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El primer acuerdo comunitario en “paz-demia”

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Por Florencia Barros y Juan C. Sánchez Freytes (*), exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA

Se nos presentó la oportunidad de conformar dupla en una mediación extrajudicial voluntaria de tipo comunitaria en el Centro Público de Mediación Comunitaria del Defensor del Pueblo de Córdoba (CPMC), bajo la modalidad «en línea». Sin dudarlo aceptamos el desafío, ya que nos motivaba esta nueva experiencia.

En esta oportunidad, fue significativa la etapa de pre-mediación para anticipar el recorrido virtual que podían realizar las partes, con el objetivo de disminuir la incertidumbre y así conocer tipo de conexión y dispositivos disponibles.
En su mayoría, los participantes no poseen experiencias previas en mediación que los condicionen respecto a la modalidad, y ésta constituye su primera aproximación al método.

Desde allí, nos propusimos comenzar la reunión sin hacer referencia a la virtualidad como algo desconocido y ajeno al equipo, evitando un discurso inicial que presentara al trabajo en línea como un obstáculo o un inconveniente.
Nos pareció importante brindar seguridad desde el uso eficaz de las tecnologías y posibilidad de desenvolverse sin problemas en el medio virtual, desdramatizando eventuales inconvenientes.

Por otro lado, consideramos que las plataformas institucionales y la asistencia de los mediadores al C.P.M.C. fueron de gran ayuda al momento de encuadrar y legitimar el proceso.
La no concurrencia de las partes a un organismo público constituye un factor a considerar; el hecho de que se encuentren en sus casas puede causar una sensación de informalidad que reste importancia y compromiso para con el proceso.

Aunque pueda parecer insignificante, el uso de plataformas institucionales desde oficinas públicas fue fundamental al momento de mediar, generando en los mediados la conciencia de estar participando en un proceso con partes y roles determinados.
Consideramos que, como mediadores, es nuestro compromiso cuidar al espacio y el método, tarea hercúlea si hay un perro ladrando, niños jugando o el portero sonando mientras llevamos adelante una mediación.

Como operadores de un servicio público y gratuito de acceso a la justicia y construcción de convivencia ciudadana, el Estado, a través de los mediadores, entra a las casas de los participantes y esto debe ser tomado con la seriedad que amerita.
En relación a la instancia de mediación propiamente dicha, pudimos aprovechar las herramientas a disposición del equipo.
Si bien la plataforma utilizada no habilita a compartir pantalla, el uso de Google Docs nos permitió trabajar la propuesta de acuerdo con ambas partes simultáneamente, pero por separado y con comunicación directa entre los mediadores.

Es decir, para la construcción del acuerdo, cada mediador desarrolló una videollamada con una parte y entre todos lo fuimos elaborando en tiempo real, mediante comentarios al margen, o en el mismo documento, permitiéndonos trasladar lo que cada parte necesitaba incluir.
Por otro lado, advertimos la posibilidad de tener conversaciones en privado a través de la plataforma en uso. Creemos que esto puede potenciar la calidad de las intervenciones gracias a una estrategia de abordaje definida, clara y comunicada entre ambos integrantes del equipo.

Entendemos que podría resultar beneficioso también para la formación y entrenamiento de mediadores con matrícula provisoria, para conocer y entender la metodología de trabajo y empleo de herramientas del colega a medida que avanza el proceso.

Finalmente, y retomando la idea de “entrar a la casa de los participantes”, esta circunstancia nos permitió detectar una cuestión de género y darle así voz y visibilidad a un integrante del núcleo familiar que, por la dinámica propia del grupo, era apartada al momento de tomar decisiones o definir estrategias de comunicación.

Creemos que, de haberse realizado una mediación presencial, esta persona no habría asistido a las reuniones; sin embargo, se pudo trabajar en sus necesidades insatisfechas que, al fin y al cabo, eran las que habían dado lugar al pedido de mediación y definieron el contenido del acuerdo.

En conclusión, creemos que la virtualidad llegó para quedarse y que sus posibilidades son infinitas. La comodidad, dinamismo y flexibilidad que nos brinda esta modalidad son cualidades que están ahí para ser aprovechadas. Es cuestión de animarse y perder el miedo a lo diferente.
Un viejo refrán holandés dice “no puede impedirse el viento, pero pueden construirse molinos”; nosotros pensamos que “no puede impedirse la pandemia, pero podemos construir paz-demia”.

(*) Abogados, mediadores.

Comentarios 2

  1. Claudia Arias says:

    Una reflexión muy enriquecedora no solo desde lo comunitario sino desde lo Virtual.Es así los Mediadores ingresamos a espacio cotidiano dónde las personas se desenvuelven .Y eso también debe estar amparado por la confidencialidad.Felicitaciobes al equipo de Mediadores …

  2. Margarita del Corro says:

    Interesantes reflexiones. Muy interesante experiencia. Actitudes de los mediadores encomiables!
    Da gusto conocer este aporte.

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