ESCUCHARFueron dos de los puntos fuertes de su discurso de asunción, en el cual no brindó detalles de su plan económico. Prometió estar al frente de un gobierno “abierto”, y advirtió de que “no serán bienvenidos” los jueces que quieran ser instrumento de su gobierno.
Mauricio Macri asumió como Presidente de la Nación y en su primer discurso ante la Asamblea Legislativa llamó a los argentinos a «construir el país del siglo XXI», apelando a su tradicional discurso con énfasis en la «unión», el «trabajo en equipo», la “pobreza cero”, la “lucha contra el narcotráfico”, y «el diálogo con el mundo manteniendo los reclamos soberanos».
Luego de prestar juramento, el hombre que se impuso en el balotaje del 22 de noviembre leyó un discurso sencillo en el que, sin demasiadas definiciones en lo político ni en lo programático, repasó los principales ejes de su campaña, que serán pilares de su gobierno.
“Para mí la política no es una competencia entre dirigentes para ver quién tiene el ego más grande”, señaló, al recordar lo dicho en su campaña. “Es la labor entre dirigentes modernos que trabajan en equipo para servir a los demás”, definió.
En un discurso que, sin mencionarla, aludió en todo momento tangencialmente a su antecesora, Macri insistió en que la política “tampoco es el escenario en que algunos líderes mienten para engañar a la gente y al mundo con datos falsos”. En esa tónica, luego agregó que la gestión “requiere de transparencia, para que la información del gobierno sea puesta a la luz del día y accesible a todos”, con lo cual bregó por un gobierno abierto. “Quiero pedirles que nuestro lugar de encuentro sea la verdad y que podamos reconocer cuáles son nuestros problemas para que juntos encontremos las mejores soluciones”, sostuvo.
Corrupción y justicia independiente
Macri reiteró que su gobierno combatirá la corrupción. «Seré implacable con todos aquellos de cualquier partido, sean propios o ajenos, que dejen de cumplir con lo que señala la ley: no habrá tolerancia con esas prácticas abusivas, porque los bienes argentinos son para todos los argentinos, y no para el uso incorrecto de los funcionarios».
Fue ésa la primera gran ovación que recibió de la asamblea legislativa, en la cual unas 40 bancas quedaron vacías, por la ausencia de varios legisladores del Frente para la Victoria, disconformes con la cautelar judicial tramitada por Macri. La segunda llegó cuando el Presidente habló de su pretensión de lograr «una justicia independiente, que no tenga jueces militantes” de ningún partido. “A quienes quieran serlo -agregó- les decimos claramente: no son bienvenidos si quieren pasar a ser instrumentos nuestros”.
En otro momento de su alocución prometió una «revolución de la educación pública», en la cual el «conocimiento es el factor clave para alcanzar nuestra potencialidad individual y colectiva». Aseguró en tal sentido que le dará “más prestigio y valor a la vocación docente. Se trata de crear una educación amplia, inclusiva, atenta a su calidad y acorde a las realidades del siglo XXI”.
Fue genérico al hablar de la agenda económica, limitándose a señalar que “el desarrollo de Argentina llegará a través de una inversión inteligente y expansiva, que mejore la infraestructura, ponga las bases para el crecimiento de la producción, traiga oportunidades y genere la prosperidad que merecemos”.
En materia social, prometió “universalizar la protección para que ningún chico” quede fuera. Luego aseguró que el objetivo será que “todos puedan tener un techo con agua corriente y cloacas”, y prometió “urbanizar las villas para transformar para siempre la vida de miles de familias”.
Sin embargo, señaló que para lograr la mentada “pobreza cero” será necesario “generar trabajo, ampliar la economía, aprovechar los enormes recursos naturales y humanos que tiene la Argentina”. En tal sentido, prometió “cuidar los trabajos que hoy existen, pero sobre todo producir una transformación para que se multipliquen las fuentes de trabajo”, argumentando que “ésa es la única forma de que haya prosperidad donde hoy hay una pobreza inaceptable”.
