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Isla de sol y reggae

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Jamaica es más que una isla en el Caribe, es un sentimiento, una filosofía de vida, gente que contagia paz y optimismo. Es música que se cuela entre las venas en un país que se mueve a un ritmo contagioso y relajante, donde la actitud positiva es parte de su esencia.

Jamaica es más que una isla en el Caribe, es un sentimiento, una filosofía de vida, gente que contagia paz y optimismo. Es música que se cuela entre las venas en un país que se mueve a un ritmo contagioso y relajante, donde la actitud positiva es parte de su esencia.
Lo anticipan los carteles de bienvenida: ¡En Jamaica, no hay problemas! También lo anuncian las cabezas ensortijadas con rastas hasta la cintura que circulan con paso despreocupado por el Aeropuerto Internacional de Montego Bay, una de las puertas de entrada al país del legendario Bob Marley y cuna del reggae.
Con un humor cálido y el trato amistoso característico de los lugareños, el conductor (que maneja del lado de la derecha, signo se su pasado  como colonia inglesa) anticipa que el camino de Montego Bay a Negril, se extenderá por noventa minutos. Al salir de la ciudad, la ruta se abre de un lado hacia un mar calmo e infinito, y del otro se eleva entre praderas vestidas de verde intenso. El recorrido está salpicado por una decena de pueblitos y una cantidad impactante de iglesias de cultos diversos. Es sábado, y algunos templos adventistas reciben a sus fieles enfundados en trajes de fiesta coloridos, sombreros pomposos y hombres elegantes de traje y corbata que desafían estoicos los más de treinta grados de temperatura que reina en el mediodía caribeño.
Entre pueblo y pueblo predomina un entorno mayormente desolado, recortado por viviendas ínfimas  y una que otra mansión de estilo georgiano escondida entre la vegetación.
Arribar al destino es como saltar de un país a otro. A diferencia de Montego Bay la segunda ciudad más importante del país donde sus edificios  y complejos turísticos son  descomunales, en Negril no superan la altura de las palmeras, lo que le imprime un estado de armonía y plenitud con la naturaleza.
El pequeño poblado, también llamado Bahía Sangrienta por su historia violenta protagonizada por batallas de piratas, la guerra británica y las peripecias de puerto ballenero, fue adoptado como el refugio del amor libre y el movimiento hippie de los años 60. Vestigios de su pasado bohemio quedó plasmado en su gente, que conserva una filosofía de vida relajada, descontracturada y alegre.
El enclave exclusivo que descansa sobre una decena de kilómetros encausados a lo largo del Boulevar Norman Manley, es dueño de un  mar turquesa incandescente que brilla por su transparencia y una playa eterna de arena fina conocida como “Seven Miles Beach”. Su paisaje sublime obliga a mimetizarse con el entorno, detener el ritmo y dejarse llevar por el ir y venir de las olas que acarician la costa.
Desde la arteria principal de Negril, emergen  complejos de gran categoría que se distinguen por una arquitectura rústica  y de buen gusto acorde con la virginidad  del contexto.
Para quienes disfrutan de las actividades náuticas, es su lugar en el mundo. Algunas propuestas de alojamiento de lujo, como el Breezes Grand Resort & Spa  ofrecen un sistema “super all inclusive”  donde los huéspedes, además de dormir en habitaciones enclavadas prácticamente sobre la arena y  a escasos metros del mar, pueden disfrutar sin límites de todas las opciones marítimas que brinda el complejo, como buceo entre  arrecifes coralinos multicolores, snorkeling, esquí acuático, windsurf, kayak, vela y hasta travesías en catamarán hacia las pequeñas islas que sobresalen en el horizonte. Todo ello acompañado por deliciosos manjares jamaiquinos y tragos frutales.

Mobay multifacética
Para cortar con la rutina del silencio y la paz de Negril vale la pena escaparse hacia Montego Bay por el día.
Al igual que su población -un mosaico de razas y religiónes concentradas en casi tres millones de habitantes en todo el país-, la ciudad es cosmopolita y multifacética.
Conocida también como MoBay, la segunda urbe más grande y principal destino turístico de Jamaica, se expande desordenada a lo largo de la costa noroeste. Su agraciada fisonomía ostenta una pulsera de arena blanca besada por aguas turquesas, decorada con plantas florales, y colinas salpicadas de palmeras que forman un telón de fondo para largos tramos de praderas ondulantes.
“La ciudad fue llamada por Colón como el golfo del buen tiempo. En dicha época, se convirtió en el principal puerto exportador de manteca, lo que le otorgó el nombre de Bahía de Manteca. Más tarde, el azúcar y los bananos se convirtieron  en  sus principales exportaciones”, así arranca con su relato, Linley Grant, el guía que disfruta de contarle a sus pasajeros acerca de la tierra que lo vio nacer.
Grant es de esos jamaiquinos que la vida le sonríe, reside en el corazón del istmo y se siente feliz de tener un trabajo fijo y estable. Es un referente fiel del crisol de nacionalidades que habita el archipiélago cuya mayoría es negra, y mestizada con amerindios, españoles, aricanos, chinos e indios.
En un inglés que fluye con musicalidad propia y se mezcla con el patois, el dialecto traído del África occidental, el guía asegura que gran parte de la población vive precariamente pero con dignidad y optimismo, aunque muchos sueñan con viajar a Estados Unidos, donde habitan más de tres millones de compatriotas.

Urbe turística
Montego Bay cuenta con más habitaciones que ningún otro sitio del istmo. La variedad es inmensa: grandes cadenas; pequeños albergues; hosterías, y algunas de las más lujosas villas privadas del Caribe. Además, para ampliar su desarrollo turístico, la plaza estrenó un gigantesco Centro de Congresos y Convenciones (el Montego Bay Convention Centre) con más de ciento cuarenta mil metros cuadrados de salones y espacios para eventos y exposiciones.
Tras las monumentales cadenas hoteleras algunos veraneantes se abandonan bajo los rayos solares frente a las plácidas aguas caribeñas, mientras otros tienen la opción de nutrir su inquietud artística y cultural en galerías de arte, como la Galería de Arte Antillano (Gallery of West Indian Art) y la Bay Gallery, sitios históricos como la Iglesia Parroquial de Santiago (St. James Parish Church), construida entre 1775 y 1782, y The Cage (La Jaula), un calabozo convertido en museo, que data del siglo XIX, donde antaño encerraban temporalmente a esclavos fugitivos y a marinos rebeldes.
También, algunos disfrutan de fascinantes historias acerca de las grandes mansiones legendarias construidas en la cima de las plantaciones de banana y caña de azúcar. La más famosa es Rose Hall, embrujada por el fantasma de la notoria Annie Palmer, quien dio muerte a sus tres esposos antes de ser brutalmente asesinada por un esclavo que era su amante. Otro icono de la época del siglo 17,  es la Mansión Greenwood (Greenwood Great House) que fue construida por un primo de la poetisa Elizabeth Barrett Browning hace más de dos siglos y contiene una curiosa colección de raros instrumentos musicales. Ambas propiedades están conservadas y restauradas íntegramente y ofrecen un recorrido digno de admirar.
A pocos minutos de estas propiedades, se encuentra Harbour Street y el Mercado de Artesanías donde los comerciantes tientan entre bromas y sonrisas, a los peatones con sus labores de cestería, artículos de cuero trabajados a mano, batiks, y tallas en madera y hueso, como máscaras de Bob Marley, lagartijas, crustáceos y cuencos de diversos tamaños. También, en las tiendas libres de impuestos, abundan artículos de lujo, como joyas, piezas de porcelana y cristalería, perfumes, cigarros y licores. Entre los recuerdos que no deben faltar en el equipaje del visitante se destaca el café Blue Mountain (uno de los mejores del mundo), el Ron Appleton Estate que se elabora en la isla, y la pimienta jamaiquina también conocida  como All spice.

Noches cálidas y alegres
En Montego Bay los atardeceres están cargados de romanticismo y algunos enamorados eligen disfrutarlos a bordo de un catamarán.
Las noches son cálidas y sopla una brisa suave que alivia los calores de las jornadas. A partir de las siete de la tarde, la gente local enfoca hacia los bares y restaurantes de Gloucester Avenue, arteria conocida como the Hip Strip, en busca de música, baile, comida y bebida. Margaritaville es uno de esos sitios especiales donde se puede degustar una cerveza fría con la vista perdida en la marea nocturna. En un fluir de sinfonías, los ritmos transitan desde los últimos hits de rock & pop hasta los pegadizos himnos de reggae.
Locales y foráneos se amontonan en las Cantinas “Jerk”, como le llaman a la comida típica basada en un condimento especial que adoba carnes asadas como pollo y cerdo. Entre los especialistas en la materia, figuran The Pork Pit o Scotchie´s, aunque también abundan restaurantes de alta gama con cocina internacional y platos gourmet.

Caribe al desnudo Negril es el lugar elegido por una propuesta hotelera única: Hotel Hedonism II, un resort enclavado en un predio de ocho hectáreas de jardines, playas de arena blanca y piscinas donde el uso de ropa es opcional. El complejo ofrece entretenimiento nocturno y  eventos temáticos, además de todos los servicios bajo el concepto super incluido. Más info: www.hedonism.com o www.hedolatino.com.

Cómo llegar
Copa Airlines ofrece dos frecuencias semanales (miércoles  y sábados ) a Montego Bay con escala en Panamá.(A partir de diciembre sumará dos frecuencias más: los lunes y domingos). El vuelo parte a la 1.55 de Córdoba y llega a las 11.43 a Jamaica.
Precio del pasaje ida y vuelta desde  1363 dólares  finales con impuestos y tasas incluidos.
Más info en: oficinas comerciales de Copa (Av. Vélez Sarsfield 478) , ww.copaair.com.  o consultando con su agente de viajes.

Alojamiento
* La oferta de hoteles  en Jamaica oscila entre aquellos con sistema “super all inclusive” como el Breezes Grand  Spa & Resort de Negril (ww.breezes.com) , hoteles  con sistema todo incluído, como la cadena Sandals, Riu y Secrets y algunos hospedajes frente al mar.
* El precio de la habitación promedio parte de los u$s 150 dólares por persona.
Excursiones
* Crucero en catamaran con snorkeling desde US$ 50 por persona.
* Visita a Museo de Rose Hall  US$ 20 por persona.
* Traslado desde Negril a Montego Bay desde  US$ 150 por persona.
Gastronomía
En los restaurantes de comidas típicas como Scotchie´s en Montego Bay, el menú constituído por pollo Jerk  y gaseosa parte de US$ 8 por persona.
Artesanías y recuerdos
Piezas talladas en madera y hueso. También vale la pena adquirir el Café Blue Mountain, El Ron Appleton Estate y la pimienta jamaiquina.
 Información turística
http://www.visitjamaica.com/spanish

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