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La madre de todos los tribunales federales

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La primera Corte de ese fuero en América. Más de dos siglos atrás se establecía un nuevo sistema judicial.

Por Luis R. Carranza Torres

El primer jueves de noviembre del año 1789, el novísimo juez Federal James Duane abrió las sesiones de su tribunal, en el antiguo edificio de la Royal Exchange, situada al inicio de Broad Street en la ciudad de Nueva York.

Tal urbe, por entonces, era la capital provisoria de los Estados Unidos, por entonces, trece ex colonias inglesas sobre la costa del Atlántico norte, hasta la constitución del distrito federal de Columbia al siguiente año.

Su tribunal o corte federal para el distrito de Nueva York, “United States District Court for the District of New York” en inglés, fue uno de los trece tribunales establecidos por la Judiciary Act of 1789, lo que nosotros denominaríamos como primera ley orgánica de la justicia federal. De todas ellas, fue la primera en funcionar el 3 de noviembre de tal año.

Tomaba la posta, en cuanto a parte de su competencia y lugar donde funcionar, de un tribunal no menos prestigioso: la Admiralty Court of the State of New York. La corte estatal de Nueva York para los casos de “almirantazgo”, es decir, de derecho marítimo. Aspecto del derecho que, en virtud del artículo III sección 2 de la Constitución de los Estados Unidos pasaba a ser de jurisdicción federal.

Cabe decir que tales tribunales de Distrito, que constituían la primera instancia del nuevo sistema judicial federal de los Estados Unidos, no estuvieron exentos de cierta polémica. La Constitución establecía en su artículo III una Corte Suprema, dejando como facultad del Congreso Federal establecer (o no) otro tipo de tribunales federales. Es por ello que, al debatirse la primera Judiciary Act, algunas voces se manifestaron contrarias a su existencia, entendiendo que el sistema judicial federal debía limitarse a la Corte Suprema, que entendería en los recursos que se interpusieran contra las decisiones de los tribunales estatales de última instancia. Sin embargo, esta propuesta no prosperó, y el primer

Congreso creó el sistema de tribunales de distrito, que aún sigue vigente.
Inicialmente se pensó en un tribunal federal por cada estado. Pero el aumento de población llevó a la creación de nuevos circuitos judiciales federales. También en ello, la corte federal en Nueva York presentó un caso particular. Tras 29 años de existencia, el Judiciary Act del 9 de abril de 1814 la dividió entre “norte” y “sur”. Tal medida no fue debido a cuestiones de gestión ni de población sino a la antipatía de dos jueces: Matthias Burnett Tallmadge y William P. van Ness. Y como el primero tenía contactos en el Capitolio en Washington, promovió la “división” del circuito para no tener que cruzarse ni tratar problema de superintendencia alguno con su colega.

Tras la separación y hasta el presente ha sido la United States District Court for Southern District of New York, la que ha reivindicado ser la continuadora de la original, por haber “heredado” su lugar de funcionamiento y lo principal del territorio de su originaria jurisdicción. Allí se celebra -desde 1939, cuando se cumplió el siglo y medio del establecimiento del tribunal original- una ceremonia especial de conmemoración cada 25 años.

En su primer siglo de existencia, los casos de derecho marítimo dominaron la actividad de ese tribunal. A partir de entonces, el trabajo fue un mix entre lo marítimo y las quiebras. Aunque a partir de la creación de las cortes federales de “bancarrota”, en 1978, gran parte de estos casos han pasado a sustanciarse en dichos tribunales.

A pesar de abarcar en su jurisdicción varios condados claves del estado de Nueva York, tales como Bronx, Westchester, Putnam, Rockland, Orange, Dutchess, y Sullivan, es tener en su ámbito la isla de Manhattan lo que le otorga dentro de la justicia federal de Estados Unidos la distinción de ser el distrito judicial con mayor actividad y relevancia en los litigios de tipo económico, por entender en los juicios que se suscitan en los mayores centros de negocios del mundo, incluido cualquier asunto relativo a la Bolsa de Wall Street.

Entre los casos famosos de que ha tenido que ocuparse, podemos citar el relativo al hundimiento del Titanic en 1912, el ataque con torpedos al buque Lusitania en 1915, que determinó el ingreso de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial o el juicio por espionaje atómico a Ethel y Julius Rosenberg en 1951.

Tal como dijo uno de sus jueces, P. Kevin Castel en su discurso en la última ceremonia especial, al conmemorarse los 225 años del establecimiento del tribunal en 2014, “la gloria de una corte de justicia no está en las personalidades o méritos intelectuales de los que son nombrados en ella. Tales personas son solo sus custodios temporales. Su verdadera gloria se encuentra en el proceso, en poder decidir las controversias sin temor ni favor a nadie, únicamente de acuerdo con los hechos y la aplicación imparcial del derecho”. Palabras que valen, asimismo, para cualquier tribunal que quiera preciarse de tal.

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