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Lo mágico y esencial del compromiso público

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Por Luis Carranza Torres (*) y Carlos Krauth (**)

La semana pasada escribíamos, a raíz de los incendios en Corrientes, sobre la ineficacia del Estado y la necesidad de que nuestros funcionarios de una buena vez tomen el toro por las astas y cumplan con las funciones para las cuales fueron elegidos. Como siempre sostenemos, esta falta de cumplimiento de sus obligaciones funcionales es una de las causas por las cuales la gente descree de las instituciones y busca solucionar sus problemas de manera particular, camino que en muchos casos es más efectivo y transparente.

La colecta que hizo el influencer Santiago Maratea, destinada a ayudar a esa Provincia, a sus ciudadanos y a quienes trabajan en serio para extinguir los incendios y enfrentar los inconvenientes que éstos están produciendo, mostró un claro ejemplo de lo que venimos sosteniendo. Recordemos que el influenciador empezó una campaña destinada a juntar fondos para colaborar en la lucha contra el fuego y recaudó cerca de 150 millones de pesos  en menos de 24 horas.

Conocida la noticia, se generó el debate acerca de ella. Muchas voces se levantaron para indicar cómo, cuando mucha gente cree en la nobleza de un fin, está dispuesta a colaborar con lo que esté a su alcance. En este sentido, escuchábamos a un analista destacar cómo la sociedad rechaza el pago de impuestos mientras que, cuando se trata de ayudar, lo hace como una obligación moral.

Justificaba este actuar, entre otras cosas, la credibilidad de quien iniciaba la colecta, la trasparencia en el destino de los fondos y el hecho de que el dinero aportado se usaría en su totalidad en el combate contra los incendios. Frente a esto, señalaba que el presupuesto 2022 para el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), que depende del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, es de $6.700 millones de pesos, de los cuales el Gobierno nacional había destinado hasta ese momento solo 200 millones (ahora sumó una cifra bastante mayor) para financiar la lucha contra el fuego en la provincia de Corrientes. 

Mientras tanto, una comitiva del Ministerio de Ambiente, encabezada por el secretario de Control y Monitoreo Ambiental, junto con gente del Instituto Brasileiro do Meio Ambiente e dos Recursos Naturais Renováveis, visitaba el Santuario de Elefantes Brasil con el objeto de controlar las instalaciones del establecimiento al que se trasladó a la elefanta Mara desde Argentina.  Según lo informado en la página del ministerio, el día 11 pasado: «La finalidad de la visita concertada por la Brigada de Control Ambiental (BCA) de la cartera nacional fue relevar in situ las características de las instalaciones del establecimiento ubicado en el Mato Grosso y las condiciones sanitarias en las que se encuentran los animales que allí se alojan». La fuente informa que «luego de la fiscalización, se realizó una capacitación que tomaron los agentes del cuerpo de control argentino, brindada por el nombrado organismo brasileño de control en materia de cooperación internacional para la lucha contra el tráfico ilegal de vida silvestre».

En un país donde se propugna un «Estado presente», que el «Estado te cuida», entre otros conceptos, al punto de convertirlo alguno en una suerte de entidad omnipresente, la realidad muestra en lo que ocurre en Corrientes, como en tantos otros casos, cómo la expansión casi al infinito de nuevas funciones del Estado va en detrimento de su eficiencia, y aun de su eficacia para dar la debida respuesta en sus funciones básicas, seguridad, justicia, salud, educación, ámbitos tan básicos que terminan siendo cubiertos por la iniciativa privada. Se corre el riesgo de llegar a una paradoja riesgosa: un Estado que se encarga de lo superfluo o de aquello que otros pueden hacer, a costa de descuidar lo esencial. 

Esto lamentablemente es pensado por no pocos, lo que debilita nuestras instituciones al generar en la población la necesidad de buscar respuestas a sus problemas de manera individual, las que, sin una debida coordinación o control, no siempre sale bien. 

Creemos que no es éste el caso, ya que lo que logró Maratea -y tantos otros que se encargaron de manera particular de buscar ayuda ante este desastre- es una tarea que debe ser reconocida y reivindicada. Como lo hicieron los bomberos de la localidad de Berón de Estrada quienes, en un mensaje a Santiago Maratea, dijeron: «Buenas noches señor Santiago Maratea. Éste es el Cuartel de Bomberos Voluntarios de Berón de Astrada quien le dice ‘infinitas gracias’. Gracias por tenernos en cuenta, gracias por la donación. Hasta el momento no teníamos ningún móvil autobomba para combatir los diversos o múltiples focos de incendios en nuestra localidad y zonas vecinas. Esta herramienta de trabajo nos viene de maravillas. ¡Gracias Santiago Maratea!».

Vemos en ella la parte buena: el compromiso público de muchos ciudadanos, catalizado por este influencer. Algo que, debemos recordar siempre, es el único combustible que puede asegurar que la llama de la democracia y la libertad alumbre, aun con algo de sombra, entre nosotros.

(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas

(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales

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