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Quien no participa de las decisiones suele quedar fuera de los resultados

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Por Luis Esterlizi (*)

“La historia nos enseña que es imprescindiblemente necesario promover la ética individual primero, desarrollar la consecuente conducta social después y finalmente desprender de ellas la conducta económica. La libertad se instala en los pueblos que poseen una ética y es ocasional donde esa ética falta. Al mismo tiempo, los pueblos han comprendido que no deben permanecer indiferentes ante los problemas políticos nacionales y que deben adoptar la decisión de ser protagonistas de su historia. Por eso, el cambio ya no consiste en una abstracción vacía. Es que todos advierten con claridad que si no participan del cambio, éste no responderá a sus reales necesidades”.
El Proyecto Nacional

Una aciaga realidad

Resulta inexcusable omitir una opinión fundada en realidades comprobables sobre los acontecimientos políticos, económicos y sociales vividos en estos casi 40 años de democracia ininterrumpida, cuando una crisis recurrente e incomprensible la define a la perfección. Es la decadencia de muchos dirigentes como la ineficiencia y decrepitud de determinadas instituciones públicas y privadas, que para revertirlas –inexorablemente– deberemos producir un verdadero cambio de época.

Hemos comprobado cómo partidos y coaliciones jamás intentaron lograr la unidad de los argentinos ni integrar -en un proyecto de país y comunidad- a los sectores organizados del pueblo (y todas las provincias y territorios), definiendo y ejecutando un programa político, económico y social para salir del estancamiento y la degradación, y así perfilar un futuro promisorio.

Muchas de las gestiones de gobiernos elitistas, personalistas y autócratas que no asumen con la responsabilidad debida la gravedad y profundidad de los problemas sociales (sólo por mera especulación electoral), responden con propuestas coyunturales.

Por otra parte, ante la incapacidad de discutir propuestas arraigadas en las semblanzas nacionales, sus procederes terminan impregnados de dogmas marxistas o liberales o réplicas de opciones foráneas. De esta forma se alientan divisiones con ideologías extrañas que nos alejan de nuestra historia, valores y virtudes primordiales, resintiendo la solidez de nuestra autoestima, tan necesaria para poder sortear definitivamente, la crisis que padecemos.

Así, años tras años, fuimos timoneados como barco perdido en el mar de la decadencia, mientras dicho modelo formateaba una anodina institucionalidad mediante el continuismo de erráticas políticas públicas; generando con el tiempo una profunda degradación social en amplios sectores populares.

Al hundirlos en la pobreza extrema, se entregaron muchas facetas de esas vidas al narcotráfico, la delincuencia y la informalidad, logrando a su vez la penosa resultante de miles de niños y jóvenes que no obtuvieron de sus padres y abuelos la transmisión de la cultura del trabajo. Esto repercute negativamente para coadyuvar en el crecimiento de miles de pymes e impide también lograr un país productivo e industrial en manos de una sociedad íntegramente realizada.

También observamos cómo, a pesar de esta realidad y de un modelo educativo que sigue sosteniendo ciertas estructuras arcaicas, resulta fundamental su conexión con el sector productivo y laboral para enfrentar los desafíos actuales.

Además, para completar el escenario educativo-laboral deberíamos involucrar a la sociedad y permitir que la docencia y el alumnado accedan a capacitaciones de excepción con el propósito de ensamblar la teoría con la práctica laboral y con los nuevos perfiles y modalidades productivas que hoy se extienden por todo el mundo.

La comunidad organizada y el cambio de época

A más de un año y medio de las próximas elecciones, la dirigencia y los partidos están absorbidos por luchas intestinas con más críticas que propuestas, y siguen tan alejados de las soluciones definitivas que sólo auguran repetir fracasos anteriores.

Si esa importante diversidad conformada por partidos y miles entidades intermedias obra con ética, moral y compromiso social consensuando un proyecto común, dicho proceso constituiría un hecho relevante y trascendente.

Por eso, sostengo que para conformar una sociedad organizada necesitamos poseer una concepción evolucionada de lo que significa la unidad y organización de las distintas entidades sectoriales, políticas y sociales. Sobre todo para enfrentar una crisis tan profunda como la que hoy nos acosa.

Debemos comprender que la sociedad está acorralada por los despropósitos del modelo actual y no cuenta con tiempo y tranquilidad para advertir de que hoy las decisiones son un privilegio de los tres poderes del Estado, dejando a un costado al pueblo, que es el factor más importante de la democracia.

Cuando las políticas públicas no consiguen resolver los dilemas sociales o sectoriales, cada organización protesta por separado y cada sector u organización programa la forma, el tiempo y modalidad del reclamo. Esto les permite a los gobiernos negociar términos y alcances por separado, terminando siempre en respuestas no definitivas.

Superar estas instancias significa cambiar la táctica empleada y pasar de la protesta a la propuesta, marcando aspectos que me parecen primordiales:

  1. Unificar propuestas estructurales, sin aditamento ni connotación partidaria. Así evitamos confusiones o interpretaciones equivocadas entre los sectores, mientras los gobiernos se verían obligados a dar respuestas integrales, no sólo paliativas.
  2. La práctica que consistía en dividir para reinar favorecía la estrategia de muchos gobernantes. Pero si la estrategia de la sociedad amenazada en su conjunto es estar organizada y asumir una conducta unificada, se proponen políticas públicas integrales y permanentes.

Es bueno reconocer que algunos organismos municipales, provinciales y nacionales intentan conciliar con las propuestas de las entidades; pero, tal vez por una visión y comprensión acotadas de lo que sucede en el mundo, sólo ofrecen una apertura para intercambio de ideas y desaprovechan el valor estratégico de la complementación entre sociedad y gobiernos para la toma de decisiones y sus implementaciones.

Hoy la comunidad sufre la realidad en carne propia. Cada uno de estos estigmas lacera todos los niveles y sectores e insta a las entidades sectoriales, políticas y sociales a la imperiosa necesidad de asumir el compromiso de promover una clara y profunda complementación entre lo público y lo privado.

El protagonismo social

Como integrante del Foro Productivo de la Zona Norte (FPZN) creo importante comentar algunos hechos auspiciosos. Quiero demostrar que no todo está perdido, ya que muchas organizaciones sectoriales y sociales intensifican su movilización para concretar parte de su responsabilidad social.

En un proceso de reestructuración operativa, cambios en los estatutos y llamado a una asamblea, el 30 de junio, para renovación de autoridades, la actual comisión directiva presidida provisoriamente por la vicepresidente, Mónica Vaccaro, convocó a una veintena de empresarios socios del foro. La intención es opinar y analizar en conjunto las problemáticas que afectan el trabajo y la producción de las pymes.

Más allá de comentarios previos sobre los impuestos distorsivos, aumento desmesurado de las tarifas, problemas de importación de insumos que afectan la producción local, lo que nos llevó gran parte de este conversatorio fue la falta de mano de obra capacitada que hoy reciente el proceso de producción en casi todos los rubros.

Este análisis nos trajo una triste conclusión: el modelo educativo en general quedó desconectado del proceso que vivió y aún padece Argentina.

Nos encontramos aparte de imposiciones gubernamentales que impiden el despliegue productivo y tecnológico, con el dilema de sectores del trabajo que ven disminuir día a día sus planteles, mientras las nuevas incorporaciones vienen despojadas de los elementales conocimientos mínimamente exigidos.

Para superar esta tragedia no sirven los reclamos ni las protestas. Debemos poner sobre nuestras espaldas la enorme responsabilidad de proponer soluciones y una participación activa, acompañada por profesionales y técnicos, educadores y organismos que decidan unírsenos para encarar un trabajo de conjunto con el fin de:

  • Instruir rápidamente un diagnóstico que sincere el perfil técnico faltante, similar a lo que fue planteado en 2011 por el ingeniero especialista Luis Gómez Orsini en su libro Bases y estrategias para la educación técnico-profesional. Por ese entonces, muy oportunamente apuntaba a definir estrategias compartidas con el sector productivo.
  • Extender esta iniciativa a todas las cámaras y asociaciones que evidencian similares situaciones, para coordinar acciones que converjan en dicha problemática.
  • Plantear dichos objetivos a universidades, organismos oficiales, dirección de escuelas técnicas, etcétera, para diseñar y compartir actividades.

Por último, reitero: si como comunidad organizada no participamos de las decisiones esenciales sobre lo que realmente necesita el campo del trabajo y la producción, será muy difícil obtener de los gobiernos, centros académicos o institutos técnicos las respuestas acordes a dichas necesidades.


* Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba

Comentarios 1

  1. Coincido con el planteo y espero que logremos hacer llegar esta necesidad a mucha gente para transformar a la grita en veredas en la que podamos caminar todos en distintas direcciones sin otro objetivo más que el de llegar a cumplir los compromisos porque siempre se suma desde cualquier lugar.

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