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Asistimos a un cambio de época con oportunidades y acechanzas pero inexorable

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Por Luis Esterlizi (*)

“Los argentinos hemos aprendido, por la experiencia que nos permitió vivir la democracia de estos 40 años, que quien no participa de las decisiones queda afuera de los resultados. De aquí que la convocatoria a la concertación es funcional con la maduración de nuestro pueblo en su camino inexorable hacia la construcción de una comunidad organizada por la que los intereses de un actor deben ser armonizados y resueltos en relación al resto de los integrantes de dicha comunidad y en compatibilidad con una estrategia federal y naciona. Desde ya que la concertación -ubicada en las antípodas del poder liberal- se basa en la cultura de la solidaridad, por la que la unidad se logra por integración y la totalización por la armonía entre las partes” 

Cambio de época al margen de las ideologías

El epígrafe que acompaña al presente artículo fue extraído del Documento Liminar de las Bases del Relanzamiento y Desarrollo del Instituto Jaureche de la CGT Nacional, redactado en agosto de 2009 y que -entiendo- le pone un marco a la discusión de Argentina con las ideologías caducas. 

Frente a este cambio de época, varios aspectos de nuestra vida como pueblo deben revisarse y adaptarse hacia nuevos modelos de gobernanzas ya que obtusas y caducas disposiciones implementadas en estos 40 años, se plasmaron en actitudes autocráticas y en restricciones inconcebibles en cuanto a la libertad de la que debe disponer la sociedad para participar en la toma de decisiones esenciales de su país. 

Porque esto -aunque tal vez no nos percatamos- está sucediendo en esta campaña electoral, en la que ciertos candidatos de alguna manera expresan ideas y realizan ampulosos gestos de puro populismo que tanto desde la izquierda como desde la derecha son utilizados para confundir a la sociedad ya que detrás de tales manifestaciones, suelen esconderse peligrosas disposiciones contra los intereses populares.

Por ello debemos prevenirnos de tales actitudes y saber que para lograr la libertad institucional de participar en la toma de decisiones, no sólo lo logramos con el voto, y esto lo hemos comprobado porque ningún gobierno regala nada por el simple hecho de votarlo, porque lo que importa es que detrás de nuestro voto esté la organización social, laboral, productiva o comercial, etcétera, continuando con la lucha detrás de tales objetivos.

Pero esto que habilita un cambio de paradigmas, le da también a la sociedad argentina la posibilidad de insertarse en una realidad mundial que geopolíticamente hablando concibe un nuevo órden mundial, donde su poder sea clara expresión del multipolarismo como modelo de integración de todos los Estados y pueblos del mundo.

Un punto que destaco es que tanto el liberalismo como el marxismo -esencialmente- coinciden en que las élites deben tomar las decisiones y gobernar, mientras los pueblos sólo convalidan.

Por lo tanto, creemos que nadie debe desconocer y menos despreocuparse sobre qué es lo que realmente proponen estas ideologías y especialmente los que se arrogan el liberalismo en su máxima pureza ideológica, cuando detrás de los slogans libertarios se intenta sustituir al Estado.

Por eso cuando dicen: Yo como presidente voy poner órden o a terminar con la “casta” o a privatizar las empresas públicas, o a defender a rajatabla la propiedad privada, etcétera.,en definitiva está diciendo: “Ahora yo soy el Estado”. 

Conceptos sobre la libertad

Se puede argüir sin lugar a equivocarnos, que los argentinos hemos nacido peleando por ser independientes de cualquier imperialismo y que la llama que alumbró la lucha armada en 1806 y 1807 contra las invasiones inglesas que aunque estábamos bajo el tutelaje del Virreinato del Río de la Plata, la mayoría de los que lucharon eran criollos.

Años más tarde reapareció esa llama en la lucha institucional pero esta vez para liberarnos de los españoles como etapa previa a la construcción de nuestra nacionalidad un 25 de Mayo de 1810.

Como siempre, nuestra pasión libertaria perduró en la lucha de muchos otros compatriotas contra distintas avanzadas imperialistas recordando en algunos a muchos de ellos tales como el Almirante Guillermo Brown y el General Lucio N. Mansilla, los generales San Martín, Belgrano, Güemes, etcétera, y últimamente a los soldados y oficiales argentinos que participaron y murieron por recuperar nuestras Islas Malvinas.

Pero también tenemos en claro cuál es el concepto de la libertad social que significa la sumatoria de las libertades individuales de todos los argentinos que con sus diferencias ideológicas de razas y virtudes propias, constituyen la riqueza de la sociedad argentina.

Por lo mismo, ponderamos a las libertades individuales que como parte de la responsabilidad social, trascienden en el cuidado y mejoramiento de la sociedad de la que forman parte, integrando las misiones organizadas para aumentar no solo el crecimiento económico sino también el desarrollo social de los ciudadanos, como también asumiendo la defensa de nuestros recursos y territorios. 

Además, estamos convencidos que ningún ciudadano puede ser libre en un país encadenado a los intereses de cualquier potencia que busca aumentar sus dominios.

Pequeña reseña histórica electoral 1973-1983

Entiendo que gran parte de la debacle actual -de fuerte impronta liberal- arranca en 1976, por medio del golpe de Estado dado al Gobierno elegido por el pueblo y ungido el 12 de Octubre de 1973 por el 62 % de los argentinos, en las figuras de Juan Domingo Perón e Isabel Martinez de Perón. 

Dicha dictadura militar fue conducida económica y políticamente por José Alfredo Martínez de Hoz – claro exponente del liberalismo durante 7 años e introduciendo modificaciones a nuestra constitución sobre disposiciones y leyes económicas, muchas de cuales aún están vigentes. En 1981 ya cumplido su objetivo y anticipándose a lo que vendría, se va de la dictadura. En 1982 sucede la derrota de la guerra de Malvinas y el 10 de diciembre de 1983, asume como primer presidente democrático de estos últimos 40 años, el Dr. Raúl Alfonsín.

El actual proceso electoral 

La estrategia pergeñada por dicho golpe de Estado en 1976, fue dando sus frutos según los resultados conseguidos durante los 40 años de “democracia“ ininterrumpida y que muchos hemos definido como un largo proceso en decadencia.

Es tan así que como última etapa de este proceso siguen las denostaciones por un lado y algunas referencias sobre las propuestas que implementarán, cada uno buscando aumentar los porcentajes de las PASO para llegar al balotaje.

Por lo tanto y como nadie hace ninguna mención en contrario, todos conllevan la pretensión, la osadía o necedad de querer gobernar Argentina, sin el concurso del pueblo organizado y sin la institucionalización de un ámbito de coincidencias esenciales.

Por lo visto, todas las propuestas arrastran -alguno más que otros- claros preceptos liberales ya que solo se vislumbran pautas del viejo modelo que es la de considerar al pueblo como una masa irresoluta que cualquier presidente puede llevar de los pelos adonde se le ocurra.

No debemos olvidar que por sobre el cúmulo de estigmas que ultrajan a la sociedad con la depreciación permanente de nuestra moneda, el aumento pavoroso de la inflación, la informalidad laboral y productiva, la pobreza, etcétera, constituyen heridas profundas que afectan nuestra estabilidad social y que ineludiblemente hay que curar para que Argentina recupere el sitial del que nunca debió caer. 

Pero no hay que pensar que todo está perdido ya que el pueblo ha dado sobradas muestras que está atento a los cambios, y varios sectores valorando la importancia geopolítica de que Argentina haya sido invitada a integrarse al BRICS, como parte del nuevo orden mundial, en reconocimiento no sólo a las potencialidades de sus recursos, sino también a sus revalidados méritos en las ciencias, en su tecnología, en el trabajo, la producción, etcétera.

Conclusiones

Es fundamental comprender de que esta crisis terminal no la resuelve solo el Presidente, ni un ministro de economía, menos un solo partido o coalición ni tampoco los tres poderes del Estado, mientras persistan excluidas en la toma de decisiones esenciales las entidades y organizaciones productivas, del trabajo, del comercio, de la educación, de la tecnología, etcétera, que conforman la comunidad argentina organizada.

También hacemos hincapié en que existe una responsabilidad social insoslayable que a todos nos compromete y nos conmina a ratificar que en lo interno debemos instaurar el espíritu de unidad y lograr que para un argentino, no haya nada mejor que otro argentino.

(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba

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