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Cosmonautas rusos y coñac armenio

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Por Florencia G. Rusconi (*)

El pasado sábado 23 se cumplieron 23 años de la destrucción controlada, en 2001, de la Estación Espacial Mir, orgullo del programa espacial soviético en los años 80.
El 19 de febrero de 1986 la Unión Soviética lanzó la mencionada estación -cuyo nombre “Mir” significa “paz”, en ruso-, que fue la primera estación internacional y un símbolo de amistad entre astronautas de varias partes del mundo.

Fue también la primera estación espacial de investigación en estar habitada de forma permanente y significó la culminación del programa espacial soviético, accesible a cosmonautas y astronautas. Hoy, la Mir descansa en las profundidades del Océano Pacifico.

Cosmonautas rusos admitieron que llevaron alcohol de contrabando a la estación espacial 

Los cosmonautas revelaron sus secretos sobre transportar bebidas en sus misiones a pesar del peligro que esto conlleva. Según dijeron, ocultaban botellas dentro de sus trajes y hasta en libros huecos.

El consumo de alcohol está prohibido en el espacio. Llevar, transportar y tomar bebidas espirituosas no está permitido en ninguna nave y mucho menos en la estación espacial internacional que hoy orbita la Tierra.

Sin embargo, esta prohibición no impidió que algunos intrépidos lo llevaran de contrabando. La Agencia Espacial Rusa Roscosmos prohibió el alcohol y los cosmonautas se convirtieron en contrabandistas. En los años siguientes, inspectores de esa agencia encontraron decenas de cajas de bebidas alcohólicas transportadas ilegalmente.

En marzo de 2023, el programa televisivo TN Tecno informó que cosmonautas rusos admitieron esconder botellas de coñac en sus trajes espaciales, en botellas de jugos mal etiquetadas, e -incluso- dentro de libros huecos que se utilizaron como cofres.

Las bebidas están compuestas especialmente por etanol, una sustancia prohibida debido a su volatilidad, al igual que los enjuagues bucales, desinfectantes de manos y perfume.

Al principio de la era espacial, no se prohibía el consumo de alcohol en las misiones, incluso esto estaba avalado por médicos que indicaban que el coñac estimulaba el sistema inmunológico.

Pasado un tiempo, la Agencia Espacial Rusa estableció esa prohibición y, por lo tanto, los cosmonautas tuvieron que buscar la manera de llevar botellas en sus viajes y evitar ser descubiertos por las autoridades.

“Alcohol”, “astronauta” y “cosmonauta” son palabras que nunca esperaría haber escrito juntas en mi vida, pero ése es el tipo de sorpresas que nos da la Historia.

En realidad, el consumo de bebidas alcohólicas no es tan raro, sobre todo en Rusia. Para los cosmonautas siempre ha sido costumbre brindar con alcohol, especialmente en misiones muy largas para “ponerse a tono” o bien para celebrar éxitos.

Ley seca

Es así que comenzó a transportarse de forma ilegal y salieron a la luz las múltiples formas de contrabandear alcohol en las naves que viajaban al espacio exterior.

Igor Volk confesó que él y otros compañeros habían llegado a perder peso justo antes de embarcar en la Salyut 7, precursora de la Mir, para poder esconder alcohol en bolsas secretas de sus trajes espaciales sin ser detectados. Las bebidas eran empaquetadas en pequeños envoltorios de celofán que escondían en bolsillos y huecos de sus trajes espaciales, según informó TN Tecno.

Georgy Grechko, también astronauta ruso, recordó haber encontrado una bolsa sellada con una botella de alcohol dentro de uno de los trajes especiales de ejercicio que llevaban los miembros de la tripulación para prevenir la atrofia muscular. En tanto, su compañero Valery Ryimin reveló que pudo contrabandear una docena de botellas de coñac armenio dentro de envases de plástico con tapón de rosca.

Oficiales de la Agencia Internacional Roscosmos aseguran que muchos cosmonautas tienen sus trucos para llevar alcohol a la estación espacial y subrayan que ello está categóricamente prohibido, aunque este sigue ocurriendo. Esta autoridad también admite: “No sabemos cómo siguen llevándolo ni de dónde sale”.

El primer licor fue al espacio en 1971, a la estación orbital Saliut-7. El cumpleaños de uno de los cosmonautas se produjo en el período en que estaba en órbita y sus amigos-mecánicos le dieron un regalo incluso antes del lanzamiento: escondieron una botella de coñac armenio en la pulsera utilizada para medir la presión sanguínea.

Más tarde, los comités de inspección encontrarían docenas de escondrijos en varias estaciones en las que se había ocultado el alcohol. Los oficiales no lo niegan. Por ejemplo, el copresidente del comité principal de selección de cosmonautas, Viacheslav Rogózhnikov, admitió que casi todos los cosmonautas tienen esos escondites. «Está categóricamente prohibido, pero el alcohol aún aparece. No sé de dónde viene».

Contrabando… a base de dieta

El esquema para llevar productos no muy canónicos a bordo de una nave espacial fue descrito por Volk. En 1984, antes del lanzamiento de la Soyuz, compró dos barriles de pepinos encurtidos y coñac.

«Es imposible llevar a bordo más peso del que puede soportar la alineación del asiento», explicó Volk. «Pero mi compañero Volodia Djanibékov y yo pensamos en todo. Una semana antes del lanzamiento no comíamos nada, excepto pan y té. Perdimos alrededor de entre kilogramo y medio y dos kilogramos. Empacamos todo en pequeñas bolsas de celofán y cuando estábamos vestidos, colocamos las bolsas en los trajes espaciales. Así es como despegué, con pepinillos encurtidos pegados a la barriga”.

El alcohol viajó al espacio gracias a manuales. «Era un tomo grueso. Quitabas la tapa y en lugar de las páginas ponías el licor. Podía caber alrededor de un litro y medio. Lo más importante es que no gorgotees».

El cosmonauta Gueorgui Grechko, quien falleció recientemente y pasó 134 días, 20 horas, 32 minutos y 58 segundos en el espacio, habló sobre un método diferente y más complejo. En órbita, para no tener atrofia muscular, es necesario hacer ejercicios durante al menos dos horas al día. Para esto, la nave espacial tiene trajes especiales con mecanismos internos que obligan a los músculos a trabajar en gravedad cero. Fue en estos trajes que los cosmonautas, que se iban cediendo en la estación, tenían sus escondites.

«Una vez en un traje para educación física encontramos una botella de medio litro con la etiqueta Eleutherococcus B (un tónico natural)», recuerda Grechko. «Pero cuando abrimos la jarra, ¡descubrimos que era coñac! Calculamos que cada día antes de acostarnos podíamos beber 8,5 gramos cada uno. Pero fuimos capaces solo de beber la mitad. Simplemente no éramos capaces”.

El mejor soporífero

Muchos astronautas creen que la prohibición oficial del alcohol en el espacio por parte de Rusia es simplemente dañina. Alexánder Lazutkin, quien pasó 184 días en órbita, habla de esto abiertamente. «Una vez, debido a una anomalía en la estación, la composición del aire en los compartimentos cambió. Incluso los médicos en el Centro de Control de la Misión recomendaron un poco de alcohol para neutralizar los factores dañinos».

“El pequeño sorbo de coñac se conocía como bulka. En la Tierra esto es 20 gramos, nada. Pero en el espacio, un bulka es un elixir mágico. Por ejemplo, tuvimos un día difícil y al día siguiente teníamos un experimento complicado. Nos metíamos en nuestros sacos de dormir, pero no teníamos sueño en absoluto. El bulka te salvaba. No te gusta tomártelo todo de una vez. Uno aguanta el bulka en su boca, en su lengua y luego traga lentamente. Estiras el proceso hasta 10 minutos. La pequeña gota de alcohol tiene un efecto fantástico en el espacio: te calma, elimina la tensión. Te quedas dormido rápidamente y por la mañana te levantas vigorizado. Esto es mejor que una pastilla, que te puede volver adicto rápidamente. La opinión común es que el coñac armenio es la mejor bebida alcohólica para el espacio. Estoy convencido de que es necesario legalizar el alcohol en el espacio en pequeñas cantidades, por ejemplo, como somnífero».

Coñac / brandy armenio 

¿Por qué los cosmonautas rusos consumían el coñac armenio?

Para los rusos el coñac de Armenia es muy bueno. Es muy apreciado en todo el mundo, incluso en Francia, la cuna del coñac. El punto de vista unánime de los expertos internacionales es que hay dos tipos de coñac: el francés y el armenio. Todos los otros coñacs pertenecen al tercer grupo. 

El coñac armenio es bien conocido desde los tiempos del Imperio Ruso. Y aun mucho antes.

Los armenios, uno de los pueblos más antiguos del mundo, con una lengua y unas costumbres milenarias, sienten un gran orgullo por su brandy, al que llaman “coñac” y que junto con el sagrado monte Ararat es una de las señas de identidad más reconocibles de este pequeño país caucásico

Aunque la historia contemporánea de esta bebida nacional por excelencia empieza a finales del siglo XIX, con la apertura de una fábrica en Ereván, muchos creen que el aguardiente de vino se destilaba en estas tierras ya en tiempos de la antigua Babilonia, mucho antes de que se popularizara en Europa a partir del siglo XIV.

El brandy armenio -que se comercializa como «coñac armenio» a pesar de las disputas con la histórica denominación de origen del Cognac francés que esto supone- fue probablemente la bebida alcohólica más apreciada y de mayor calidad en la antigua Unión Soviética, desde donde alcanzó fama mundial.

Hoy, la Fábrica de Coñac de Ereván monopoliza la fabricación del brandy nacional, y es heredera por derecho de aquella primera industria levantada en 1887 en la capital del país.

De sus bodegas salen las marcas y clases de coñac armenio más conocidas y valoradas en todo el mundo, entre ellas el “Ararat”, que toma su nombre del místico monte al que arribó según la leyenda el Arca de Noé y a cuyos pies floreció de nuevo la humanidad al bajar las aguas del diluvio universal

Entre sus muchas clases de colección, elaboradas exclusivamente con variedades de uva blanca autóctonas y envejecidas en botas de roble del Cáucaso, está el Ararat Dwin, un brandy único en el mundo por su altísima graduación.

«El Dwin es un coñac envejecido durante diez años, que se distingue por una graduación de 50 grados de alcohol», cuenta Cristina Ishjanián, embajadora de la marca Ararat.

Se cree que precisamente a ese brandy se aficionó sir Winston Churchill después de que Stalin se lo sirvió en la histórica Conferencia de Yalta en 1945. Después de la Segunda Guerra Mundial, el líder soviético dispuso que a Churchill le enviaran 400 botellas cada año.

«Aunque no hay pruebas documentadas, es un hecho que el Dwin fue el brandy que se sirvió en la conferencia de Yalta. También son muchos los testimonios de palabra que confirman la leyenda», asegura Ishjanián.

El enólogo Margar Sedrakián, creador del Dwin y de prácticamente todos los destilados que exhiben hoy con orgullo Ararat y la Fábrica de Coñac de Ereván, fue exiliado a Siberia por el régimen estalinista a finales de los años 40 del siglo pasado.

Dice la leyenda que un día Churchill quedó descontento con el Dwin que recibía regularmente del dictador soviético y así se lo comunicó.

Aunque tampoco hay evidencias de una conexión entre el presunto gusto del líder británico por el coñac armenio y el destino de Sedrakián, el enólogo fue rehabilitado poco después de su exilio y devuelto a la fábrica de Ereván, donde trabajó prácticamente hasta su muerte. El amor de Churchill por el brandy armenio y el respeto por el maestro de “Dwin” era tan grande que influyó en la decisión de Stalin de liberar a Margar Sedrakyan. Ésa es la historia de cómo Churchill rescató la vida de un armenio.

Se cree que Churchill bebía una botella de “Dwin” al día,

Durante una reunión en 2013 en su villa personal en Sochi, el presidente ruso Vladimir Putin le dio al primer ministro británico David Cameron una botella de brandy armenio como regalo, recordando la ofrenda de Stalin a Churchill.

De coñac a brandy

Uno de los símbolos indiscutibles de Armenia, es su famoso coñac, que el país tendrá que renombrar como brandy tras llegar a un acuerdo con la Unión Europea (UE).

Como informara SoyArmenio, en su edición del 3/11/ 2023, en el marco del Acuerdo de Asociación Reforzada entre Armenia y la UE, no podrán utilizar la palabra “coñac” a partir de 2043 y están discutiendo un nuevo nombre para no perder mercados

Según el pacto, firmado en noviembre 2017, Ereván tiene que dejar de emplear el nombre “coñac” en su aguardiente de vino destinado al mercado exterior y estipula que las denominaciones francesas de origen, «champagne» y «coñac» no serán usadas más por Armenia

La medida también afecta la comercialización del brandy armenio en el mercado local, donde no podrá denominarse “cognac” ya desde 2032.

Cogñac, sólo el de Francia

La UE insiste en que el coñac es todo aquel que se produce en la localidad francesa de Cognac, mientras las demás bebidas deben utilizar el nombre de brandy.

A cambio de rechazar al coñac, el país caucasiano recibirá de Bruselas un total de 3 millones de euros que se destinarán a la complicada labor de rebranding, un proceso que por el momento carece de una hoja de ruta y provoca inquietud entre los fabricantes de coñac armenios.

“Por el momento, es muy difícil de decir cuánto tiempo se requerirá para que la nueva marca se gane un nombre en el mercado internacional”, dijeron a EFE en la fábrica de brandy, vino y vodka “Ararat”, en Ereván.

Sucede que la calidad de la uva, del agua y la tecnología de conservación en barriles de roble especiales confieren al brandy armenio un sabor y un aroma capaces de satisfacer los paladares más exquisitos.

Fueron precisamente estas características las que le catapultaron a la fama en tiempos de la Unión Soviética, cuando el coñac armenio era apreciado en cualquier punto del imperio rojo desde el Báltico hasta el Vladivostok.

Pese a su precio bastante alto, el brandy armenio estaba presente en todas las celebraciones importantes en los hogares soviéticos.

Recomendado por Forbes

En La edición española de esta revista, “Saborear el coñac más antiguo del mundo en Armenia”, titula a la publicación en el apartado dedicado a la república caucasiana en el que recuerda a sus lectores la famosa leyenda sobre la afición de Winston Churchill por el coñac armenio.

(*) Abogada. Docente jubilada de Cátedra Derecho Internacional Público (Facultad de Derecho, UNC)

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