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Laudato si’: el beligerar infame

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Por Gonzalo Fiore Viani
Especial para Comercio y Justicia

En momentos tan críticos para el futuro de la humanidad, se cumplen cinco años de la encíclica Laudato si’, la primera escrita íntegramente por el papa Francisco, en 2015. Su lectura hoy trae importantes lecciones para el cuidado del ambiente y la casa común. 

Anticipándose a su tiempo, con lecciones que pueden sernos muy útiles a los individuos y a las sociedades occidentales del siglo XXI, el filósofo alemán Immanuel Kant proponía una república mundial (Weltrepublik) o el Estado de los pueblos (Völkerstaat) fundada en el derecho de la ciudadanía mundial (Weltbürgerrecht). Esto, dice Kant, es la primera función de la “hospitalidad general”. Para Kant esto sólo puede surgir de la cooperación legalmente ordenada, de una ley fuerte y vigente que institucionalice la cooperación entre todos los Estados y los pueblos, un respeto de los derechos que daría lugar a una comunidad de paz para poner fin definitivamente “al beligerar infame”. 

De esto se trataría, como bien dice el papa Francisco, “cuidar la casa común”, para el uso responsable de todos los seres humanos.

Francisco, en Laudato si’, profundiza en los temas que lo obsesionan. La política por sobre la economía, un sistema productivo que ponga al ser humano en la centralidad y no al capital, y el cuidado del ambiente, lo que él llama la “casa común”. 

Laudato si se suma a la rica tradición de otras célebres encíclicas como la Rerum Novarum, de León XIII, clave en la conformación de la Doctrina Social de la iglesia Católica, o la Popolorum Progressio de Pablo VI, extremadamente influyente, tanto en la Teología de la Liberación como en la Teología del Pueblo. 

Francisco se une a esa gran tradición social de la iglesia, asegurando que su pensamiento sea estudiado por las futuras generaciones. Más que sólo un marco teórico, lo que escribe Francisco es una llamada a la acción, a “hacer lío”. 

Haciendo un paralelismo con el constitucionalismo, si la Rerum Novarum se preocupó por los derechos de primera generación y la Popolorum Progressio hizo lo propio con los de segunda, Laudato si’ viene a echar luz sobre los de tercera. Los que conciernen no sólo a individuos particulares sino a la humanidad toda.

Si algo nos demuestra la pandemia es que necesariamente la humanidad debe cambiar sus hábitos diarios de producción y de consumo para lograr el cuidado de la casa común. No se puede continuar con el consumo de productos animales ya sea para alimento o vestimenta a los niveles que se viene haciendo.

Es imprescindible parar con este ritmo de producción, consumo y descarte a costa de la salud del ambiente. 

Tampoco se pueden tolerar ya los niveles de marginalidad y exclusión existentes: millones de seres humanos no pueden acceder a un derecho básico como es el agua. 

Hace exactamente cinco años, Francisco escribía en Laudato si’ la necesidad de «limitar al máximo el uso de recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar». 

Si no ponemos al ser humano en la centralidad, en lugar de al dinero, no hay futuro posible. Ni fin a la vista del beligerar infame contra nuestra casa común.

 

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