ESCUCHARLa Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal confirmó las condenas impuestas por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Número 3 de San Martín, Buenos Aires, a los acusados por el secuestro y posterior asesinato de Matías Berardi y por el secuestro de Augusto Castillo.
Así, Richard Souto, Néstor Maidana, Damián Sack, Gonzalo Álvarez y Gabriel Figueroa purgarán prisión perpetua, en tanto que Ana Cristina Moyano, Federico Maidana, Celeste Moyano, Elías Vivas y Jennifer Souto Moyano, entre 17 y 29 años de prisión.
A su turno, el a quo responsabilizó a los nombrados por los delitos de secuestro extorsivo reiterado (dos hechos), agravado por la muerte de una de las víctimas, por el empleo de arma de fuego, por el número de intervinientes y por haberse cometido en perjuicio de menores de 18 años.
Además, los jueces Liliana Catucci, Eduardo Riggi y Mariano Borinsky admitieron el recurso de la parte querellante -Juan Pablo Berardi, padre de Matías- y revocó la absolución de una integrante de la familia Souto Moyano, quien deberá ser sometida a juicio nuevamente para investigar su participación en el crimen de Matías.
Impiadosa muerte
Según expresó el máximo tribunal en lo Penal del país, los penados integraban un grupo criminal con experiencia en la comisión de graves delitos, que revelaron una alta peligrosidad que quedó al descubierto con la “impiadosa” muerte del joven, de 16 años, a quien, luego de haber logrado escapar de su cautiverio, lo persiguieron por el barrio a los gritos de “ladrón” y lo recapturaron, evitando mediante ese “macabro y cobarde modo que el desesperado niño pudiera conseguir la ayuda que pedía a los vecinos”. Luego, lo mataron de un disparo.
Unos días antes del secuestro de Matías habían capturado con fines extorsivos a Castillo, de 17 años, solicitando dinero a cambio de su libertad, lo que no concretaron por haber tomado conocimiento, al parecer, de la intervención policial. En ese hecho sólo se probó la participación de Souto, Moyano y Maidana.
Ambas víctimas fueron mantenidas cautivas en un herrería ubicada en la localidad de Benavídez, en el predio de la casa en la que vivían Souto y Moyano junto a sus hijos menores de edad.
