncia, con poco fundadas esperanzas, que a partir del segundo trimestre del presente año comience un sostenido crecimiento de las exportaciones, lo cual no será lo suficientemente firme como para revertir en forma total el índice negativo que exhibe toda la economía.

En el seno del Ministerio de Hacienda se ha revelado -además- que no piensan que “haya una depreciación de la moneda en 2019 y se supone que un tipo de cambio más estable que generaría condiciones pues está en niveles super competitivos”. A modo de conclusión agregaron que, luego de la suba del gas en octubre (30%) no habrá nuevos incrementos y ello, por lo tanto, contribuirá a atenuar las alzas.
Advierten que al elaborar el Proyecto de Ley de Presupuesto de la Administración Pública Nacional se tuvo presente que seguirá privando un contexto internacional volátil pero que mejorará notoriamente para nuestro país por influencia de una cosecha quizá record absoluto, tras un año 2018 en que la sequía causó serios estragos y, además. se espera que Brasil vuelva a jugar el rol de habitual principal comprador.
La mayoría de los economistas consultados consideraron que el ritmo inflacionario y el grado de estabilidad del tipo de cambio son las principales variables que requieren ser permanentemente objeto de atención y por ello están meciendo el máximo esfuerzo.
Debe tenerse muy presente que lograr que se cumpla la previsión para todo 2019 de un índice inflacionario promedio de 34% y una suba acumulada de precios de 23% al par que el producto sólo caiga 0,5% implica una mejora relativa importante, aunque en este aspecto los técnicos del FMI disienten pues han estimado que elevará a –1,6%.
Mayores dudas aún se ciernen sobre las reales posibilidades de que la cotización promedio del dólar se pueda mantener, como se consigna, en $40,10. De todas maneras hay unanimidad en calificar de “prudentes” las metas siempre que el mercado confíe en ellas y el FMI cumpla sin dilaciones ni recortes las remisiones de fondos.

Los índices que operan como condicionantes
La advertencia de que todo lo referido dependerá en alta medida de que haya ingreso de divisas suficiente para “mantener el dólar tranquilo”, impone un compás de espera.
Es obvio que para concretar todo lo previsto se reconoce como indispensable que haya una notoria disminución en el índice de riesgo país y este indicador no es fácil de avizorar previamente con cierta exactitud. Ello es clave ya que influye decisivamente en el posible ritmo de ingreso de capitales.
Otro factor importante es que rija un bajo grado de incertidumbre en cuanto a la economía que, aun así, será objeto de importantes ajustes para cumplimentar el exigido equilibrio fiscal por parte del FMI, sobre lo cual hay serias dudas de que se convierta en realidad.
Los observadores consideran que ello sólo será viable si las variables sociales se mantienen estables y sostenibles; sobre esto son muchos los que exponen sus dudas. Tal requerimiento es comprensible y lógico ya que, de cumplimentarse adecuadamente, coadyuvaría a disminuir el ritmo de la inflación.
Debe recordarse que todos reiteran que el ingreso de capitales constituye un factor imprescindible, pero no puede omitirse que ese objetivo se logre sin que varíe en forma considerable el tipo de cambio.
Este supuesto requiere, a su vez, coordinar que ese flujo de capitales que no opte por dirigirse a negocios financieros y esté dispuesto a permanecer por cierto tiempo en el país.
En las condiciones vigentes actualmente se torna muy relevante que las remesas del FMI sigan siendo recibidas en las fechas programadas para demostrar al mundo que se pueden cumplimentar en tiempo y forma las metas prefijadas, por duras que ellas sean.
En las condiciones actuales no hay otro argumento más poderoso que pueda actuar como “imán” y también es indispensable que en el próximo “año electoral” 2019, los candidatos que disputen el eventual triunfo muestren respeto mutuo pues es vital ofrecer un real “clima de sana convivencia”.

Los virtuales “imanes” para atraer capitales externos
En primer lugar se pretende que el tipo de cambio deje de ser una variable esencial como lo fue hasta fines de 2018, dado que las condiciones prevalentes en el mercado internacional suelen jugar un rol decisivo.
Los análisis en tal sentido no obedecen a pronósticos unánimes y ello puede llegar retrasar la esperada llegada de capitales. Varios especialistas estiman que el tipo de cambio fijado para regir este año está bastante subestimado y señalan como un factor de inquietud la cotización promedio establecida de $40,10. Se comprende que el Gobierno argentino pretenda atrasar “algo” dicha paridad pero se advierte que, paradójicamente, constituye una condición indispensable para frenar toda tendencia alcista.
Las hipótesis son múltiples y variadas. La mayoría entiende que el Presupuesto incluye “números posibles” y los detalles “conocidos” del acuerdo con el FMI; pero a la par insinúan que hay “cláusulas secretas” que son lógicas y no sorprenden.
Todos coinciden en la perspectiva de un “escenario moderado de crecimiento” y que es muy posible que se logre “estabilizar el mercado financiero”. Se menciona como una incógnita inquietante “el techo para la cotización del dólar”; dato que se considera fundamental para adoptar medidas en áreas muy importantes como la construcción, la fabricación de automotores y sus repuestos, así como en la evolución de a producción agropecuaria, esta última por ser la principal fuente proveedora de divisas.

Al margen del inexplicable derecho que se concede a los exportadores de no tener que ingresar en ningún plazo las divisas derivadas de las ventas externas, situación que no existe en ningún otro país del mundo y que beneficia muy especialmente a los mayores exportadores, las retenciones se prevé que puedan incrementarse hasta 33%, según se consigna en la ley de presupuesto pero ello no obsta para que -por vía de otra norma posterior- ese porcentaje se eleve o reduzca, según lo resuelvan los funcionarios del área. Es obvio que una eventual suba será un indicador de que existen mayores dificultades y viceversa.
En cuanto a las estimaciones que circulan tanto en los medios oficiales como privados con relación a 2018, el cotejo se ha realizado respecto a una economía que había retrocedido 4,2%, por lo que para que no haya equívocos comparativos corresponde tener en cuenta en tal supuesto cual es el punto de referencia. Algunos analistas adoptan el criterio de efectuar las comparaciones respecto al segundo trimestre de 2018 obviando tomar en cuenta que fue cuando los indicadores eran más desfavorables pero se debe esperar el final del tercer trimestre para realizar una racional elección.

Expectativas, dudas y fines requeridos
No todos los analistas emprenden la evaluación y adecuada selección de los indicadores disponibles para elegir entre ellos los más confiables con la prolijidad indispensable y, por ello, sus conclusiones suelen no conformar.
En el caso que nos ocupa, la muy diversa evolución de las diversas actividades impone un análisis bastante más escrupuloso. La actividad agraria aguarda que la cosecha 2018/19 constituya un récord histórico absoluto a la par que del sector industrial y una serie de servicios sólo se pretende que logren revertir su tendencia descendente que los caracterizó en los últimos tres años.
La economía en el presente año se destaca por la continuidad de una evolución muy despareja en que sólo algunas actividades superarán aceptablemente el estancamiento que caracteriza al país por lo menos desde principios de 2016 en adelante. Desde el punto de vista territorial, el interior de la provincia de Buenos Aires se aprecia como mucho mejor que su conurbano y ello también se advierte en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Existe gran expectativa por conocer en qué medida Brasil influirá o no en una firme y continuada recuperación de nuestra economía.

La vigencia del acuerdo con el FMI y las preocupantes condiciones que ello nos impone no asegura ningún éxito o que su intervención termine condenando al país a un obligado cuan desastroso “default”. La gran incógnita actual deriva de la imposibilidad de prever con cierto grado de certeza el eventual resultado de las elecciones generales que se verificaran entre octubre y noviembre 2019, pues las propuestas son poco menos que antagónicas. No son pocos los que consideran que aun en el caso de que triunfe la oposición no será nada fácil liberarse de los habituales condicionamientos que impuso el FMI. No obstante, cabe recordar que en 2005 se lo expulsó virtualmente del país al cancelar en un solo pago lo que se le debía, que sumaba por entonces US$9.840 millones.
El adelantamiento de las remesas crediticias del FMI persiguen un doble objetivo: en primer término apuntalar al Gobierno actual y al mismo tiempo condicionar muy severamente a la oposición si esta resultara electoralmente triunfante. Por lo tanto el horizonte aparece surcado por más dudas que certezas.

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