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El nivel del consumo en los países de América Latina

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Esta variable de la actividad económica exhibe marcadas diferencias según el país de que se trate. Es indispensable que sea debidamente evaluada pues es la que mejor define el respectivo nivel de vida que corresponde a la población

 Por Salvador Treber

El nivel de consumo es una variable altamente sensible y estratégica pues no sólo es útil para determinar el nivel de vida media de que goza la población de un país o región, sino que coadyuva a evaluarlo por sectores, regiones y hasta por actividades.
Constituye también un indicador infalible para evaluar las respectivas economías nacionales según el grado de desarrollo y la etapa que está transitando. Es decir que la composición desagregada, según su cantidad y calidad, traducen el poder adquisitivo vigente, su avance o retroceso y, además, las modalidades históricas de las poblaciones. En este sentido, por ejemplo, son muy diversas las preferencias de un estadounidense, aun los que viven en la zona oriental, respecto de un europeo noroccidental.
Debe advertirse que junto a un elevado y creciente nivel de consumo lo recomendable es que las inversiones productivas representen entre 20% y 25% del gasto nacional total pues constituyen el virtual “motor” en el caso de todas las economías y sólo así se puede asegurar la captación en el momento oportuno de los adelantos científico-técnicos.

Por otra parte, hay coincidencia en anunciar que -hasta mitad del presente siglo- se vivirá un período de enormes cambios en el que se erradicará en muchas actividades el trabajo humano, especialmente el poco calificado, para sustituirlo por la automatización y robotización. Este desarrollo no dejará de verificarse en todo los países aunque con diversa intensidad y acierto.
Donde no se logre introducir adecuadamente los referidos aportes científico-técnicos, quedarán definitivamente rezagados y les será harto difícil recuperar la capacidad económico-financiera. En forma complementaria, también inciden mucho las costumbres y hábitos forjados con el transcurso del tiempo y hasta las características y/o prioridades que manejan sus respectivos gobernantes.
En los países de gran extensión, tales diferencias se marcan notoriamente según las regiones e incluso el carácter de las relaciones que mantienen respecto a la población de los países vecinos.
En nuestro caso, se pueden citar como ejemplo las que mantienen formoseños y chaqueños con respecto a sus vecinos paraguayos que suelen ser más fraternales y frecuentes que con otros connacionales. De la misma forma, ello sucede entre los patagónicos argentinos y chilenos que viven en sus respectivos países y mantienen relaciones muy estrechas. No es tan así en cuanto a la modalidad en la forjada con los vecinos brasileños.
El consumo per cápita es el indicador más expresivo para determinar el nivel de vida de todos los habitantes en la pirámide de crecimiento y desarrollo; así como respecto de la escala socio-cultural personal, regional y de cada país. En los últimos años las condiciones de vida han registrado mermas en casi todos lo países del mundo y, obviamente, también en América Latina.

Las grandes excepciones corresponden, en primer lugar, a China, país que mantiene un ritmo de crecimiento anual de 6,5% que sus conductores se han comprometido formalmente a mantener, como mínimo, durante una década. Tras ella aparece India, que lo hace a un ritmo medio de 5,2%.
Es lógico concluir que lo anunciado se verificará al concretar sus proyectos que, por lo menos en cuanto a la primera, tienen enorme relevancia ecuménica y, al irse logrando las sucesivas metas parciales, la hará inalcanzable como un potencia.
En cuanto a Estados Unidos, muy probablemente su mayor estímulo sea tratar de evitar que China acumule demasiado poder.

La variable “consumo” en Argentina
Los datos disponibles más recientes al respecto que corresponden a América Latina son importantes y tan reveladores de una realidad que debería ser difundida ampliamente en nuestro país pues coadyuvaría a promover los indispensables estímulos que deben proporcionarse a la educación en general, y a la científico-técnica en particular.
Es indispensable que nuestros gobernantes piensen y programen procesos acordes con los más exigentes objetivos sin incurrir en demoras ni vacilaciones. No hay que conformarse con metas poco ambiciosas ya que sólo así podremos subirnos al vehículo cada vez más veloz del progreso humano.
Hay que remarcar que Argentina es en América Latina líder absoluta en cuanto a la evolución constante y creciente de la variable “consumo” en un privilegiado rango con un índice de 141, que es 41% superior respecto a la media correspondiente a la toda la región. Sobre todo que ello suceda pese a que en al menos los dos últimos años dicha variable ha sido afectada por las difíciles condiciones generales vigentes.
Una investigación que se concretó en el ámbito de la consultora internacional Kantar Worldpanel ha permitido elegir la metodología más adecuada para encarar ciertas evaluaciones y consideraciones imprescindibles que hacen viable mantener incólume el máximo lugar al que se ha accedido tanto al superior nivel de vida con respecto al de desarrollo cultural.
El trabajo revela que los argentinos registran un nivel de consumo masivo y que incluso dobla el de los habitantes de Brasil, Chile, Perú y Ecuador; lo cual, obviamente, no es poco. El referido estudio respecto al consumo per cápita toma en consideración 45 categorías que incluyen los que se consideran básicos como son alimentos, bebidas, lácteos y los imprescindibles para el aseo personal. Obviamente, estos productos, tanto en calidad como cantidad, varían de país a país pues se adecuan a las respectivas modalidades y hábitos de cada uno de ellos y/o región sometida a análisis.

El director y vocero de la consultora señala que lo expuesto oficia como un testimonio fotográfico pues “muestra en buena parte que nuestros ingresos son volcados al consumo masivo, que la clase media es más numerosa y que durante muchos años la inflación hizo que la gente consumiera más”.
No obstante, advierte como probable que ello, con el tiempo, registre cambios con tendencia a que los países rezagados tiendan a alcanzar el nivel medio latinoamericano. Calificó ello de “mala noticia” para los sectores de bajos recursos pero habrá que acostumbrarse a años en los que el consumo masivo no crecerá pues “en el presente, por ejemplo estimamos que, como mucho, subirá uno por ciento”.
Además, reveló que en nuestro país el consumo masivo cayó 10% pero, aun en estas circunstancias “todavía mantiene una diferencia relativamente baja entre sus diversos niveles socioeconómicos y eso surge cuando se lo compara con otros países de la región”. También señaló que en Argentina “tiene una alta penetración en consumo masivo por diferentes canales, ya sea hipermercados, supermercados o comercios de cercanía a lo que se suma que todavía sen dólares sigue manteniendo el salario mínimo vital y móvil como uno de los altos de la región”.

El escenario en Latinoamérica
Entre las observaciones más importantes cabe destacar la firme convicción de los investigadores de que la situación preexistente en nuestro país podría llegar a desdibujarse y a oficiar como un factor negativo por la persistencia de elevados niveles de inflación. Inmediatamente tras Argentina, en un segundo lugar, aparece Chile, cuyo promedio de consumo per cápita asciende al índice 134 (muy cercano al argentino) y recién en el tercero bastante más distanciado se ubica a Brasil, cuyo índice llega solo a 110; aunque el mismo todavía lo sitúa en un mayor escalón por sobre el 100; prevaleciendo sobre el promedio correspondiente a los 34 países que integran América Latina.

Ya por debajo de esa media, se ubican los 31 países restantes y aparece en cuarto término México aunque constituye la segunda mayor potencia de dicho grupo tras de Brasil, con un casi inexplicable índice de 89; o sea, notoriamente distanciado en nada menos que 52 puntos del líder Argentina y a 45 del segundo, Chile.
Esta evaluación se ha convertido en un indicador testimonial muy elocuente que pone en evidencia el relativamente bajo nivel de vida que caracteriza a ese país de América del Norte, vecino meridional de Estados Unidos. En los escalones subsiguientes se ubican, sucesivamente como 5ª Colombia, con un indicador en este caso es de 79, que implica 21% por debajo de la media correspondiente a todo el área y luego surge Bolivia, registrando apenas 61, equivalente a apenas 45% del correspondiente al índice del país líder en cuanto a esa faceta. Virtualmente en condiciones muy similares aparecen Ecuador y Perú, ambos con 60 como indicador.
Los investigadores insisten en advertir que “la inflación en alimentos y bebidas en los últimos años fue deteriorando la capacidad de consumo y, a su vez, el aumento de precios de los servicios públicos generó mayor derivación del gasto hogareño hacia el pago de esos servicios en desmedro de los bienes de consumo”.

Esto hará que muy probablemente el gasto per cápita baje dentro de algunos años en forma generalizada, si no se toman medidas específicas para evitarlo. Esta advertencia debería ser tenida muy en cuenta pues no se trata de una tendencia fatal ya que, si se toman oportunamente las medidas adecuadas, el curso descendente es evitable y no fatal e irremisible.
En todo el área, los especialistas coinciden en señalar que ciertos productos o especies se mantienen en plenitud y elevan tanto su producción como el respectivo consumo, citándose por ello en primer término las bebidas alcohólicas, que en el último bienio han exhibido la curva ascendente más importante entre los bienes de amplio pero prescindible consumo.
Debe recordarse que en forma general, en todo el área incluyendo a nuestro país el consumo masivo cayó entre ocho y 15 por ciento, salvo en Chile que para el mismo lapso se elevó 4,7%.
Se señala con mucho énfasis que en los países del área donde hubo menos deterioro de la variable consumo, coadyuva eficazmente a superar o atenuar el rigor generalizado de la actual emergencia la proliferación de bocas de venta muy diversificadas y de multirrubros (hipermercados y supermercados).

 

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