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El alquiler de vientres y la ideología de género, en la mira del Vaticano

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Al dar su tradicional discurso al Cuerpo Diplomático acreditado en el Vaticano, el papa Francisco pidió que se prohíba a nivel global la gestación subrogada, a la que definió como “deplorable”, y afirmó que la llamada “ideología de género” es “extremadamente peligrosa” y parte de “colonizaciones ideológicas”.

“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial”, sostuvo con respecto al alquiler de vientres.

En esa línea, dijo que la práctica “ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño” y consideró que “se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre”.

En línea con las políticas que promueven gobiernos como el italiano para que la práctica se considere delictiva en todos los estados, hizo un llamado a la comunidad internacional a fin de que se comprometa a vedarla.

Sobre la ideología de género, Francisco lamentó “los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables”.

Al referirse a las “colonizaciones ideológicas”, aseveró que la teoría de género ocupa un lugar central y es “extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos”.

Según planteó el argentino, aquéllas “provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz”.

Críticos
El papa se sumó a los críticos de la ideología de género; es decir, al grupo de referentes que desde hace tiempo levantan sus voces en el debate público mundial. Federaciones deportivas ya cerraron la participación de mujeres transexuales en competencias, en pos de la equidad.

Algunas normas, como la “Ley Trans” española, generaron alertas por las consecuencias irreversibles para los niños hormonizados. A la fecha, hay países que dieron marcha atrás con su legislación y se fortalece el movimiento “destransicionista”.

Uno de los cuestionamientos centrales a la ideología de género es que la definición de mujer se haya convertido en algo meramente subjetivo.

El año pasado, la difusión del documental “¿Qué es una mujer?”(What is a woman?), producido por la web de noticias The Daily Wire y protagonizado por el activista y comentarista político Matt Walsh, quedó disponible en X (antes Twitter). Lo vieron más de 150 millones de personas.

Cuestiona la ideología de género y, con ello, la pretensión de negar el vínculo entre sexo y biología.

Con ese fin, entre otras acciones, Walsh entrevista a profesionales, especialistas y ciudadanos de todas las tendencias ideológicas (trans incluidos) y les formula el mismo interrogante: ¿qué es una mujer?

Walsh -quien afirma que la ideología de género es “un asalto a la verdad” (aunque no niega que exista la disforia)- pregunta, escucha y expone contradicciones. Pone el foco en los peligros para los niños e intenta obtener precisiones sobre las drogas que se usan en las terapias hormonales y sus consecuencias irreversibles.

La educación es otra inquietud, por la suba de la identificación transgénero. Para Walsh, los recientes números no se deben a la disforia sino a un “contagio social” impulsado por ideólogos, que con las redes sociales -en especial, a partir de la pandemia- llevó a una escalada de casos en la minoría de edad.

Reconocidos autores y activistas, incluidos individuos que fueron trans, se arrepintieron y visibilizan sus destransiciones, comparten su punto de vista.

Enfermos crónicos
El denominado “movimiento destransicionista” suma gente y está activo en las redes.

Sus integrantes (hombres y mujeres) blanquean que recibir hormonas (desde la infancia o luego de ella) no es gratis, y denuncian que individuos sanos se convierten en enfermos crónicos, por los años de medicación y por la dependencia.

Afirman que la ideología de género se desentiende de que las enfermedades mentales o traumas que pueden llevan a las personas a querer cambiar de sexo y difunden las consecuencias (muchas veces catastróficas) de cirugías.

En suma, exponen que el sistema de salud no los evaluó integralmente, que encuadró sus casos como disforia sin un abordaje integral de su salud mental y que les indicó tratamientos experimentales y agresivos que, según plantean, no necesitaban.

¿Qué es una mujer?
¿Qué es una mujer? tuvo que sortear la censura. Lanzada en 2022, la obra fue cancelada de varios sitios. Volvió a estar disponible en 2023, a un año de su estreno, cuando  The Daily Wire la publicó en X.

La red la etiquetó como discurso de odio y limitó la posibilidad de compartirla. Luego, la bajó. Usuarios y realizadores protestaron y volvió a aparecer en la cuenta de The Daily Wire, sin restricciones. La directora de Confianza y Seguridad de Twitter renunció y el mismísimo dueño de la plataforma, Elon Musk, se disculpó por lo que definió como “un error de muchas personas”. Además, y recomendó la obra. “Todos los padres deben ver esto”, sentenció. “Los adultos que consienten deben hacer cualquier cosa que los haga felices, siempre que no perjudique a los demás, pero un niño no es capaz de dar su consentimiento, razón por la cual tenemos leyes que protegen a los menores”, sumó el empresario.

Niños
Suecia, que en 2014 legisló la autodeterminación de género y acordó prestaciones, restringió el acceso de los menores de 18 años a tratamientos hormonales hace poco menos de un año, con algunas excepciones.

Lo hizo luego de que a fines de 2022 la autoridad sanitaria del país limitó la práctica de mastectomías en adolescentes planteando que “el incierto estado de conocimiento” en la materia requería prudencia.

El país registró un alza de casos de disforia de género, que se manifiesta cuando un individuo no se identifica con su sexo biológico. La tendencia se acentuó en el segmento de entre 13 y 17 años, en personas nacidas mujeres al nacer.

Noruega también midió un número creciente de nenas que luego de la pubertad afirmaron sentirse varones y revisó el protocolo para los casos de disforia de género en niños.

En Estados Unidos, varias jurisdicciones retrocedieron con normativas que avalaban suministro de hormonas e intervenciones quirúrgicas a infantes.

Una de ellas es Florida, que a instancias del mandatario republicano Ron DeSantis prohibió que reciban tratamientos de afirmación de género, incluidas prescripciones que bloquean hormonas de la pubertad y cirugías de reasignación.

En 2021, el estado sureño aprobó una norma que vedó la participación de niñas y mujeres trans en deportes femeninos escolares y universitarios, al establecer que deberán jugar en los equipos que corresponden “al sexo biológico registrado en sus certificados de nacimiento”. El fundamento es preservar la integridad física de las competidoras y, por ello, no prohíbe que los varones trans participen en equipos masculinos.

DeSantis fue terminante al apelar al argumento de la seguridad: “Nos vamos a guiar por la base biológica, no por la base ideológica, cuando practiquemos deportes”, dijo.

La ley, conocida como Acta de Justicia en los Deportes de Mujeres, habilita a las estudiantes a demandar a las instituciones educativas si opinan que la participación de trans las privó de “una oportunidad atlética”.

En el Reino Unido, el Gobierno bloqueó en enero de 2023 una ley similar a la española, adoptada a finales de diciembre por el Parlamento de Escocia.

En Francia, la Academia de Medicina pidió “gran cautela” en el tratamiento de pacientes jóvenes.

Pioneros
Los detractores de la legislación española advirtieron que los pioneros en el campo de la identidad trans estaban volviendo sobre sus pasos.

Mientras se debatía, la relatora de la ONU sobre la violencia contra las mujeres, Reem Alsalem, estimó que es “muy peligroso” que los niños puedan “cambiar sus cuerpos sin ninguna restricción”.

Por su parte, al inaugurar el VI Congreso Nacional de Bioética que se celebró en la capital española a comienzos de 2023, la vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Luisa María González, consideró que “hay dos modos de hacer Medicina: desde la ética o desde las reglas biopolíticas”.

No ahorró críticas y dijo que la iniciativa era acientífica. “Es medicina peligrosa, tiene efectos irreversibles, psíquicos y sexuales”, aseguró.

“Los cambios de sexo son experimentales, hay un cuerpo sano al que estamos dando medicación fuera de ficha técnica y que tiene efectos secundarios muy graves”, avisó, y llamó a “romper el embrujo de las creencias intocables con un debate social real y sincero”.

El ala podemita del gobierno sacó adelante la norma, cristalizando los protocolos sanitarios de comunidades autonómicas.

González insistió con los daños a la fertilidad, la insatisfacción del deseo y el aumento de la incidencia de tumores que puede causar la hormonización.

Resaltó la escalada de consultas por supuesta disforia de género de niños que “de la noche a la mañana dicen mamá soy trans” (habló de una suba de 2.000 % en un año) y pidió que se tomaran en cuenta las experiencias de otros países y los testimonios de los “desistidores”.

Además, apuntó contra el autodiagnóstico, la autoafirmación y la denominada “terapia afirmativa” desde el sistema de salud.

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