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Reconocimiento

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Por Samuel Paszucki /  Contador –  Mediador – Asociación Mediadores de la Pcia. de Córdoba

Las personas necesitamos ser. Casualmente, esa necesidad viene a representar tres elementos imprescindibles para nuestras vidas: 1) Seguridad, 2) Expansión (posibilidades de) y 3) Reconocimiento. El reconocimiento depende del otro; muchas veces lo que buscamos es que se valore lo que hacemos o que el otro reconozca aquello que para nosotros constituyó una equivocación. En mediación el reconocimiento es imprescindible, sin él, difícilmente, podemos lograr un acuerdo.

El caso: Hace algunos años, Ricardo, padre de Nicolás, compró al contador Romero una fracción de campo más los derechos posesorios de otra fracción menor para regalarle a su hijo. La operación se hizo de buena fe y en ese entonces no se debían hacer verificaciones de ningún tipo en el momento de la compra. Pasados dos años de ese momento, cuando Ricardo intentó ocupar la fracción, cuyos derechos posesorios se compraron, la tierra no existía, por lo que no ha podido tomar posesión de ella.

La superficie comprada eran 24 ha. más los derechos posesorios de 10 ha. colindantes. Nicolás y su padre confiaron en el Cr. Romero acerca de la cantidad de hectáreas que había. Es más, de acuerdo con los dichos del contador, ellos creían que las 34 ha. estaban dentro del espacio alambrado. Cuando unos años más tarde hicieron la mensura, dentro de esos límites había sólo 24 ha. y ninguna manera de anexar las 10 ha. restantes alrededor.

Le hicieron varios planteos al Cr. Romero, quien siempre “tenía vueltas”, finalmente Nicolás, antes de la prescripción, resolvió entablar una acción judicial en contra del contador, la que fue remitida a mediación.

Como es habitual, la escritura se hizo por un valor diferente al real. Toda la fracción más los derechos se compraron en U$S 150.000 en la época del 1 á 1. La escritura se hizo en pesos y por un tercio del valor. Es decir, las 34 ha. se escrituraron en $ 50.000. El equivalente a las 10 ha. faltantes, de acuerdo con el valor escriturado sería aprox. $ 15.000 (realmente serían U$S 45.000).

En reunión privada con Nicolás, él manifiesta su interés en que las 10 ha. aparezcan, pero lo que más desea es que el Cr. Romero realice algún gesto para mostrar que se cometió un error. A Nicolás, de holgada posición económica, $ 15.000.-más o menos- no le cambian la vida. Aunque en un juicio, con los intereses judiciales por 10 años, la cifra sería importante. Quiere algún tipo de resarcimiento, necesita que el Cr. Romero haga algo que indique que las cosas estuvieron, al menos, confusas.

Al contador Romero este tema de la venta “lo tiene harto”. Nos comentó que él vendió las 24 ha. y los derechos de las 10 ha. colindantes y lo aclaró. Explicó que las 10 ha. estaban fuera del alambrado, pero los compradores no le prestaron mucha atención y no insistió. Romero nunca ocupó el campo. Cuando lo adquirió le dijeron que existía una puerta en el alambrado, al costado Este, por la cual se accedían a las otras 10 ha., de las que vendió los derechos, lo mismo que había comprado. Nunca supo si Ricardo y Nicolás entendieron lo que compraban. Total, la venta ya estaba hecha y a muy buen precio. Ahora, no sabe si existen esas 10 Ha. Si bien la escritura se hizo por un valor reducido, con intereses por diez años la cifra no sería una cuestión menor. En este momento quiere arreglar.

Enterados los mediadores de las dos versiones de la historia, en reunión conjunta se comenzó a trabajar en una solución a este tema. Las dos partes tenían voluntad de terminarlo. El Cr. Romero ofreció recorrer la zona para ver si las 10 Ha. estaban. A pesar de que esa posibilidad era remota, su ofrecimiento es aceptado. Pero, Nicolás aclaró que ésta era la última oportunidad, que en la próxima reunión la mediación se cerraba, con o sin acuerdo.

Cuando nos reunimos nuevamente, el contador manifestó que las 10 Ha. efectivamente no estaban. Y comenzaron las negociaciones. En privada, Nicolás manifestó, nuevamente, que necesitaba que el contador aceptara la venta poco clara. A solas con el Cr. Romero, trabajamos la opción de seguir con el juicio: como hombre de números que era se dio cuenta que la aplicación de intereses, sobre todo si eran compuestos, transformaría la cifra en una enormidad y eso no le convenía. Finalmente aceptó que la operación fue algo errática, pero con responsabilidad para ambas partes, es decir, admitía 50% de la suma demandada más los intereses simples.

Nuevamente a solas con Nicolás los mediadores trasmitimos la oferta aceptada por él a condición de que el pago fuera de contado y que él recibiera el total, es decir con costas y honorarios de los mediadores a cargo de Romero. Nos dijo que estaba muy satisfecho con la mediación, ya que finalmente Romero reconoció que las cosas no se hicieron correctamente y eso era lo que él necesitaba.

Al momento de indagar el domicilio de pago se decidió que fuera en la casa de Nicolás. Fue entonces cuando los mediadores nos enteramos que eran vecinos y que este asunto del campo había resentido la relación de amistad que tenían, lo cual era reprochado permanentemente por las esposas de ambos.

Resarcimiento y recomposición de relaciones, todo al mismo y módico precio. ¿Dónde si no en una mediación?

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