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Los tiempos de coronavirus

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Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **

Al momento de escribir la presente columna, nuestro país tiene 34 infectados confirmados de coronavirus, dos muertos y tres pacientes que ya se han recuperado, mientras 400 personas aún están en estudio.
En nuestra columna del 26 de febrero titulada “Epidemias y facultades sanitarias públicas”, nos referimos a la necesidad de tomar medidas preventivas. El 1 de marzo se produjo la primera internación en nuestro país por esa causa.
Hablábamos en aquel espacio de la necesidad de reconfigurar una autoridad sanitaria ágil, profesional, dotada de medios y de las facultades necesarias para tratar de modo integral problemas de esta índole.
Tal vez porque somos el país más austral del planeta o por algún grado de soberbia que nos hace pensar que somos mejores que el resto del mundo, o más indemnes, creemos que lo que pasa en el mundo nunca nos va a alcanzar.
Es lo que sucedió con el coronavirus. Pasamos de la descalificación del problema (valen como ejemplo los dichos de Ministro de Salud en cuanto a que le preocupaba más el dengue, pasando por la comparación que rozó el mal gusto de un ex presidente cuando dijo que el populismo era peor que esta enfermedad), a una forma de desesperación por el temor a la enfermedad (comprar todo lo posible en los supermercados y desabastecer las farmacias de barbijos o alcohol en gel, por ejemplo), en pocos días.

Histeria social
Gran parte de la culpa por la histeria social en alza la tienen, jugando con el descreimiento y la sobreactuación las fake news, los opinólogos y los comentarios malintencionados. Actitudes que conspiran para tomar y tratar el asunto con la seriedad y mesura que se merece. ¿Por qué será que cualquiera cree que puede dar consejos de cómo hacer frente a la pandemia?
Por eso debe recalcarse, en sociedades como la nuestra, lo que tendría que ser evidente por sí mismo: los temas de salud deben ser tratados por especialistas en el área y los que son tan específicos, por especialistas en la materia en atención a lo delicado del asunto. El resto de los comentarios, de buena fe o no, sólo sirven para generar mayor confusión.
Sería bueno seguir el ejemplo del director técnico del Liverpool, Jurgen Klopp, quien en una conferencia de prensa, consultado por el tema del coronavirus, respondió: “Lo que no me gusta en la vida es que para hablar de algo muy serio la opinión de un entrenador de fútbol sea importante. No lo entiendo, realmente no lo entiendo”.
“Si yo te pregunto a tí, estás en el mismo rol que yo. Así que no, no es importante lo que digan las personas famosas. ¿Por qué a mí? Yo sólo llevo una gorra de béisbol y estoy mal afeitado. Hay que hablar de las cosas de la manera correcta y no (deben hacerlo) las personas sin conocimiento, como yo, que hablan de algo que no saben. Son las personas con conocimiento las que deberían decirle a la gente que haga esto o lo otro y si esto está bien o no. No los entrenadores de fútbol. No entiendo de política o del coronavirus”, continuó.
Una buena amiga puso algo muy interesante en su muro de Facebook: la historia de una persona que se cruza con la peste en el desierto y ésta le comenta que va a Bagdad a matar 500 personas en una epidemia. Luego, esta persona se entera que allí murieron 5.000. Cuando se cruza nuevamente con la enfermedad en el desierto le recrimina que le mintió, que no fueron 500 sino 5.000 las personas que mató. Entonces la peste le replica: “Yo maté sólo 500. El resto murió de miedo”.
En los momentos críticos, la ignorancia, la falta de espíritu cívico, la ausencia de solidaridad social y el hablar sin conocimiento del tema pueden matar tanto como la misma epidemia. Tengamos eso en claro.
En tanto, seguimos esperando que el Estado deje de ir tras la coyuntura y se establezca un órgano sanitario interagencial e interjurisdiccional que, de manera integral, actúe frente a este tipo de hechos que se han transformado ya en algo recurrente en nuestro tiempo.

(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.
(**) Abogado. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.

Comentarios 1

  1. Luis M Bertona says:

    Excelente artículo . Coincido de que el peor virus es el miedo, pero igual debemos cuidarnos y cuidar y al resto. Debemos ser responsables, como todo en la vida, no solamente en éste caso.
    Felicitaciones al Dr. Carlos Krauth y al Dr Luis Carranza Torres

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