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La oposición dialoguista vs. la estrategia de Milei: el federalismo y el proyecto nacional

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Por Luis Esterlizi (*)

Definir la estrategia Nacional

Al momento de escribir estas reflexiones, en la Cámara de Diputados de la Nación se discute la “ley ómnibus”, produciéndose objeciones, correcciones y rechazos, que obligan al presidente Javier Milei a iniciar negociaciones con la “oposición dialoguista” en la que se entremezclan intereses personales y particulares- Milei dice que será fácil porque los considera “estúpidos y coimeros”. 

Hacia la tarde del pasado viernes 2 era aprobado en general dicho engendro autocrático gracias al apoyo de la “casta”, hoy como “oposición dialoguista”, incluyendo la posibilidad de otorgarle al Presidente el poder supremo del Estado, por un año.

Mientras esto sucede, queda como evidencia la falta de críticas a las medidas implementadas actualmente por Milei, especialmente las realizadas por uno de los representantes de la “oposición dialoguista” de Córdoba, no haciendo ninguna alusión sobre las políticas implementadas a partir de la asunción de Milei.

Nada dijo que por causa de los aumentos excesivos de combustibles, impuestos, tarifas y servicios se produjo la estanflación proyectada por La Libertad Avanza (LLA), cumpliendo con lo prometido al Fondo Monetaria Internacional (FMI), sin mencionar o decir adónde nos puede conducir estratégicamente la continuidad de dichas políticas.

Lo evidente es que se ha generado en los sectores empobrecidos y la clase media un proceso recesivo que conmueve el mercado interno y amenaza la existencia de miles de pymes, ello sumado a la paralización de las obras públicas, lo que cercenan -en gran parte- el poder de consumo y productivo de Argentina. 

Yo pregunto, ¿ha conseguido el Sr. Presidente ganarse la confianza y el respeto de la “oposición dialoguista”, como para que se le otorgue un año de superpoderes? ¿Saben los congresales -con certeza- cuál es el proyecto estratégico futuro de Argentina que retumba en la cabeza del presidente Milei de acuerdo a su ideología liberal libertaria y sus conexiones con EEUU, Inglaterra y el gobierno de Israel?

Además: ¿cuál es el plan estratégico que nos ofrece la “oposición dialoguista”? ya que nadie ha dicho claramente su proyecto y todos se han dedicado a introducir modificaciones a este megaproyecto de LLA, como si la concepción de dicha ley los hubiera envalentonado o tal vez porque la “oposición dialoguista” -fuertemente contagiada por derecha o por izquierda por el neoliberalismo durante 40 años- terminó por convencerlos.

O quizás, acompañando la idea de conseguir el déficit cero, privatizando o achicando las empresas estatales, paralizando las obras públicas, despidiendo empleados y achicando las áreas administrativas, aumentando excesivamente los impuestos, los servicios, vendiendo tierras al extranjero, o destruyendo el perfil productivo y laboral del país, etcétera. 

¿Ignoran acaso que esta “ley ómnibus” es para preparar el terreno, y de este modo ejecutar la segunda etapa, que es pagar las deudas al FMI y a los fondos buitres, con el negociado y las ventas de las empresas privatizadas, entregando recursos estratégicos, venta de tierras, etcétera? Hechos que nos retrotraen a un país sin desarrollo industrial y tecnológico, sólo proveedor de materias primas y commodities, como una gran factoría al servicio de los intereses aliados en esta guerra contra Argentina.

Esto confirma que el proyecto de nuestro país no ha estado nunca en la preocupación de esta dirigencia, por estar comprometida con las peleas por el poder y el manejo del Estado para beneficio personal o tal vez por carecer de una visión estratégica de lo que acontece en el mundo y no saber qué proyecto independiente proponer para Argentina.

Por último, considero que el Presidente -por sí solo- no puede someter a todos los ciudadanos a sus designios, ya que su propuesta fue votada originariamente por 30% de los votantes y, luego, con los votos de la “oposición dialoguista” alcanzó 54% de los votos emitidos.

Por lo tanto, una recuperación ética y moral de la política debería exigir la renuncia de todos los representantes elegidos por el pueblo a sus respectivos partidos y coaliciones, para gobernar exclusivamente al servicio del pueblo argentino, si no quieren seguir siendo “la casta”.

El federalismo

Con respecto al federalismo, comprobamos cómo gran parte de la dirigencia y el propio Presidente no han tenido en cuenta su importancia, sabiendo que está contenido en nuestra Constitución Nacional en su Art.1°, ya que las provincias argentinas son territorios que integrados conforman el territorio nacional y que -más allá de sus independencias institucionales- son fundamentales en la solución de los problemas tanto internos como externos del país en su conjunto.

Esto infiere que las políticas de Estado del Presidente deben estar comprometidas con el federalismo y que -al igual que la de los gobernadores- deben velar por la soberanía de los recursos, territorios, mares y ríos de Argentina. 

Muchos gobernadores, llevados por el interés plausible de defender sus provincias, suelen alejarse de los problemas existenciales y futuros que tiene Argentina, como la posible integración en la conformación de un nuevo orden mundial multilateral, con el protagonismo de todas las naciones soberanas. 

Sucede que, por estar sometidas durante 40 años a los conceptos del neoliberalismo, las provincias se aislaron junto con sus propuestas y recursos, en lugar de integrarse al ordenamiento nacional, para que -en la realización del país- cada una lograra su realización. 

El fin de la política promovida por LLA es diferenciar, reducir y enfrentar a cada uno de los factores políticos, económicos y sociales en sus existencias y funciones con el propósito de agrandar diferencias, buscando una mayor división de las fuerzas y, de esa forma, someter al conjunto. 

El proyecto nacional

Ahora llegamos al punto por el cual los argentinos nunca empezamos cuando debemos superar definitivamente la tremenda crisis que nos acosa -que es consensuar entre todos los argentinos un proyecto nacional-, definiendo su carácter, su institucionalidad, así como la finalidad común que nos contenga a todos por igual.

Esto es ponerle fin a las influencias de experiencias ajenas si es que pretendemos configurar un modelo de gobernanza netamente argentino -partiendo de nuestra historia, valores y virtudes, como de la conciencia social y organizacional del pueblo-, dejando de lado los años corrompidos por la democracia liberal, no sólo por su incapacidad de contener y satisfacer al pueblo organizado sino por su endiablado propósito de someternos a la dependencia del poder financiero internacional, como lo demuestran los más de 400.000 millones de dólares de deudas ficticias, ilegales e ilegítimas.

Es decir, la estrategia del pueblo es concretar un modelo argentino de gobernanza, como parte del proyecto nacional de Argentina, adoptando el camino de la liberación nacional y contra la dependencia que hoy intenta el actual Presidente bajo los designios de EEUU, Inglaterra e Israel o cualquier otro imperio.

Perón, en su Modelo argentino para el Proyecto Nacional dice: “Nuestra Patria necesita imperiosamente una ideología creativa que marque con claridad el rumbo a seguir y una doctrina que sistematice los principios fundamentales de esa ideología. Para ello, debemos tener en cuenta que la conformación ideológica de un país proviene de la adopción de una ideología foránea o de su propia creación. Con respecto a la importación de ideologías -directamente o adecuándose- se alimenta un vicio de origen y es insuficiente para satisfacer las necesidades espirituales de nuestro pueblo y del país como unidad jurídicamente constituída.”

Por lo tanto, la misión fundamental que debemos realizar los argentinos con las nuevas generaciones, es conformar un movimiento nacional, que oficie de conexión entre todas las entidades políticas, sociales, gremiales, empresarias, educativas, científicas, etcétera, impulsando las políticas públicas que fortalecen una comunidad organizada integrada a un destino común, como la necesidad de discutir y consensuar el modelo argentino para el proyecto nacional.

(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba

La organización de nuestro régimen político queda -entonces- definida. El objetivo es la democracia social.

La forma de gobierno que responde a ese objetivo es la representativa, federal y social.

  • Representativa, en los términos de la representación de una democracia social.
  • Republicana, porque preserva la estructura de república como forma política de nuestra Nación nutrida con el poder que proviene de los ciudadanos organizados.
  • Federal, porque se preserva el vigor histórico y el valor de futuro que el federalismo tiene para el país, interpretándose lo que se considera una concepción mayoritaria.

Social, por los propósitos específicos antes desarrollados que hacen al concepto de democracia social y a la responsabilidad del gobierno”.

Modelo argentino para el Proyecto Nacional  
Juan Domingo Perón

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