La financiación mediante múltiples aportes pequeños progresa, y América Latina no parece ser la excepción. Pero las motivaciones de los aportantes son variadas.
La idea de financiar nuevos proyectos mediante pequeñas contribuciones de una gran cantidad de personas (crowdfunding) es una práctica cada vez más difundida internacionalmente y, más recientemente, en América Latina. Para los emprendedores, las principales ventajas de esta nueva forma de financiamiento son acceder a capital semilla a un costo relativamente barato y difundir su proyecto entre una gran cantidad de personas, que además tiene la posibilidad de probar tempranamente el producto.
Asimismo, del lado de los contribuyentes, el crowdfunding abre la posibilidad a mucha gente para participar, por medio de pequeños desembolsos, en varios proyectos.
El modelo de crowdfunding más difundido en la actualidad es aquel en el cual los contribuyentes reciben una recompensa a cambio de su aporte, siendo ésta más importante cuanto mayor sea el aporte. Las recompensas pueden incluir acceder en condiciones ventajosas al bien o servicio, obtener regalos o lograr un reconocimiento público por ser uno de los apoyos del proyecto, por mencionar sólo algunas de ellas. De esta forma, la efectividad del modelo descansa no sólo en los incentivos económicos que reciban los contribuyentes sino también en la pura motivación social que surge de apoyar tal o cual proyecto.
La dificultad para establecer recompensas atractivas para los contribuyentes, así como el perfil de los proyectos que buscan este tipo de financiamiento, son algunas de las razones por las cuales los más escépticos no auguran un gran futuro a este tipo de financiamiento, aun cuando las evidencias muestren capacidad de escalamiento.
El equity crowdfunding
Sin embargo, existen otros modelos que están ganando presencia en el mundo, entre los que se destaca el equity crowdfunding. A diferencia del anterior, este modelo permite, además, que los contribuyentes recuperen sus inversiones o participen en las ganancias de las empresas por crearse. De esta forma, el equity crowdfunding combina los aspectos más positivos del crowdfunding “clásico” -como su capacidad de llegar a gran cantidad de personas y de atraer interesados con perfiles motivacionales (sociales y económicas) y experiencias diferentes- pero agrega algunas ventajas respectos de los contratos de inversión tradicionales, pues este tipo de contratos es más flexible y permite un contacto más directo entre emprendedores e inversores.
Esta forma de crowdfunding, además, puede llegar a constituirse en una alternativa potente para llenar la brecha de financiamiento que queda entre las fuentes propias (más amigos y familiares) y los inversores ángeles o fondos de capital de riesgo (equity gap). Más aún, en vista de alguno de los últimos casos exitosos de fondeo via equity crowdfunding en el Reino Unido, hay quienes sostienen que puede llegar a valores incluso superiores a los que corresponden a la inversión ángel.
Pero… ¿es este tipo de financiamiento una alternativa para cualquier emprendimiento? Un candidato natural a esta forma de crédito son los proyectos dirigidos a los consumidores individuales. En estos casos, la masividad y la posibilidad de tomar contacto con adoptadores tempranos es un plus muy importante que brinda esta forma de financiarse.
Del mismo modo, aquellos negocios cuyos modelos se basan en el uso de las tecnologías web 2.0, o las aplicaciones para teléfonos y otros dispositivos, son el tipo de proyecto con más chances de ser exitoso en la búsqueda de fondos mediante estos mecanismos.
Algo similar sucede con aquellos proyectos de emprendimientos sociales, en los cuales lo relevante no es el retorno a la inversión de los aportantes sino la capacidad de proyecto y sus emprendedores de poder atraerlos y motivarlos bajo una causa común. Por el contrario, aquellos proyectos que impliquen grandes erogaciones en desarrollo o complejos acuerdos de confidencialidad entre inversor y emprendedor o inmovilizaciones grandes de capital, no son los más adecuados para utilizar este tipo de fuente. Tampoco lo son aquellos proyectos cuyos emprendedores son reacios a revelar sus ideas al gran público o aquellos que necesiten un seguimiento posinversión que sólo pueden brindar inversores institucionales o profesionales.