Concluyen que debe ser probado el daño moral por supuesta mala praxis de un abogado

El demandante endilgaba al letrado falta de atención al pleito para el que lo contrató. Según estableció el Alto Cuerpo, los peritajes presentados no demostraron la presunta afección espiritual del accionante

La Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) rechazó el recurso de casación de la parte actora, quien presentó demanda de daños y perjuicios por mala praxis de un letrado a quien endilgaba falta de atención al pleito para el cual había contratado su representación, y ratificó la resolución de la cámara a quo que había sostenido que no existieron pruebas de que la caducidad del beneficio de litigar sin gastos (BLSG) en sí misma provocase daño moral.

El recurrente expuso inicialmente que la decisión adoptada por la alzada de rechazar el daño moral reclamado, obedeció a la ausencia de prueba sobre su existencia cierta, al no haber evidencia de que su parte hubiera sufrido consecuencias espirituales como resultado de la caducidad del referido BLSG, cuando su obligación era determinar también si el desengaño en las expectativas puestas en la idoneidad del profesional era susceptible de generar un daño de aquella índole.

En esa dirección, la actora explicó que el resarcimiento de tal rubro no se agotó en la angustia generada por la dilación del proceso a causa de la tasa de justicia impaga, sino expresamente en que también derivaba de la defraudación de la confianza depositada en el profesional.

Paralelamente, la accionante puntualizó que la doctrina se ha ocupado de señalar que la mala praxis de un letrado es susceptible de generar daño moral por la sola circunstancia de que el abandono de su ministerio provoca la desconfianza de quien contrató sus servicios.

Frente a este panorama, el Alto Cuerpo integrado por María Marta Cáceres de Bollati, Domingo Juan Sesin y Luis Eugenio Angulo observó que de revisar los antecedentes de la causa emergía que la solución desestimatoria del daño moral objetada en casación a la cual arribó la cámara no presenta el vicio formal de incongruencia por omisión de tratamiento de argumento de supuesto carácter dirimente que se le endilga.

Así las cosas, el TSJ sostuvo que la cámara brindó diversas razones fácticas y jurídicas para justificar la improcedencia del rubro resarcitorio en cuestión, entre las cuales se cuentan que el daño moral debe ser acreditado por quien lo invoca, con prescindencia de la esfera de responsabilidad de que se trata.

A su vez, los vocales destacaron que el dictamen psicológico no resultó contundente para sostener la presencia de un daño moral pues apuntó a que el actor no presentaba signos de depresión o falta de energía; y además explicó que el proceso de quiebra al que éste se sometió incrementó su situación de angustia.

De allí que en el fallo se valoró que, en las condiciones descriptas, el reproche bajo la lupa se redujo una vez más a manifestar la mera disconformidad del recurrente, por un lado, con la ponderación de los elementos probatorios incorporados a la causa (en particular, la pericial psicológica rendida); y por el otro, con la interpretación de la normativa sustancial que el tribunal de mérito entendió aplicable al caso, según lo postulado por destacada doctrina en la materia, en orden a determinar la improcedencia del rubro por daño moral.