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Venezuela y las proscripciones

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Los dirigentes opositores ya quedaron fuera de la ley. Y el gobierno de Maduro debe encontrar una salida a la crisis en el corto o mediano plazo, ya que su única respuesta no puede ser, a su vez, proscribir la oposición

Por Gonzalo Fiore 
Especial para Comercio y Justicia

La semana pasada se produjo un nuevo capítulo de la crisis venezolana. Esta vez, con la liberación de Leopoldo López y la supuesta «ofensiva final» contra Nicolás Maduro. Prometía ser un episodio diferente de lo que ya venía sucediendo; sin embargo, no pareció distar mucho de otras jornadas, largas, conflictivas,y llenas de violencia, pero sin resultados concretos para ninguna de las partes en conflicto.
La oposición, tanto interna como extranjera, si bien se ha fortalecido en el último tiempo, sigue subestimando a la capacidad de movilización y de apoyo popular que aún tiene el gobierno bolivariano. Incluso en medio de la crisis económica más profunda de la región, y de la problemática migratoria más importante de la historia reciente de América Latina.

Quizás Juan Guaidó fue mal informado, pero Maduro no estaba a punto de abandonar el país, ni tampoco aparecieron los altos mandos militares que supuestamente se iban a sumar a su movimiento. Por lo pronto, López se encuentra en la embajada española en Caracas. Mientras tanto, el gobierno estadounidense asegura que la intervención militar es una opción real.
Ya hay distintas voces opositoras que discuten la situación política del país post chavismo. No son pocos quienes aseguran que no se le debe permitir participar en la próxima reestructuración de la democracia venezolana. Ponen el ejemplo del Partido Nacionalsocialista Alemán tras el final de la Segunda Guerra Mundial, cuyos símbolos se encuentran prohibidos y el partido ilegalizado desde entonces. Esto no deja de ser una exageración y, más allá de las diferencias lógicas del caso, una hipotética situación con el chavismo fuera del poder tendría mucho más que ver con lo sucedido con el peronismo en Argentina luego de 1955.
La autodenominada Revolución Libertadora, en 1956 promulgó entonces el decreto ley N°4161 que ilegalizaba al partido depuesto. Prohibía toda mención del General Perón, su esposa, los términos “tercera posición”, “justicialismo” y “peronismo”, la utilización de los símbolos, o incluso cantar o silbar la marcha peronista. El partido, así, se encontró con una proscripción de participar en los comicios argentinos que se extendió por 17 años, hasta 1973. Esto derivó en una democracia fuertemente tutelada, con gobiernos débiles, cuya legitimidad popular era, cuanto menos, discutible.
La derrota o no del chavismo deberá darse por las vías que establecen las reglas del juego legales.

Fracasos sucesivos
La estrategia de la oposición, a pesar de que, por supuesto, también tiene un apoyo popular considerable, no parece estar dando los resultados deseados.
Este tipo de estrategias pueden funcionar en caso de que se produzcan en el corto o mediano plazo, ya que en caso contrario, el desgaste es muy grande.
Ya son varias las «operaciones finales» contra Maduro que han fracasado. No cayó cuando Guaidó se autoproclamó presidente en enero pasado, siendo reconocido por varios gobiernos latinoamericanos y del mundo.
Tampoco lo hizo cuando llegó la ayuda humanitaria en los puentes de Cúcuta en la frontera con Colombia. Quizás, cabe pensar, que el gobierno del PSUV que lidera Nicolás Maduro es más fuerte de lo que se ve desde afuera o de lo que creen los líderes opositores. Tal vez el ejército, los apoyos tanto de Rusia como de China, no sean suficientes para explicar por qué no cae el gobierno venezolano a pesar de todas las presiones.

Si bien las urgencias que enfrenta Venezuela por ahora son otras, tarde o temprano deberá darse la discusión de cómo será el nuevo panorama político.
El argumento que dan los opositores más duros es que el chavismo no es democrático, por lo tanto su sola participación en el sistema electoral violaría por si mismo sus principios básicos.
Si algo puede enseñar la historia política del Siglo XX argentina es que no existe una democracia completa si se prohíbe por ley a los partidos políticos, especialmente cuando la representación popular de estos partidos no es menor.
Con ese criterio, varios de los dirigentes opositores no podrían participar en política debido a su vieja vinculación con intentos de golpes de Estado a gobiernos constitucionales, entre ellos el mismo López.
A su vez, el gobierno de Maduro deberá encontrar una salida a esta crisis en el corto o mediano plazo, ya que su única respuesta no puede ser, a su vez, proscribir a la oposición. Hasta ahora los únicos que realmente sufren son los integrantes del pueblo venezolano.

 

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