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Previsiones poco tranquilizadoras

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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El tradicional informe Expectativas Económicas que emite el Fondo Monetario Internacional (FMI), avalado luego por el Banco Mundial (BM), es harto pesimista para medir la realidad económica que se verificaría durante el bienio 2015/2016 y destaca el “efecto arrastre” que tendrá la coyuntura de Brasil sobre el resto de América Latina.

Entre los días 16 y 17 de abril pasados se verificó la primera reunión plenaria de ambos organismos internacionales en la ciudad de Washington. Como ha sido siempre de rutina, se procedió a circularizar un Informe de la situación económico-financiera mundial y de cada uno de los 183 países asociados. El economista-jefe del FMI, Olivier Blanchard, tratando de no sembrar alarma, buscó la forma de advertir de que los próximos años serán difíciles y requerirán una gran dosis de austeridad para superarlos.

El respectivo diagnóstico hizo expresa mención de que se considera un feliz pasado la década precedente dado que “el boom” de los denominados “bienes básicos” que habrían caracterizado los años “de vacas gordas” no tendrá continuidad. Ante el antecedente de que desde 2008 tanto en Estados Unidos como en Europa Occidental y Central se viene afrontando una persistente recesión que no termina de revertirse completamente, la nueva advertencia bastó para conmover a los asistentes pues quedó muy en claro que, por lo menos 2015 y 2016, serán períodos de bajísimos índices de crecimiento.

Hubo coincidencia en que los precios de los “bienes commodities” sufrirán una baja tan significativa que pueden desalentar a muchos productores habituales. Impactados por la menor demanda china debido a la desaceleración de dicha gran economía que venía oficiando de virtual “tractor”, esta vez ello se combinaba con una retardada e insuficiente recuperación de EEUU que no puede coadyuvar en tal función, pasando a ser una rémora que seguramente influirá negativamente por bastante tiempo. Además, es muy posible que la conducción de la Fed opte por propiciar una suba en la tasa de interés, que se hará sentir con mucha más intensidad debido a la firme suba relativa que registra desde hace algún tiempo la moneda estadounidense.

También resulta realmente preocupante la fundada presunción de que en América Latina se producirá una colisión entre la nueva demanda agregada por un lado, surgida a partir de los florecientes años pasados que ensancharon la franja media de la población e intensificaron el consumo de bienes de uso inmediato o durables; y por el otro la desaceleración en las inversiones productivas que afectan el consumo de la economía. Esa mueva realidad generó como consecuencia directa que los productos exportados a una serie de países “valgan menos” mientras lo que compramos fuera pase a “valer más”. A guisa de ejemplo de dicho proceso puede citarse el caso de Brasil, séptima potencia mundial, donde ese contraste está ocurriendo y con ello impulsa tras de sí una serie de países del hemisferio con los que ha venido sosteniendo estrechas relaciones.

El escenario de las “víctimas”
Lo antes referido se advierte con gran nitidez en Argentina, pues ciertas actividades -como la fabricación automotriz y autopartes- estuvieron condicionadas a un régimen de complementación con Brasil que funcionó durante dos décadas. Acuciado por la recesión sobreviniente, nuestro vecino ha dejado en forma unilateral de atender adecuadamente a ese esquema y se ha concentrado en buscar remedios sin compañías extranacionales.

Consecuente con ese proceder, su ministro de Planificación, Nelson Barbosa, el día 15 de abril pasado, elevó los nuevos lineamientos que caracterizarán el Presupuesto a regir en 2016, a la presidenta Dilma Rousseff. Se consigna en dicho documento que el objetivo es alcanzar un superávit equivalente a 2% del PIB, 66,7% superior al objetivo de 2015 (1,3%). Tal meta armoniza con ciertos párrafos del Informe del FMI en el sentido de prever que “El empeoramiento de los mercados globales de materias primas permanecerá como el principal freno para la actividad de América Latina”; al par que admiten que el deterioro que está transitando por múltiples restricciones inexorablemente “arrastra a toda la región”.

Dichas medidas de ajuste apuntan no sólo a revertir el signo de la ejecución presupuestaria sino, muy especialmente, pretende disminuir a la mitad el incremento de los precios minoristas, que en los últimos 12 meses treparon a 8,13%, con marcada tendencia a seguir haciéndolo.

Los juicios emitidos en la oportunidad generaron fuertes críticas y reservas que afectaron el consenso de la presidenta Dilma Rousseff quien, en la encuesta realizada en marzo pasado, cayó estrepitosamente a 12% de aceptación. No son pocos los que reclaman su renuncia al cargo pues suponen sobrevendrá un desmejoramiento aún mayor. El nuevo ministro de Economía, Joaquín Levy, “abrió el paraguas” al explicar que es indispensable pensar en una importante reforma general, pero no de inmediato.

Señaló que es inoportuna en medio del actual estado de convulsión reinante, considerando prudente introducir por el momento “ajustes de alcance limitado”. De todas maneras, dejó expresa constancia de que “no es improbable” que se acentúe la paralización, suba el grado de desocupación y se deba acelerar la devaluación del real.

En busca de refuerzos
En medio del oscuro escenario descripto, es loable que la Presidenta de nuestro país no se haya “dormido sobre los laureles” y ya sin mayor apoyo de Brasil intensificó la búsqueda de nuevos inversores que contribuyan a la sustentación de una oferta diversificada que, paralelamente, procure promover una superior ocupación.

En esa dirección se inscribe el reciente viaje a Moscú, que permitió suscribir una serie de acuerdos con relevancia para movilizar la actividad productiva. De la misma manera se deben interpretar las gestiones con China, cuyos máximos dirigentes anunciaron que durante el trienio 2015/17 están dispuestos a hacer inversiones en América Latina por nada menos que US$250.000 millones.

El antes mencionado técnico del FMI Blanchard, al cierre de su Informe abrigó la esperanza de que la permanencia de precios internacionales deprimidos del petróleo se mantenga y que en el plazo de un año, en oportunidad de la nueva cita, no se acrecienten bastante más pues hasta ahora es poco lo que han incidido. Textualmente dijo que “Cuando nos volvamos a ver en la primavera boreal, es posible que nuestra visión actual se revele como un poco pesimista. Espero que no sea así.”

Pero Argentina es una excepción pues esa situación retarda la afluencia de inversores para explotar el yacimiento de Vaca Muerta, que está destinado a cubrir los requerimientos por el término de 40 años. La extensión temporal de las condiciones vigentes nos causa un retraso, ya que los candidatos están a la espera de mejores tiempos para impulsar la llegada de capitales externos y prefieren hacer una prudente pausa sin plazo conocido de permanencia. Tales flujos se han calculado de unos US$15.000 millones, que no pueden ser previstos por los fondos que genera YPF ya que ésta deberá aportar una cifra semejante.

La recaudación tributaria y su mensaje implícito
El segundo trimestre permite habitualmente avizorar cuál será la evolución que caracterizará al respectivo año. En este pasado mes de abril ha vencido la presentación y pagos de saldos pendientes en cuanto a las declaraciones por el año 2014 relativas a contribuyentes que operan como personas físicas y/o sucesiones indivisas; mientras que entre mayo y junio sucede lo propio respecto de las empresas que operan bajo la figura de sociedades. Al margen del aporte de fondos líquidos que ello supone, es obvio que viabilizan mediante su evolución las condiciones que primarán en el mercado durante 2015.

En cuanto a lo acaecido el mes pasado en esa materia, se puede señalar tomando como punto de referencia la evolución habida en la recaudación tributaria nacional del pasado mes de abril. De la primera lectura surge de inmediato una notoria baja porcentual respecto a lo sucedido en el primer trimestre, ya que el incremento interanual en el cuarto mes de este año ha sido solamente de 21,5%, mientras que, en promedio, el ritmo de incremento hasta marzo fue de +31,7%.

Tal situación requiere revisar en profundidad las causas que han generado esa preocupante “novedad” en cada uno de los principales instrumentos tributarios. Cabe excluir de ese examen las Contribuciones de Seguridad Social, pues ellas siguieron manteniendo niveles de aumento interanual semejante y hasta ligeramente superiores en abril, con $29.778,3 millones, que implican una suba récord de 37,3% que permite llegar a un acumulado en el cuatrimestre de $121.179,1 millones, o sea +35,6% por encima de un año atrás.

El impuesto al Valor Agregado, habitual líder en materia recaudatoria, tuvo una baja relativa importante, pues si bien aportó $33.589,7 millones, esa cifra es sólo 23,1% a idéntico mes de 2014, pese a que por actividad interna la DGI percibió +40,4% que un año atrás. El factor decisivo para que globalmente haya causado gran desaceleración se funda en que lo ingresado en función del comercio exterior fue 12,3% menor, ya que ingresaron por esa actividad $8.375,7 millones contra $9.545,4 millones que se lograron captar en abril de 2014.

En el caso del impuesto a las Ganancias, siendo abril el mes cuando deben presentarse las declaraciones personales y de sucesiones indivisas, al par de atender a la cancelación del saldo resultante, la cifra recaudada por vía de la DGI es satisfactoria, pues el total de $20.028,1 millones es +40,2% mayor que lo logrado un año antes. Una vez más, mediante la DGA percibe nada más que $1.297,1 millones, que son 13,9% inferiores con respecto a 2014.
Al encarar el análisis de lo sucedido con los impuestos específicos sobre el comercio exterior se develan las causas de mayor gravitación que frenan el ritmo de crecimiento interanual.

En abril de 2014 permitieron captar $16.844,1 millones, mientras en el mes pasado apenas se alcanzó una modesta cifra de $11.530,4 millones, lo cual indica que en la caída del comercio exterior está el “talón de Aquiles” y causa esencial de todas las dificultades; lo que podría agravarse en los próximos meses pues hay una merma generalizada de dichas actividades en todo el mundo. La baja de 23,3% en el intercambio con Brasil se ha constituido, en ese aspecto, en el principal factor de desaceleración.

Los frecuentes viajes de la señora Presidenta y los recientes importantes acuerdos suscriptos con China y Rusia procuran no sólo atraer nuevas inversiones sino también ampliar las ventas a esos países para paliar la retracción que se cierne sobre nosotros por causa de la fuerte caída relativa de nuestro comercio exterior.

Si no se intenta buscar una adecuada compensación en otros mercados, esa postura implica resignarse irremisiblemente al retroceso.

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