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El cine jurídico

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Por Luis R. Carranza Torres

Los juicios nunca pasaron desapercibidos para el mundo del séptimo arte

Es extraño cómo se escriben ciertos artículos, como por ejemplo éste. En una salida a cenar con un viejo amigo de visita por la Docta, antiguo compañero de doctorado y prominente funcionario de la Justicia bonaerense, no quedó tema por tocar. Pero de todos ellos, uno fue especialmente caro a nuestras pasiones: las películas sobre juicios. Ahí surgió el tema que aquí nos ocupa. Luego, mientras buscaba dar forma a un escrito sobre las películas de juicios en la historia de cine, vi que en la página del Consejo General de la Abogacía Española había una votación de notables sobre las diez mejores películas jurídicas de la historia.
Pude comprobar allí, como de otras fuentes, que la cuestión del cine y el derecho se halla mucho más desarrollada, pensada y estudiada de lo que uno podría pensar a simple vista.
Es que, como dijo en la página antes referida Guillermo Balmori, cinéfilo, editor y escritor de libros en el ramo, licenciado en Derecho y máster en Abogacía: «El cine y la justicia… el cine y la injusticia… ¡Cuántas veces el cine ha sido un elemento decisivo para denunciar injusticias! El cine jurídico no son sólo películas de juicios, como puede parecer en un primer momento».
Concordamos. El derecho ha estado presente, con múltiples perspectivas, desde el origen mismo de la industria del celuloide. Pocos, al presente, osan discutir su carácter de un género particular dentro de lo fílmico. Claro que como puede verse en las innumerables películas que han desarrollado sus tramas alrededor de estudios de abogados, investigación judicial de crímenes o establecimientos penitenciarios, tal género abarca mucho más que lo que puede ocurrir en el curso de las audiencias o vistas de causa de un juicio. Es por ello que el clásico concepto californiano de la courtroom movie ha quedado hoy defasado para poder denominar la categoría.

Para Antonio Garrigues Walker, presidente del renombrado «bufete» Garrigues Abogados, “el cine estadounidense es sin duda el que más ha aportado a un mejor conocimiento del sentido de lo jurídico en la vida ciudadana y lo ha hecho con razonable honestidad y sentido ético (…) El mundo anglosajón es el que ha transmitido a la humanidad con más eficacia el valor de las garantías y los principios jurídicos esenciales jurídicos y la cultura del common law».
Concordamos…pero a medias. Al colega le hace falta ver más cine europeo. También, hagámonos cargo de lo que nos toca: en Argentina el cine sobre juicios prácticamente no existe, con alguna honrosa excepción. El secreto de sus ojos podría entrar en la categoría, sin cumplir totalmente con los rasgos del género. A diferencia de la literatura, con autores como Alfredo Abarca o Mariano Silvestroni, la cinematografía argentina no ha tenido al proceso judicial como tema central de sus obras sino más bien por mero telón de fondo para tramas policiales o de denuncia.
De diez películas elegidas, ocho eran estadounidenses y no por casualidad. Guste o no, es el cine de Hollywood el que ha cultivado más el género, al punto que ningún actor que se precie ha dejado de intervenir en alguna cinta de este tipo. Entre los clásicos podemos citar a Clark Gable, Jean Harlow, Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Montgomery Clift, Marlene Dietrich, James Stewart, Judy Garland, Paul Newman, Gregory Peck, Humphrey Bogart, Katharine Hepburn, Rita Hayworth y Gary Cooper, entre muchos otros.
Más contemporáneamente podemos citar a: Clint Eastwood, Al Pacino, Robert de Niro, Robert Duval, Harrison Ford, Brian Dennehy, William H. Macy, Dustin Hoffman, Meryl Streep, Richard Gere, Laura Linney, Frances McDormand, John Travolta, Keanu Reeves, Charlize Theron, Tom Hanks, Denzel Washington, Tom Cruise, Jack Nicholson, Demi Moore, Kiefer Sutherland o Kevin Bacon, citando sólo algunos de una extensa lista.

El resultado final de la votación de los convocados por el Consejo General de la Abogacía Española fue: Doce hombres en pugna, de 1957, en primer lugar, seguida por Matar a un ruiseñor, de 1962, y Testigo de cargo, de 1957. Luego vienen Cadena Perpetua, de 1994; Código de Honor, de 1992; En el nombre del padre, de procedencia irlandesa, de 1993; Philadelphia, de 1993; y La firma, de 1993. La única “peli” española elegida por los colegas de la madre patria, El verdugo, se ubicó en el noveno lugar.
Cerrando la lista tenemos Anatomía de un asesinato, con la memorable actuación de James Stewart como abogado defensor, que fue magistralmente dirigida por Otto Preminger, en 1959.
Como toda selección, tiene mucho de subjetividad y algo de olvido. Pero resulta representativa de la importancia que han tenido en la historia del cine las películas respecto de aspectos jurídicos. No creemos que sea algo casual sino más bien inevitable: si el cine aspira a ser el reflejo de la vida real, los bemoles de la actuación del derecho nunca pueden pasarle desapercibidos.

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