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Medicina del viajero para los adultos mayores que pasean cada vez más

INTERNACIONALES. En los últimos años se incrementó el número de viajeros adultos mayores que eligen destinos en todos los continentes
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El aumento de la expectativa de vida permite a esa franja de edad de la población viajar con mayor frecuencia. Cuáles son los cambios fisiológicos a los que deberán adaptarse o prevenir con una buena planificación

La proporción de personas mayores de 60 años que viaja está aumentando más rápidamente que cualquier otro grupo de edad en la población de casi todos los países del mundo. El aumento de la esperanza de vida abre las puertas a muchas actividades y plantea un desafío a los profesionales durante la consulta de previaje por las interacciones medicamentosas, la dificultad en la aclimatación y la mayor predisposición a contraer ciertas enfermedades.
“Es necesario que el adulto mayor haga una consulta con su médico de cabecera para realizar un chequeo y evaluar su estado de salud antes del viaje, especialmente si durante el mismo va a realizar actividades que le demanden un esfuerzo físico no habitual”, subraya Susana Lloveras, médica infectóloga argentina que preside la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero (SLAMVI). La especialista, junto al sitio especializado Intramed, enumeró una serie de cuestiones que deben tener en cuenta al emprender las vacaciones.
Advirtió que una serie de cambios fisiológicos de los adultos mayores, aun siendo sanos, los predisponen a mayor riesgo durante un viaje, mucho más aún si sufren de algún padecimiento crónico o se encuentran bajo tratamiento farmacológico.
Algunos de los cambios que pueden impactar negativamente durante un viaje en el adulto mayor son la disminución de la función cardiopulmonar que se produce con la longevidad y, a su vez, una respuesta ventilatoria más pobre a la hipoxia, en comparación con los jóvenes.
“La función renal sufre modificaciones y hay una disminución en la conservación de agua y sodio. La regulación de la temperatura corporal es menos eficaz y los adultos mayores tienen una capacidad disminuida de sudoración que les genera dificultades para la aclimatación, mayor tiempo para adecuarse a los cambios de temperatura y humedad como así también a la altura y cambios de husos horarios, entre otros”, ejemplificó Lloveras.
Con el paso de los años hay probabilidad de mayor riesgo de infecciones gastrointestinales. También hay disminución de la respuesta inmune celular, lo que puede significar una disminución de la capacidad para neutralizar los antígenos extraños y mayor riesgo de contraer enfermedades durante el viaje.
También existen cambios metabólicos que pueden ocurrir en personas de edad avanzada que les pueden generar una disminución de la tolerancia a la glucosa y una peor respuesta al estrés fisiológico y relacionado con el viaje.
Además, describió que “la grasa reemplaza el tejido muscular y se pierde fuerza muscular, lo que puede generar mayor fatiga ante un esfuerzo físico desmedido como manipular el equipaje, caminar largos pasillos y escaleras en estaciones de tren o aeropuertos. A su vez, hay pérdida de agilidad que aumenta la posibilidad de caídas y lesiones”. Sumado a lo anterior, el deterioro de la agudeza visual y auditiva puede agravar los problemas inherentes a la comunicación internacional y la adaptación a ciertos entornos durante los viajes.

Itinerario planificado
Los adultos mayores deben planificar “muy bien” su viaje, teniendo en cuenta no sólo el destino final sino también el itinerario y los riesgos presentes en cada lugar. Es aconsejable que realicen viajes planificados, preferentemente en tour, hoteles todo incluido (all inclusive) o cruceros en los que las actividades recreativas o los paseos son grupales y las comidas están planificadas.
En este tipo de viajes, además, muchas veces está asegurado el manejo del equipaje, el traslado, la movilidad, la asistencia médica y el adecuado descanso, lo que disminuye el riesgo en comparación con un viaje independiente y de aventura.
Además, deben realizar consulta a un servicio de medicina del viajero para realizar un adecuado asesoramiento antes del viaje.
“Esta consulta debe realizarse con suficiente antelación para poder indicar las medidas de prevención, idealmente debe realizarse como mínimo entre cuatro y seis semanas antes de la fecha de partida. Si el viajero padece alguna enfermedad previa, especialmente si es inmunocomprometido, la consulta debe realizarse preferentemente entre tres a seis meses antes de salir de viaje. Se debe realizar una evaluación individualizada del riesgo que toma en consideración el lugar exacto del viaje, el itinerario y factores individuales del viajero. Además, deben prestar especial atención a las inmunizaciones, la prevención de malaria y la diarrea del viajero”, concluyó Lloveras.

Medicamentos

La medicación que el viajero toma en forma crónica debe ser llevada preferentemente en el equipaje de mano. Debe calcularse suficiente medicación para todo el tiempo de estadía y para un tiempo suplementario (una o dos semanas más) por cualquier inconveniente que demore el regreso. Es recomendable llevar la misma cantidad de medicación en el equipaje que se despacha, ante la eventual pérdida o hurto de la que lleva en cabina.

Advertencia
Cuidados especiales en los viajes en avión

Cuando el viaje es en avión, las principales preocupaciones son las exacerbaciones de problemas médicos crónicos debidos a cambios en la presión del aire y la humedad; la inmovilidad relativa por el riesgo de enfermedad tromboembólica y el contacto estrecho con pasajeros que puedan padecer enfermedades transmisibles.
La Asociación Médica Aeroespacial publica directrices para la evaluación médica previa al vuelo y las personas con las siguientes condiciones cardiovasculares tienen contraindicación para un viaje aéreo:
• Infarto de miocardio ocurrido hasta dos semanas antes.
• Infarto de miocardio complicado dentro de las seis semanas previas.
• Derivación de arterias coronarias (by-pass) dentro de las dos semanas anteriores al vuelo.
• Angina inestable.
• Insuficiencia cardíaca congestiva grave descompensada.
• Hipertensión no controlada.
• Cirugía de revascularización coronaria 10-14 días antes.
• Taquicardia supraventricular o ventricular no controlada.
• Síndrome de Eisenmenger.
• Cardiopatía valvular grave sintomática.

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