Los entornos profesionales competitivos, la constante exposición a situaciones de crisis e hiperinformación hacen que las personas vivan estresadas. Frente a este panorama, Luis Maffei, especialista en comportamiento organizacional de la Maestría en Dirección de Empresas de la Universidad Católica, brindó ayer algunas herramientas para gestionar el estrés en el ámbito laboral. Lo hizo en el marco de una actividad organizada por el ICDA para dirigentes empresariales, donde dialogó con Comercio y Justicia.
– ¿Qué es la gestión del estrés?
– Es la forma en que se afrontan las situaciones problemáticas que se presentan día a día, poniendo en juego recursos personales y laborales. Frente a esa demanda se tendrá un resultado que puede ser negativo cuando hay aburrimiento, tensión o deterioro y será positivo cuando esos recursos fluyen. Frente a una situación de trabajo, esto va a depender del liderazgo que se ejerza sobre la persona y de los conceptos sobre autoeficacia que ésta tiene.
– ¿Cómo se gestiona?
– A partir de la resolución de problemas, de la reestructuración cognitiva a través del pensamiento -acción, más el apoyo social y el manejo emocional que permita canalizar las tensiones.
– ¿Esa gestión es personal?
– Es un combo. Está lo que depende de uno y lo que depende de otros, como el entorno, el trato, el clima organizacional, el estilo de liderazgo.
Cuando se tiene vigor, absorción y dedicación (en un trabajo) se entra en un camino denominado “flow” o fluir, que sería la experiencia óptima laboral donde el desafío al que se está expuesto más las habilidades personales confluyen, y esto se convierte en la experiencia de disfrute; sería todo lo opuesto al “burn out”. Cuando alguien está desafiado adecuadamente, lo disfruta. Cuanto más tiempo pasa eso, más se ha gestionado el estrés, y no se lo está gestionando cuando se convierte en “burn out”, que es agotamiento, cinismo y ausencia de creencia sobre la eficacia personal.
– También se dice que el optimista maneja mejor el estrés.
– Aquí entra otro concepto: la psicología organizacional positiva, donde el optimismo ya no es una palabra vacía de contenido. El optimista es una persona que no está preparada para enfrentar adversidades, pero cuando vienen, las resuelve y, si no puede, convive con ellas. El pesimista está toda la vida preparado para ello, pero cuando vienen lo aplastan.
Lo interesante del optimista es que se maneja bajo dos premisas: esperanza y gratitud, y eso es lo que les abre las puertas. Además, dispara -con alguna cotinuidad- endorfinas y hormonas que tienen que ver con el estado de ánimo. En cambio, el pesimista siempre está disparando cortisol (una sustancia nociva) y de ahí la diferencia entre el estrés bueno y el malo.
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Para profundizar sobre la psicología de la salud positiva llegará a Córdoba la especialista Marisa Salanova Soria, de la Universidad de Jaume I de Castellón (España). Fecha: 20 de noviembre, a las 9, en el ICDA de la Universidad Católica. </
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