Establecen el valor de las fotos como documentos privados no firmados

El tribunal ratificó lo valorado por la sentencia de primera instancia y destacó la mayor cotidianidad con la que aparecen las fotografías actualmente [privado]

Al valorar las fotografías presentadas como prueba, la Cámara 2ª Civil, Comercial, Familia y Contencioso-administrativo de Río Cuarto rechazó la apelación interpuesta por Liderar Compañía General de Seguros SA y confirmó la sentencia por daño material por el accidente del cual el demandado resultó responsable

El tribunal integrado por los vocales Carlos Lescano Zurro, Daniel Gaspar Mola y José María Herrán , al analizar la apelación del seguro en la demanda promovida por Pablo Martin Criado en contra de Ángel Omar Nadales, indicó que las partes reconocieron la existencia del accidente y su mecánica, ello sumado a la antijuridicidad endilgada a la conducta del demandado en el evento dañoso por la violación de la prioridad de paso.

El tribunal analizó la cuestión relativa a la apreciación que hizo el magistrado anterior para admitir el daño material, pues la apelante sostiene que las fotografías agregadas, al ser documentos particulares no firmados, no gozan de confiabilidad alguna.

La Cámara indicó que es un dato inocultable de la realidad cotidiana que cada vez son más las operaciones que se realizan “confiando en meras constancias documentales que carecen de toda firma (comprobantes, extractos, boletos, pasajes, peajes, vouchers, cupones, tickets, entradas, talones, fotografías, impresiones de pantallas), mientras son contadas las ocasiones en las que celebramos una escritura pública o un contrato formal”.

Según el fallo, la experiencia muestra que existe instalada una gran cantidad de instrumentos particulares sin firma, “con la que nos movemos y vivimos documentando la exigibilidad de nuestros derechos y obligaciones; incluso registrando a través de fotografías tomadas con un teléfono celular, momentos de la vida corriente que no queremos que sólo queden guardados en nuestra memoria, o que fácilmente se esfumen pasado el instante en que se viven”, agregando que estos documentos particulares “vinieron siendo los más débiles en su regulación legal, pero paradójicamente resultan los más numerosos en nuestra realidad”.

El tribunal sostuvo que el Código Civil y Comercial (CCC) contempló este contexto e incluyó expresamente la categoría de los instrumentos particulares, señalando incluso reglas de valoración probatoria a su respecto para cubrir las lagunas existentes en torno al tema y brindar mayor tranquilidad en su funcionamiento.

Frente a la presencia protagónica de estos instrumentos, ese plexo normativo señala (art. 287) : “Los instrumentos particulares pueden estar firmados o no. Si lo están se llaman instrumentos privados. Si no lo están se los denomina instrumentos particulares no firmados; esta categoría comprende todo escrito no firmado, entre otros, los impresos, los registros visuales o auditivos de cosas o hechos y, cualquiera que sea el medio empleado, los registros de la palabra y de información”.

Rúbrica

De ello se interpretó que al no tener una rúbrica, estos documentos no pueden someterse al procedimiento de reconocimiento de firma que prescribe nuestra legislación a fin de lograr su eficacia probatoria, pero el CCC señala guías para la valoración de estos documentos: “El valor probatorio de los instrumentos particulares debe ser apreciado por el juez ponderando, entre otras pautas, la congruencia entre lo sucedido y lo narrado, la precisión y claridad técnica del texto, los usos y prácticas del tráfico, las relaciones precedentes y la confiabilidad de los soportes utilizados y de los procedimientos técnicos que se apliquen”.

"La aseguradora no acreditó que las capturas no se corresponden con los daños del accidente, remarcando que, quizás, habría sido conveniente en tal caso la práctica de una prueba pericial mecánica que identifique el verdadero origen de los daños, su entidad y su relación de causalidad con el accidente reconocido".

Del fallo dictado por la Cámara.

La Cámara consideró que los usos y costumbres de la época que vivimos indican “casi con grado de certeza que las fotografías agregadas pudieron haber sido tomadas con un teléfono celular, quizás del actor, momentos posteriores al accidente, y no por un fotógrafo profesional llamado para la ocasión, de manera tal que deben ser tratadas como un ‘documento particular no firmado”.

El decisorio sostuvo que la aseguradora no acreditó que las capturas no se corresponden con los daños del accidente, remarcando que, quizás, habría sido conveniente en tal caso la práctica de una prueba pericial mecánica que identifique el verdadero origen de los daños, su entidad y su relación de causalidad con el accidente reconocido, pero la aseguradora citada en garantía no replicó, mediante el diligenciamiento de esta prueba, lo dicho con relación a la supuesta incoherencia de los daños materiales alegados y producidos con los que surgen de las fotos.

Pautas

La Cámara concluyó -sobre la base de las pautas fijadas para ponderar el valor probatorio del instrumento particular puesto en crisis, en especial la que se refiere a la congruencia entre lo sucedido y narrado, ello sumado a los principios rectores de simplificación y flexibilidad de las formas y de tutela judicial efectiva enunciados en el Anexo II del Protocolo de Gestión del Proceso Civil Oral, que las fotografías acompañadas realmente concuerdan con los daños que tuvo el vehículo de propiedad del actor.

En tal sentido, se agregó que esta documentación visual logra reflejar la integridad y las características del daño material que existió, pues guarda coherencia con la mecánica del accidente incontrovertido por las partes.

Finalmente, ponderó el tribunal que la relación de causalidad requerida como presupuesto de la responsabilidad civil, es posible trazarla, al no haber sido controvertido el accidente y su mecánica, puesto que las fotografías, analizadas principalmente de conformidad con las pautas del art. 319 del CCC, “permiten concluir que el daño alegado se corresponde con el hecho que lo originó, máxime cuando la citada en garantía, amén de haber negado su autenticidad, poco esfuerzo demostró para desvirtuar las consecuencias que podían derivar de las mismas”.