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El mundo digital y, especialmente, Internet implican un peligro impensado para la propiedad intelectual. La reproducción, distribución y comunicación de las obras y elementos de este campo estaban predispuestas para la existencia analógica, con lo cual, la digitalización vino a realizar un cambio rotundo de paradigmas.
En el mundo “cibernatural” el usuario puede y, de hecho hace, infinitas copias de una obra, y no necesariamente con el ánimo de explotarla o usufructuarla indebidamente. En la mayoría de los casos el público replica de forma involuntaria, pero necesaria, para llevar a cabo la transmisión y visión de la obra en cuestión
Así tenemos infinitas “copias digitales» circunvalando el globo sin límite cuantitativo ni control alguno. Mientras tanto, nuestro sistema legal está diseñado para un mundo analógico, de obras “materiales” es decir impresas sobre papel, gravadas sobre cintas, pintadas sobre lienzo, etcétera, con lo cual, esto plantea una problemática: ¿cómo controlar lo incontrolable?
En virtud de la velocidad con que suceden los cambios, la tecnología digital sufre frecuentemente una adaptación para su encuadre forzoso dentro de esta obsoleta estructura. Sin embargo, es oportuno reconocer que el autor nunca tuvo un control absolutamente eficaz sobre su obra, pero en la red …..En la red sí que pierde el control de su creación, ergo, de su explotación.
La ineficacia de los viejos controles, es decir, la contabilidad de ejemplares de un libro, por ejemplo, son un problema de difícil solución. Anteriormente el escritor no sabía quién, cómo, cuándo ni dónde se adquiría su libro, ni quién lo fotocopiaba, lo pedía prestado, o simplemente lo leía en una biblioteca. Pero, existían medios que mitigaban el uso indebido para hacer posible una retribución de dichos usos, una compensación que los consumidores y titulares acordaban salomónicamente; por ejemplo, en España se impusieron los cánones por fotocopias.
Con la tecnología analógica, el control sobre la explotación de una obra era trazable, la edición o la radiodifusión de una tema musical o de un libro requerían una inversión económica importante que conformaba una barrera, que al menos generaba un obstáculo no tan fácil de superar y que minimizaba los casos de infracción.
Pero la tecnología utilizada en los soportes para la reproducción y edición ha evolucionado de manera tal que prácticamente cualquier usuario que tenga acceso a Internet y a banda ancha puede desde su hogar editar una película completa o tema musical a su antojo
El acceso irrestricto y masivo a la red que existe en la actualidad, junto a los programas de coparticipación de archivos, los denominados peer to peer generaron un usuario global liberado de restricciones, precisamente un consumidor que puede acceder a cuanta creación cultural circule en el ciberespacio mediante redes de intercambio como Edonkey, Kazaja, Ares, etcétera.
La afectación económica fue tan gigantesca como las bases de estas redes y ha golpeado drásticamente al sector audiovisual, ante tamaña pérdida de dividendos las distintas asociaciones de autores han puesto el grito en el cielo. Consecuentemente la «International Intellectual Property Alliance» ha confeccionado una lista negra de países integrada por : España, Camboya, Croacia, Laos, Macedonia, Burma o Vietnam, países cuyo nivel de piratería ha alcanzado niveles monstruosos .
Internet surge como una gigantesca Torre de Babel, un centro de reunión virtual de dimensión global que propone nuevas y diversas formas de relacionarse, de intercambiar y de conocer; pero también de generar comportamientos ilegales en los que se ha perdido el respeto por la propiedad ajena, en los que los derechos de propiedad intelectual son permanentemente vulnerados y desconocidos.
* Agente de la propiedad industrial ** Abogada
