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Los conflictos y los costos ocultos

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Por Héctor Hugo Díaz, exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA

Una de las características que se le atribuyen a la mediación es su menor costo, sobre todo en relación a un juicio. Ahora bien, cuando se pretenden cuantificar los costos de un conflicto surgen claramente aquellos que son explícitos por la manifestación económica que implican: aranceles, honorarios, gastos necesarios, costos de pericias, gastos por reparaciones, gastos médicos, etc.

Pero hay otros costos que no tienen expresión económica, aunque pueden llegar a ser, al menos en la gran mayoría de los casos, más importantes en cuanto a lo que representan para la integridad y bienestar de las personas. Esos valores no son económicos, aunque deriven en muchos casos de la pérdida de riqueza material y se busque reponerla.

Esos costos no explícitos, a los que podríamos llamar “ocultos” a la mirada económica, y que después se pueden identificar claramente por sus síntomas, son los que efectivamente se generan ante la existencia de conflictos de las más variadas formas y magnitudes, según cómo cada persona los vive, los siente, los experimenta. ¿Somos generadores de conflictos? ¿Los evitamos todas las veces que se pueda?
O al menos, ¿los minimizamos? No abundaremos en las consecuencias del estrés en las personas -las sabemos o las podemos indagar- pero sí destacaremos que sus huellas pueden quedar marcadas en todo el camino que se siga después del conflicto; ni hablar si éste no tuvo el cierre adecuado, y más aún, si no se cerró nunca.

Los costos ocultos o no explicitados económicamente de un conflicto son los que producen el desgaste personal mental, físico y espiritual; las tristezas, preocupaciones y frustraciones son las que mellan nuestra existencia, las que enferman y hacen perder buenas condiciones y un tiempo de vida que es precioso e irrecuperable, salvo que logremos ser resilientes. Y este es uno de los objetivos de los procesos de mediación, por ello es que podemos afirmar que la gestión del conflicto a través de este proceso es menos costoso.

Pueden darse millones de fórmulas para tratar de medir esos costos y tal vez no puedan o alcancen para darles un valor. Hasta podría decirse, ¿qué beneficio tiene su valoración económica si lo importante es evitarlos o minimizarlos? Tal vez, en la mente humana una valoración económica concreta la acercaría más a visualizar la necesidad de prevenir, de evitar conflictos… o de manejarlos mejor, ¿sería así?

Tal vez la medición del estrés y las variables de la salud mental y física de la población nos brinden sí, datos que nos aproximen a situaciones de valor económico, como los que pueden ofrecer las actividades pública y privada en medicina, en seguridad, en administración de justicia, por lo que invierten en prevención y en curación, en actuaciones diversas. Encontraremos seguramente, correlación en las edades promedio que alcanzan las poblaciones de distintas partes del orbe y sus expectativas de vida con calidad. Algunos resultados pueden ser asombrosos por lo bueno o por lo malo. Una sociedad feliz… una sociedad triste…, consecuencias distintas.

Cuando un conflicto se manifiesta, debemos procurar que se solucione en el menor tiempo posible y de la mejor manera para las partes, aunque para cada una de ellas no sea lo máximo esperado desde su punto de vista. Si los participantes se dan por satisfechos con el resultado obtenido, se revelará a la vista la porción llena del vaso, los beneficios de la resiliencia se manifestarán en sentirnos fuertes por superar problemas, con paz interior, con el horizonte lleno de posibilidades para disfrutar del don de la vida. Estaremos en la zona de Beneficios, de Ganancias, en el olvido de los costos…

Se me ocurre que todos deberíamos trabajar en pos de la mesura, la ecuanimidad, la humildad, la proactividad, para disponer de equilibrio en el trato, grandeza en las manifestaciones, respeto por la palabra, voluntad de hacer el bien llevando a cabo lo que está bien, positivismo en las propuestas, porque, en definitiva y sin dudas, con ello se minimizarían los conflictos o se tratarían de otra manera (mejor) las soluciones a aquellos problemas que no se puedan evitar. Y otra vez encontramos, en el proceso de mediación, que los costos se minimizan si se cumple su objetivo que es la satisfacción de los intereses de todos los intervinientes, entendiendo que no sólo hablamos de intereses económicos, sino afectivos, de reconocimiento, de pertenencia; no se trata de ganar más sino de que cada parte obtenga lo que necesita.

La felicidad propia y la de otras personas está en buscar la Solución efectiva de conflictos cuando éstos son inevitables. Gran parte de la riqueza personal (no la de bienes materiales) se alcanzará a través de los valores que la persona ejercite: su trascendencia social hasta más allá de su propia vida.

* Contador público, MBA

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