El padre debe seguir pagando la cuota aun cuando el hijo se haya mudado con él

La jueza valoró la situación económica en la que se encuentra la progenitora, por lo que cuando el hijo pase tiempo con ella, debe tener un mínimo indispensable para cubrir sus necesidades básicas

El Juzgado 3º de Familia de Córdoba resolvió que un padre debe seguir pagando la cuota alimentaria en favor de su hijo, aun cuando el alimentado se haya mudado a vivir con él. Asimismo, el tribunal hizo lugar a la petición del hombre, respecto de modificar el cuidado personal del hijo, en atención al principio superior del niño, a la verdad real y teniendo en cuenta la voluntad del hijo preadolescente en ejercicio de su derecho a ser oído.

El fallo también estableció un régimen comunicacional materno-filial y explicó el mantenimiento de la cuota alimentaria con la situación de vulnerabilidad de la madre y la necesidad de que el niño goce del mismo o similar nivel de vida en ambos hogares, efectuando un análisis desde la perspectiva de género.

La jueza Julia Rossi indicó que las pruebas mostraron que las personas más cercanas y allegadas a las partes y al niño fueron contestes en afirmar que ambos padres en la medida de sus posibilidades y con comportamientos parentales específicos intentan brindarle al menor la contención y afecto que requiere.

Sin embargo, la magistrada observó que, luego de escuchar al niño en varias oportunidades, en presencia del asesor de Familia, los profesionales que trabajan con él, la perito psicóloga, su psicólogo particular y las profesionales del Cuerpo Auxiliar Técnico Multidisciplinario (Catemu), aquél manifestó su deseo de convivir con su progenitor sin perder el vínculo de afecto que tiene con su madre.

Al analizar las razones de tal afirmación, la jueza observó que los informes de los especialistas denotaron la inestabilidad emocional de la madre progenitora como un denominador común en su cotidianeidad, con dificultades para controlar impulsos hostiles que se masifican sin distingo alguno, lo que evidencia una disminución de los frenos inhibitorios destinados a brindar al menor una respuesta adaptativa a las demandas normales y convencionales de un niño en plena etapa de evolución.

Posicionamiento

El tribunal agregó que, como producto de su posicionamiento psíquico y su condición de madre de tres niños, de los que el alimentado es el mayor, se apoya en él achicando la brecha intergeneracional, funcional y estableciendo un vínculo más simétrico en el cual requiere que el niño colabore con el cuidado de sus hermanas o postergue sus demandas propias apelando a mecanismos de racionalización en pos de ayudar a su madre en la cotidianeidad ya sea porque sus hermanas requieren de mayor atención, o para que su madre tenga tiempo para trabajar o porque la misma por todo lo expresado se encuentra muy cansada.

El dictamen psicológico determinó que el niño no debería asumir tal dinámica familiar, “pero la tiene naturalizada y lo actúa mediante conductas de contención, acompañamiento y colaboración poniéndose de este modo en una posición de igual a igual, borrando la asimetría lógica y dable de esperar en dicho vínculo, situación que se complejiza cuando la madre quiere poner límites y hacer ejercicio de su autoridad apelando a manifestaciones disruptivas, en ocasiones agresivas/violentas”.

Para el tribunal, de las conclusiones brindadas por las expertas “pueden inferirse razonablemente cuáles son los motivos” por los que el menor “desea vivir con su padre, básicamente porque se siente más contenido emocional, económica, y psíquicamente”.

Así, la jueza concluyó que no se ha encontrado obstáculo para acceder a esa decisión, pues ningún elemento arrimado al proceso ha logrado demostrar que ello sea perjudicial. En su mérito, estableció la jueza que el cuidado personal del niño I. E. G. M., sea ejercido por ambos progenitores de forma compartida, con modalidad indistinta y residencia principal en el domicilio de su progenitor S. E. G. M.

Luego fijó la juzgadora un régimen de visitas a favor de la progenitora.

Finalmente, consideró que ésta reside en una vivienda alquilada, cubriendo acotadamente los gastos de su grupo familiar y resaltó que esta realidad económica crítica por la que se encuentra atravesando, sumada al elevado costo de vida incrementado aún más por la situación epidemiológica actual y la inflación, las dificultades de acceso al mercado laboral formal o informal que se le presentan a una mujer joven, con estudios terciarios incompletos que dedica gran parte de su tiempo al cuidado de sus otras dos hijas de cinco y dos años de edad, justifican que aunque la residencia principal de I. E. se encuentre en la casa de su progenitor, se establezca una cuota alimentaria a cargo de este último.