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Conflictos de perros

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En las distintas épocas, fueron protagonistas de diversos pleitos –   Por Luis R. Carranza Torres

El derecho le debe al mejor amigo del hombre más de una cuestión litigiosa. Mientras escribo esto, Olivia, la mascota oficial del estudio, un pug carlino, me mira con ojos inquisitivos. Fruto de los honorarios de un complejo juicio por un accidente industrial, su pertenencia a la socia principal del estudio le garantiza un «bill» de indemnidad para ir y venir por las oficinas o requerir a sus integrantes. Como tiene -por aquello de que el perro termina pareciéndose a su dueña- casi la misma capacidad de influir que Tibu, no pasa mucho antes que obtenga de cualquiera aquello que tiene en mente conseguir.
Esa simbiosis entre seres humanos y canes data de antiguo, también respecto de lo legal. Un ejemplo de ello es que ya en la antigua Roma existían mosaicos con representaciones de perros, acompañados de la frase «Cave Canem». Un equivalente antiguo al letrero de nuestros días de «cuidado con el perro». Una advertencia no exenta de la intención de exonerarse de la responsabilidad por su inobservancia. No son pocos los casos nacidos en los colmillos de estos animalitos. No por nada, el estudio de abogados californianos The Reeves Law Group, uno de los más especializados a nivel mundial en daños y perjuicios, tiene un área particularmente dedicada a las mordeduras de perros.
Antes de ser presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln fue un abogado rural de renombre en Illinois. Mucho de su actividad profesional tuvo por mudo testigo a Fido, un perro recogido de la calle mezcla de labrador y pastor. De temperamento vivaz, se cuenta que le traía en la boca el periódico a su amo y hasta algunos libros y papeles jurídicos.
Integrado a la familia como un miembro más, vivía con ellos dentro de la casa y hasta tenía su propio sofá para dormir. Cuando el presidente Lincoln fue asesinado, Fido asistió a sus funerales de Estado, sin que nadie osara discutir su presencia allí. Lamentablemente, no escapó a la racha de tragedias que pareció enseñorearse luego con la familia Lincoln, siendo asesinado por un hombre borracho, de un disparo, apenas unos meses después de la muerte del presidente. Más de un periódico en la época, destacó los puntos en común en cómo había ocurrido el magnicidio y la muerte del fiel animal.
Algunas mascotas se han visto salpicadas por polémicas típicas de la política. El abogado Richard Nixon, cuando todavía era senador por California y aspiraba en 1952 a integrar la fórmula presidencial como vice de Dwight David Eisenhower, en declaraciones televisivas en las que se defendía de acusaciones de soborno dijo que el único regalo que había aceptado como funcionario público era su perro «Checkers», un cocker de pelaje negro y blanco. Cuando le dijeron que, en sentido estricto, el valor del animal sobrepasaba el límite de obsequios que se permitía quedarse a un funcionario electo, Richard dijo que no lo haría aunque fuera de esa forma, y prefería ir a la cárcel a devolverlo.
En su alocución, contó que un hombre de Tejas se lo había enviado, al escuchar en la radio a su esposa Pat mencionar el hecho de que sus dos jóvenes hijas, Tricia y Julie, querían tener un perro. «Mis hijas aman ese perro, y yo voy a dejarlo bien claro: independientemente de lo que puedan decir y lo que vaya a pasarme, voy a mantenerlo en mi familia», concluyó.
Sus palabras calaron tan hondo en el corazón de muchos votantes que le aseguraron, tiempo después, su elección para la vicepresidencia por el Partido Republicano. Por suerte para su ulterior carrera política, ningún tribunal le exigió nada al respecto.
Por el contrario, en el caso del presidente Harry Truman, éste sí devolvió un cocker llamado Feller que le habían enviado como regalo. A éste se le suele adjudicar haber dicho la frase «si quieres tener un amigo en Washington, cómprate un perro”, si bien según los registros de la exposición sobre Primeros perros del Newseum (Museo de las Noticias), en esa ciudad, resulta algo incorrecto. Al parecer, Truman no tenía ninguna simpatía por estos animales. Tal vez por eso no le complicó demasiado devolver el cocker obsequiado y ponerse a salvo del comentario y los riesgos legales.
Cada vez con mayor frecuencia, quienes nos vemos involucrados profesionalmente en los casos del fuero de Familia observamos que los perros son motivo de diferendo a la hora de extinguir la sociedad conyugal. El mayor de esos casos a la fecha, que sepamos, actualmente en curso, involucra a cómo él y ella se reparten los diez perros en común que tenían durante su vida matrimonial.
Mucho más mediáticamente, entre todos los bienes discutidos en 1998 por el divorcio de Susana Giménez y Huberto Roviralta se encontraba Jazmín, el reconocido perro raza yorkshire terrier de la diva. Roviralta alegaba que la tenencia le pertenecía a él por ser quien había pasado más tiempo con el animalito en casa y hasta se discutió un régimen de visitas. A Susana el finiquito del matrimonio le costó unos 10.000.000 de verdes pero retuvo a Jazmín hasta la muerte de éste, acaecida en el año 2006.
También existen otros perros que, por su contribución a la justicia, son recordados incluso con estatuas. Pero ellos son parte de una historia diferente.

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