“Ante la angustia y la ansiedad, el consumo se ofrece como cierta satisfacción engañosa”

La psicóloga Silvina Salomone explica que este tiempo de aislamiento y distanciamiento potenció ciertos rasgos de época, que pudieron constatarse en las consultas clínicas

Sin dudas este tiempo de pandemia viene suscitando profundas reflexiones sobre cómo las sociedades y cada persona en particular atraviesan un momento disruptivo y que ofrece pocas certezas. [privado]

Un tema central en las sociedades modernas -y más aún en este ya largo año de ASPO y Dispo- es la cuestión de la producción y consumo de bienes y servicios.

Si bien esto es fundamental para el desenvolvimiento de la economía, lo cierto es que las subjetividades de esta época están atravesadas por la centralidad que adquieren los objetos.

Y esto, claramente, tiene distintas aristas . Asistimos a una parte de la historia en la que mientras la crisis económica derivada de la emergencia sanitaria por el coronavirus deja a millones de personas en el mundo sin poder cubrir sus necesidades básicas , otras tantas se vuelcan al consumo, muchas veces desmedido , con altos costos de malestar subjetivo.

“Hay un momento en el que algo de ese consumo se torna en exceso y, en vez de generar sensación placentera, empieza a generar un displacer”

Silvina Salomone, psicóloga clínica jefa de la División de Psicología del Hospital Dr. José A. Ceballos, de Bell Ville.

Se podría decir que esta puede ser una “doble cara” del tiempo que se vive, que requiere seguramente análisis sociológicos y económicos más complejos.

En particular relación con el consumo durante la pandemia, Comercio y Justicia dialogó con Silvina Salomone, psicóloga clínica jefa de la División de Psicología del Hospital Dr. José A. Ceballos, de Bell Ville. Además, la especialista es miembro del Centro de Clínica y Estudios en Psicoanálisis de esa ciudad cordobesa (CCEPsi).

Salomone precisó algunos aspectos que permiten observar qué lugar han ocupado los objetos durante 2020 y lo que va de este año , con relación a los primeros meses del aislamiento, la situación de los adolescentes y los casos donde se manifiestan efectos más problemáticos.

Esto, claro, reconociendo que “vivimos en esta sociedad y el consumo mueve la economía”, aunque es necesario que esto “no sea a un costo tan elevado para la persona en términos de sufrimiento” , según señaló la entrevistada.

Realizada esta aclaración, la especialista indicó que “en realidad, la pandemia potenció algo que ya veníamos leyendo ”. “En este tiempo, el nivel de malestar se incrementó, por lo menos con relación a lo que pudimos ver en los consultorios y en las guardias. Y el objeto viene de alguna manera a obturar”, aseguró.

A modo de ejemplo, Salomone se refirió a los días previos al aislamiento, cuando las familias compraron de manera excesiva artículos específicos, como papel higiénico . “Me ha llamado mucho la atención la necesidad, ante ese incierto que venía, de acopiar algunos productos que satisfacen las necesidades básicas pero que también tenían la función de garantizar cierto nivel al momento de la supervivencia”, explicó.

“Durante el confinamiento más rígido, circulaba mucho que quizás podíamos estar sin consumir y realmente lo que pasaba era lo contrario. Esto se pudo constatar en artículos noticiosos en los cuales, por ejemplo, se relató que mejoraron las acciones de Mercado Libre o crecieron las ventas de electrodomésticos”, agregó.

“Entonces, la lectura que yo pude hacer es que ante la angustia y la ansiedad o el malestar que esto está generando, al menos el consumo se ofrece como cierta satisfacción. Un engaño, quizás, porque es una satisfacción que se desvanece ”, precisó.

Se trata -dijo la psicóloga- de algo que puede “paliar un poco el malestar”, aunque es necesario considerar que “en alguna situaciones esto puede venir muy bien”.

“Por ejemplo, en los adolescentes, el acceso a las pantallas -de lo que los padres muchas veces se quejan- ha sido la forma de poner una distancia; ha brindado una posibilidad en el aislamiento ya que la juventud no podía salir de su casa y esto les permitió despegarse del otro materno u otro paterno. De alguna manera ha sido como un refugio. Entonces, a veces, algunos objetos han cumplido alguna función”, observó la especialista.

Aun así, es preciso advertir de que estas situaciones pueden ser también complejas de manejar. “Cuándo un consumo se vuelve problemático, fue justamente el tema de la última jornada del CCEPsi. Eso hay que verlo en cada sujeto y en cada uno. Pero hay un momento en el que algo de ese consumo se torna en exceso y, en vez de generar sensación placentera, empieza a generar un displacer”, explicó.

“Ese consumo, incluso, puede -cuando hablamos de objetos como el alcohol y las sustancias - poner en riesgo la vida”, agregó.

“Entonces, ahí en el uno por uno hay que ver qué función cumple ese objeto en la vida de las personas. Y si algo del objeto viene bien porque es la única forma de lazo posible o, al contrario, esto termina poniendo más lejanía. En la clínica es donde podemos ver cuando esto se torna imposible y el sufrimiento se vuelve insoportable”, detalló.

En este punto, indicó Salomone, “transitar el psicoanálisis nos permite no dejarnos capturar y creer que somos presa del mercado. Poder hacer un análisis permite ver que uno es activo y siempre ‘tiene que ver’ con lo que le pasa”. “Eso que consumimos no es el deseo . El deseo es otra cosa que a veces es imposible de nombrar, pero que sabemos que está y que lo vamos cercando. Nos vamos acercando con un análisis y, a su vez, puede ir cambiando. Por supuesto, el objetivo es buscar una forma menos sufriente de vivir. Un arreglo más amigable”, concluyó. [/privado]