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La tan deseada herencia que recibieron quienes operan detrás de Milei

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Por Luis Esterlizi (*)

La verdadera herencia 

A esta altura de los acontecimientos que hoy vive Argentina -que en gran medida le permitieron al presidente Javier Milei avanzar en su estrategia a mi criterio- es fundamental desentrañar las causales de esa herencia, ya que no se refiere a la tradición, a un derecho de nacimiento y mucho menos a rasgos heredados. 

Lo que el candidato Milei presentó como propuesta principal en la campaña electoral de su posible gobierno fue destruir con una motosierra a quienes consideraba -como muchos sectores del pueblo- culpables de la tremenda crisis receptada, identificándolos como “la casta”.

Por ello, en el título del presente artículo me refiero a quienes operan detrás de dicha estrategia ya que por propias palabras del Presidente son nada más y nada menos quienes terminaron constituyéndose en nuestros enemigos porque -aunque antaño aparentaron ser avanzadas civilizadoras- terminaron siendo los que se aprovecharon de nuestra bonhomía, del espíritu abierto y solidario y, por sobre todas las cosas, por haber confiado de que era posible construir con ellos el progreso y el desarrollo de este bendito territorio. Desde la llegada de los españoles y en 1806, con los ingleses, se plasmó la verdadera estrategia que dichas “civilizaciones” perseguían. 

Estos últimos 48 años constituyen una nefasta etapa de esta historia que, como resumen de cientos de batallas, muestran a la sociedad argentina vapuleada por muchos acontecimientos, a partir de la última dictadura militar de 1976, consolidando un modelo de entrega que duró como autocracia hasta que a partir de 1983 prosiguió por medio de una partidocracia sin desviarse del camino trazado. 

Con las medidas dejadas por dicha dictadura cívico-militar, comienza a modelarse un régimen de gobernanza que paulatinamente va deformando los roles y funciones tanto de las entidades públicas como privadas y especialmente sobre una dirigencia que, influenciada por el neoliberalismo político, actúa prendida de la especulación electoral, la corrupción y la venalidad.

Como consecuencia de ello se instituye una partidocracia que convirtió a los partidos en las únicas instituciones con acceso a los cargos públicos pero que, vaciadas de pueblo, de estructuras organizativas, de principios y doctrinas, dividieron a la sociedad en derechas e izquierdas, para turnarse en el ejercicio del poder.

La Nación desapareció como la expresión institucional de un territorio y una comunidad de origen y destino emancipado, para dividirse en provincias, municipios y regiones controlados por un remozado caudillismo, mientras las entidades intermedias del trabajo, la producción, el profesionalismo, el comercio, etcétera, es decir, los que debían conformar una comunidad organizada, se fueron separando e incluso enfrentando, buscando cada una su propia realización, olvidándose que nadie se salva si el barco en que vamos todos, se hunde.

Con este proceso de lamentables consecuencias políticas, económicas y sociales, llegamos a las últimas elecciones que como herencia nos deja el delito y la ilegalidad de una deuda externa conformada desde 1976 en más de 400.000 millones de dólares, un enorme sector de la población arrojado a la pobreza y a la indigencia, una inflación incontrolable, miles de trabajadores y cientos pymes en la informalidad, una educación quedada en el atraso, una salud golpeada en su estructura como en su desorganización, mientras se consolida una grieta que solo sirvió para entorpecer y anular cualquier atisbo de unidad nacional.

Esta pesada herencia cae “como anillo al dedo” al novel candidato, ya que -proponiendo destruir “la casta”– recibe el espaldarazo de una gran parte de los sectores juveniles junto con aquellos que hasta el hartazgo, venían pidiendo un cambio total.

Cómo utiliza Milei esta situación

La ideología del liberalismo libertario o, como Milei lo llama, “anarco-capitalismo” sólo busca el acceso al poder público para con amplios poderes gobernar a discreción y hacer todo de acuerdo con lo que diseña su estrategia política.

El objetivo de máxima parece concentrarse en producir arbitrariamente los cambios en la toma de decisiones y disposiciones vigentes, arriando con derechos y obligaciones constitucionales, y de esa forma minimizar cualquier intento por contradecir tales atribuciones, sobre todo cuando lo que busca es exterminar los poderes menores ejercidos por distintas instituciones y entidades intermedias tanto públicas como privadas, y frenarlas o inutilizarlas por el tiempo que necesita para producir los cambios. De allí que con un año de gracia, presenciaremos el fin de la democracia social, del proyecto de la comunidad organizada y de un proyecto nacional al servicio de los argentinos.

Sabemos que la especulaciones personales o grupales, las corrupciones en la obra pública, gastos superfluos o derivados para beneficio personal, como el manejo discrecional de las entidades intermedias,etcétera, es porque desapareció la ética y la moral y, hasta que no produzcamos una verdadera revolución para recuperarlas, seguirá sucediendo. 

Pero el Sr. Milei, no quiere esto; lo que él pretende es utilizar esta maldita herencia para destruir a las organizaciones y entidades intermedias, ya que el liberalismo a lo que más le teme es a la conciencia y organización social de los pueblos, porque eso les otorga un poder no muy fácil de dominar.

Por lo tanto, la estrategia del actual gobierno liberal consiste en exterminar el poder de las entidades gremiales y empresarias, cámaras, cooperativas, colegios profesionales, etcétera, como también dividir y menoscabar el poder de gobernadores e intendentes, negociar el poder que necesita en el Congreso, con lo que quede de la oposición dialoguista, para que dichas entidades no se recompongan ética y moralmente, evitando de ese modo que vuelvan a ser la única posibilidad que con poder organizado e integrado de los argentinos ocupen el rol principal de la democracia y de esa forma decidir nuestro destino como el Proyecto nacional, independiente, libre y soberano, resguardando los recursos estratégicos, la soberanía territorial y el desarrollo laboral e industrial que con trabajo, inteligencia y capacidad, podemos defender y expandir.

Esto se advierte ya, por el empeño del presidente Milei en manejarse con los DNU, gracias al otorgamiento de un poder omnipotente, mientras los partidos y coaliciones amigas se entretienen discutiendo cargos, dirimiendo poderes internos o cuestiones personales, como rémora de la decadencia de una clase dirigente que no tiene capacidad ética y moral para enfrentar esta grave amenaza.

Conclusiones

Vivimos un cambio de época desde la realidad internacional que dirime un nuevo orden mundial, hasta los cambios que debemos hacer en Argentina y que fueron ninguneados o postergados por una dirigencia necia e irresponsable, que -ignorando el llamado de nuestros antepasados- fueron, durante más de 40 años, los culpables de entregarnos a la codicia y venalidad de organismos financieros y capitales ocupados en avasallar derechos y disposiciones ambientales, para sus turbios negocios.

Nos entretuvieron, confundieron y enfrentaron en luchas de clases o diferencias de ideologías caducas para que nos devoren los de afuera, ya que Argentina es el bocado apetecible de intereses bastardos que nos ha venido esquilmando y endeudandonos para someternos eternamente a la perversidad de este anarco-capitalismo eminentemente materialista e inhumano.

Por lo expuesto y ante la imbecilidad y decrepitud de la clase dirigente entregada a la estrategia del liberalismo libertario, debemos cifrar las esperanzas en nuestra sociedad y en el surgimiento de nuevas generaciones, que -consolidadas en valores y virtudes esenciales recuperen a las organizaciones libres del pueblo que están obligadas, por años de hechos trascendentes- a conformar una comunidad organizada para que con la idoneidad fortalecida mediante una revolución ética y moral, el pueblo argentino logre definitivamente su emancipación nacional. 

(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba 

«El concepto de herencia es algo que se recibe de lo pasado, como una tradición, un derecho de nacimiento o los rasgos heredados”

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