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Evaluaciones estadísticas como fuente de disidencias

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La diversa interpretación de los indicadores cuantitativos referidos a la actividad económica nacional ha derivado en controversias entre los técnicos de Afip y los que trabajan al servicio del sector privado.

Son por todos conocidas las serias objeciones que el FMI hizo al cálculo del índice de precios al consumidor y la tarea de asesoramiento que asumió, a instancias del Gobierno, para sustituirlo por otro en búsqueda de mayor credibilidad. Este flamante instrumento se ha concretado y rige a partir del primer mes del corriente aunque hubo que ampliar y diversificar esa tarea pues los funcionarios del ente internacional exigieron que, paralelamente, procedan a recalcular el Producto Bruto Interno.

Conviene recordar que hasta el año 2007 no se formulaban mayores reparos en esa materia, pero desde entonces, coincidiendo con el momento que comenzaron a vencer deudas pactadas por gobiernos anteriores pagaderas en dólares estadounidenses, ajustables por el mencionado índice de precios, se trató por esa vía de atenuar el peso de tales compromisos. Si bien tal actitud generó un “ahorro” de unos US$30 mil millones, pasó a ser para los funcionarios de Economía una virtual encerrona de la que no encontraban cómo salir, cuando ya no era indispensable seguir con esa maniobra.

El desafío era eliminar semejante virtual trampa sin reconocer explícitamente lo referido precedentemente, puesto que sería un argumento muy poderoso de los acreedores para reclamar crecidas diferencias. Por tal circunstancia se optó por solicitar apoyo especializado al FMI, buscando no pudiera ser motivo de críticas. Dicha diligencia se prolongó por dos años y ha dado lugar a que surja un nuevo índice, que constituye una media de los parciales calculados en cada una de las seis regiones en que se dividió el país para abarcar todo el territorio nacional. El índicador antes vigente surgía solo de datos recogidos en el área del Gran Buenos Aires y, por ello, reemplazarlo implicaba un perfeccionamiento metodológico.

El llamado “índice Congreso”
Los partidos de la oposición, con representación parlamentaria, insistieron en descalificarlo, formulando acerbas críticas a ese proceder y resolvieron publicitar mensualmente un promedio de las respectivas estimaciones privadas, contraponiéndola con las oficiales. Ello tendría algún valor práctico si fueran dignas de confianza técnica pero ello no es así. El Indec requiere -para relevar datos diarios sobre 230 mil precios en el mercado- apelar a unos 1.100 encuestadores y ese número no parece exagerado pues en Brasil se triplica para cubrir una gestión similar.

Resulta obvio que las consultoras privadas no disponen ni remotamente de un aparato semejante debido a su altísimo costo y que sus cálculos no tienen una base técnica adecuada aunque no vacila en presentarlos como la “verdad revelada” y la coteja con los datos estatales. A esta situación se refirió el ministro de Economía, Axel Kicillof, negándoles cualquier grado de seriedad y confiabilidad al “Índice Congreso”. Es más, durante su viaje a Estados Unidos para asistir a las asambleas de los dos organismos internacionales más relevantes, requirió una evaluación pública del FMI aunque éste resolvió postergar su opinión definitiva hasta que se cumpla, como mínimo, un año de aplicación.
El precitado funcionario argentino fue muy duro sobre la calidad de los índices privados: “No se sabe cómo se hacen, qué miden ni con qué método”, lo cual, por otra parte, es estrictamente cierto. Siquiera este severo juicio los ha movido a exponer públicamente cómo surgen los números que procuran considerar reales.

Los resultados de marzo y el trimestre
El Indec hizo conocer para marzo ppdo. un incremento de 2,6% en el flamante índice y aprovechó esa instancia para ponderar como un logro de gestión que esa marca implique una cierta baja respecto a los dos meses precedentes, en que los incrementos admitidos fueron de 3,7 y 3,4%. En la concreción de ellos gravitó que en enero se consumó una importante devaluación de casi 20% y ello se convirtió en un factor decisivo para que los índices treparan en forma correlativa. Por otra parte, en alguna medida, los denominados “Precios cuidados” (192 a su inicio) intentaron frenar las subas, lo cual debe haberse logrado en cuanto al tradicional “efecto cascada”, que suele trasladarse a los consumidores.

Con una inexplicable demora de más de un mes, agregaron otro centenar de bienes y servicios “vigilados” que así ascienden en la actualidad aproximadamente a unos 300. Otra seria falla es que, en todo el Interior del país, no se terminan de poner plenamente en vigencia.
Reiterando su actitud de opositores sistemáticos, el grupo de diputados que divulga el denominado “índice promedio-Congreso” volvió a cotejar su “creación” con el Indec y, en cuanto a marzo, sostuvo que el incremento fue de 3,2%, razón por la cual el acumulado trimestral habría llegado a 12.6%. De las seis consultoras consideradas, Abeceb.com le adjudicó el valor más bajo (2,9%); mientras M&S Consultores lo llevó a 3,8%. Ello demuestra que entre ellas tampoco hay resultados tan semejantes ya que media 31% de diferencia que nadie se molesta en examinar y, menos aún, explicar.

Cada una sostiene “su verdad”. El ministro Kicillof, en la conferencia de prensa del 15 de abril ppdo., subrayó que se logró mantener una tendencia descendente en el trimestre, haciendo que el acumulado oficial se ubicara en 9,8%; lo que permite deducir que se sucederán nuevos descensos ya que ello se habría venido constatando en las dos primeras semanas de abril. No obstante, aclaró que hay algunas excepciones que no inciden globalmente, como es el caso de los “colegios y universidades privados” debido al reciente comienzo de año lectivo; con lo cual se verificó un “salto” de 8,1% que corresponde a un lapso mas extendido.

La atenuación a que hizo mención estaría manifestándose con mayor énfasis en los rubros que integran el área genérica “alimentación” pues su promedio sería de 2,4%, pese a que dentro del mismo los aceites y verduras lo hicieron en demasía pues escalaron a 3,7 y 3,3%, respectivamente; las frutas fueron un ejemplo de lo contrario, con apenas 1,5% y carnes, con 2,3%. La versión del máximo vocero oficial en la materia insistió reiteradamente en que siempre hay excepciones que no inciden significativamente como sería dentro de “vestimenta”, los ítems referidos a “ropa exterior” (+8%) y “calzado” (+3,9%) pero quedan subsumidos en la gran variedad de los que no llegan siquiera a 2,2%. La controversia con las consultoras fueron siempre arduas y éstas nunca aclaran cómo logran arribar a los resultados que difunden.

El único tema estadístico
en que hay coincidencia
Durante los dos primeros días hábiles de cada mes la Dirección Nacional de Investigaciones y Análisis Fiscal elabora y difunde los datos relativos a la Recaudación Tributaria lograda en el precedente, realizando además una comparación desagregada con el anterior y el acumulado transcurrido del corriente, consignando al pie de las respectivas columnas la distribución interjurisdiccional. Esta información nunca ha sido cuestionada y las críticas prefieren apuntar a su interpretación y, por extensión, a la objetada presión fiscal que, al unísono, consideran excesiva o al supuesto “recorte” que se hace a las provincias de 1992 en adelante, cuando con acuerdo de todos se pactó sin plazo un retorno parcial de la coparticipación de aquellas a la Nación.

La planilla correspondiente al pasado abril adjudica a este mes la suma total de $92.737,3 millones, que en su comparación interanual exhibe un incremento de 37,1%. El monto acumulado de enero-abril ha sido de $342.827,4 millones que hace lo propio en 34,8% con 2013, convirtiéndose en ambos casos en récords históricos absolutos. La Administración Nacional, sin incluir las Contribuciones de Seguridad Social, constituye el principal destino, tanto en abril como en el cuatrimestre, con $71.256.8 millones y $253.737,9 millones, respectivamente.

A su vez, las mencionadas Contribuciones de Seguridad Social, que tienen esa afectación específica exclusiva y excluyente, en abril tuvieron un extrañamente deprimido resultado pues aportaron a dicho destino sólo $21.430.5 millones, superando a idéntico mes de 2013 en un escuálido 19% y haciendo descender en el acumulado a un incremento de 28%, que resulta el más bajo del período. No hay razones para que así sea y ello requiere investigar las causas.
El conjunto de las 23 provincias y Capital Federal fue receptor en abril de $21.410,8 millones y en el cuatrimestre de $89.126,5 millones. Si se procede a desagregar los diversos tributos que generan tales resultados, aparece en primer, plano el Impuesto al Valor Agregado (IVA) con $27.293,8 que implica una excelente marca de +47,5% con respecto al año precedente; cubriendo 29,4% del total general de ese mes, proporción que se reitera con mucha semejanza en el acumulado (30,5%). Detrás de éste aparece el impuesto a las Ganancias que aportó en abril $15.792,6 millones y en el cuatrimestre $67.112 millones, es decir, 43% y 39,8% por encima de lo percibido un año atrás.

A bastante distancia, se escalonan los tributos que gravan al Comercio Exterior. Entre los dos principales ascienden a $17.045,1 millones, siendo excepcional la performance de los Derechos de Exportación (Retenciones) con $14.513,9 millones en abril (+64,8%) y a $27.811,4 millones el acumulado del cuatrimestre. Cierra el cuarteto básico el Impuesto que recae sobre Créditos y Débitos en Cuenta Corriente con $5.674,9 millones (+40,8%) y $22.310,5 millones (+37,5%) respectivamente.

Ello significa que los instrumentos descriptos aseguraron en abril el 88,1% del total ingresado. Resulta bastante difícil comprender lo que piensan los legisladores de la oposición que anuncian su intención de por lo menos incrementar en medida considerable, las deducciones en el Impuesto a las Ganancias de cuarta categoría e incluso algunos llegan a proclamar su eliminación sin pensar en sustitutos. Dicho impuesto rige en 136 países del orbe; siendo decisivo en Estados Unidos y los 28 integrantes de la Unión Europea.
En ninguno de ellos se denomina como en el nuestro, donde nació en la década de 30 (Siglo XX) en tiempos de plena crisis mundial, bajo la errónea denominación de “impuesto a los Réditos”; en 1973 se pretendió corregirlo, volviendo a cometer una inexactitud. Es por esto que ciertos neófitos que se sienten alcanzados reclaman su derogación o eximan a la actual cuarta categoría (rentas del trabajo personal), arguyendo que no es “ganancia”. Son reparos que tienen poca consistencia pues en la actualidad los ingresos tributarios no alcanzan para atender la totalidad de las erogaciones siquiera después de sumar las utilidades netas del Banco Central y los dividendos u otras rentas derivadas de la tenencia de títulos depositados en Anses. Cabe subrayar que en Estados Unidos actualmente cubre 71,4% de los recursos en la jurisdicción nacional y en los integrantes de la Unión Europea hacen lo propio en una media del 48,3%. ¿Cómo tomar en serio tales planteos?

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