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Memoria viva del genocidio armenio y negacionismo

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Por Florencia Rusconi de Agopian (*)

El 24 de abril se conmemora el 107º aniversario del genocidio contra los armenios, en el que más de un millón y medio de seres humanos fueron asesinados.

Ese día de 1915 es reconocido como el inicio del genocidio armenio planificado y realizado por el imperio turco-otomano (hoy Turquia) hasta 1920, en el que también 700.000 personas fueron desplazadas.

La masacre perpetrada por Turquía no ha sido reconocida por la totalidad de la comunidad internacional.

La lucha por el reconocimiento y reparación en torno a este genocidio comenzó hace más de 100 años gracias a los propios sobrevivientes. Hoy continúa, no solo por medio de sus descendientes repartidos en todo el planeta sino por todas las mujeres y hombres del mundo, incluso en Turquía, que muestran su solidaridad por la búsqueda de justicia.

El discurso del presidente estadounidense Joe Biden en 2021, al reconocer el genocidio armenio, debe enmarcarse en el contexto por las pujas de poder en un mundo en crisis.

La humanidad se enfrenta constantemente a una confusión inquietante. Los genocidios se convierten en objeto de cobertura, discusión, estudio, recuerdo y, a veces, condena sólo después de que se implementan “con éxito”. Sucedió no solo con el Genocidio Armenio y el Holocausto judío, sino también con la destrucción de pueblos que tuvo lugar en la “era de los medios de comunicación” en Ruanda, Congo, Yugoslavia, Darfur y la patria Yezidi en el norte de Irak.

El artículo 3 de la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio de 1948 define claramente que la comisión de genocidio es en sí misma un crimen, pero no el único que puede ser castigado por la convención.

Negacionismo

Asi las cosas, Turquía continúa negando el Genocidio Armenio, haciendo su retórica aún más agresiva en los últimos años. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha insinuado en repetidas ocasiones que Turquía está dispuesta a reanudarlo “dando una lección” a los armenios. De esta manera, declaró que la deportación de armenios en 1915 fue la decisión más razonable en su momento.

Con su negación, las autoridades turcas justifican los crímenes otomanos, pero también promueven nuevos genocidios. Este enfoque no puede dejar de extenderse a la sociedad, reforzando la imagen de los armenios como enemigos.

Todos estos hechos terribles (incluyendo la destrucción del patrimonio histórico armenio como iglesias, monasterios, blibliotecas) fueron abordados exhaustivamente en Negacionismo del Genocidio Armenio. Una visión desde el presente, una obra colectiva publicada en diciembre de 2020 (cuya compiladora es la profesora bonaerense Nélida Elena Boulgourdjian), que incorpora la mirada de reconocidos investigadores sobre el holocausto armenio del siglo pasado y que suma, además, las aportaciones de historiadores turcos disidentes del negacionismo oficial.

El reconocimiento del genocidio por parte de Washington desnuda, aún más, las mentiras negacionistas de Ankara. Un negacionismo que se basa en los silencios de la Realpolitik y se centra en un discurso autoritario que ahora está cada vez más circunscripto a Erdogan. El problema no es sólo esta retórica antiarmenia, sino también sus consecuencias.

Hoy, el 107º aniversario del Genocidio Armenio encuentra a este pueblo en una encrucijada difícil de afrontar: aeñalamos el conflicto de Artsaj (Nagorno Karabaj), por que el gobierno azeri de Baku no sólo pretende el territorio de Nagorno Karabaj sino también otras regiones de Armenia, afirmando que deberían formar parte de Azerbaiyán.

A diferencia de años anteriores, esta recordación es precedida por los lamentables acontecimientos iniciados en julio de 2020, cuando Azerbaiyán, aprovechando el contexto de pandemia, atacó la República de Artsaj, territorio históricamente armenio.

La guerra que duró 44 días tuvo un final dramático para la población armenia de Artsaj, en inferioridad de condiciones frente al poder militar de Azerbaiyán, que contó con el apoyo de la socia incondicional Turquía. La alianza entre ambos gobiernos prueba que hoy, más que nunca, el peligro de un nuevo genocidio sigue vigente, teniendo cuenta la presencia de un Estado con una larga historia de genocidios y negacionismo.

Los paralelismos entre los acontecimiento de 1915 y 2020 son evidentes:

1. El contexto de la Primera Guerra Mundial y del Covid-19 fueron aprovechados respectivamente por el Estado turco-otomano en 1915 y por Azerbaiyán en 2020, ahora con un gobierno autoritario en poder de la familia Aliev desde hace casi 30 años.

2. El limitado compromiso de los estados habilitó la deshumanización de los vencidos. Durante el Genocidio Armenio de 1915 los perpetradores incluyeron políticas premeditadas de asesinatos en masa, deportación, conversiones forzadas, raptos de mujeres y niños, así como violaciones. En el conflicto reciente se utilizaron armas letales y se capturaron prisioneros armenios sin la más mínima consideración de sus derechos. A pesar de los meses transcurridos, muchos de ellos aún esperan su liberación.

Estas acciones demuestran la existencia o al menos la continuidad del plan de exterminio que comenzó primero con la población armenia de Anatolia (Imperio Otomano) en mano de los Jóvenes Turcos y ahora, 100 años después, se profundizó con la de Artsaj.

El mundo no actuó cuando Azerbaiyán atacó a Armenia

Un país dirigido por un malévolo autoritario lanza una guerra no provocada y reclama la soberanía sobre tierras históricas. Miles de vidas inocentes son trastornadas. Los padres dejan a sus hijos atrás para defender su país. Las iglesias y los hospitales son bombardeados. Se cometen crímenes de guerra.

¿Suena familiar? Si bien esto podría representar los eventos que se están desarrollando actualmente en Ucrania, también describe lo que les sucedió a los armenios que vivían en su patria ancestral de Nagorno-Karabaj cuando Azerbaiyán comenzó una guerra en julio de 2020. Lo que hoy les sucede a los ucranianos es similar a lo que les sucedió a los armenios. Éstos no son eventos mutuamente excluyentes. Los paralelismos no podrían ser más evidentes.

Pero, a diferencia de Ucrania, donde la condena mundial de la agresión rusa ha sido rápida y severa, el mundo permaneció mayormente en silencio cuando hace dos años los armenios pedían desesperadamente apoyo y ayuda. Para millones de armenios que viven en todo el mundo esta historia les resulta demasiado familiar.

Los acontecimientos que tienen lugar en Ucrania y el desequilibrio en la cobertura que recibió la guerra de Nagorno-Karabaj no han hecho más que cristalizar esos sentimientos de frustración y exasperación. 

Las guerras no son una competencia. El pueblo de Ucrania merece toda la ayuda y el apoyo que el mundo pueda brindarle para detener la campaña del sátrapa Vladimir Putin para revivir la Unión Soviética. 

David Amirian, subdirector de programas de Open Society Foundations-Armenia, nos ilustra con estos conceptos: “Otra consecuencia importante de la guerra de julio-septiembre del año 2020 es el cambio de facto en las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán”.

La línea de contacto entre las fuerzas armadas se ha vuelto tan estrecha que en algunos lugares están a unos cientos de metros de distancia entre sí. Esta situación ha tenido un gran impacto en los derechos y medios de subsistencia de las comunidades locales. En varios casos, los residentes cercanos a la frontera fueron tomados cautivos, sus campos cultivados fueron incendiados y sus ganados fueron robados.

En reuniones recientes entre el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, (dos de las cuales contaron con la mediación de la Unión Europea) han producido sólo modestos resultados.

Rusia ha propuesto crear un comité que lideraría la solución del conflicto, sin embargo, no hay avances a la vista.

La situación explosiva en Ucrania puede tener potencialmente consecuencias devastadoras para el Cáucaso, incluido un nuevo conflicto. A pesar de la amistad personal entre los presidentes Putin y Erdogan, Rusia está cada vez más molesta con Turquía debido a su posición sobre Crimea y por proporcionar drones armados a Ucrania.

También ha habido algunas tensiones recientes entre Azerbaiyán y Rusia, particularmente por la misión de mantenimiento de la paz de Rusia en Nagorno-Karabaj. Así, Azerbaiyán y Turquía se verán tentados a recurrir nuevamente al uso de la fuerza, especialmente porque sus acciones anteriores no generaron una condena adecuada.

Y Amirian continúa: “En este contexto, es necesaria una UE mucho más comprometida que presione a Azerbaiyán para que se aleje de un enfoque militarista agresivo y adopte negociaciones bajo los auspicios del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (que conforman Francia, Estados Unidos y Rusia) en torno al estatus de Nagorno-Karabaj. Debe haber un mensaje inequívoco de que el uso de la fuerza no es una opción y tendrá las consecuencias debidas. El statu quo ha cambiado drásticamente y las dos partes ya no pueden ser tratadas como partes iguales en el conflicto. Armenia está siendo objeto de agresión.

En segundo lugar, la UE podría impulsar y apoyar una misión de vigilancia a lo largo de la frontera. La misión Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) civil de la UE es un instrumento relevante que la unión utilizó en contextos similares y puede contribuir a estabilizar la situación. Paralelamente, la UE debería impulsar un proceso de delimitación y demarcación de fronteras lo antes posible, idealmente bajo la OSCE.

Por último, pero no menos importante, se deben tomar medidas decisivas para el regreso de los prisioneros de guerra armenios (POW) aún detenidos en Azerbaiyán y plantear el problema del discurso de odio promovido por el estado azerbaiyano”.

Si bien ha habido muchas declaraciones que piden a Azerbaiyán que devuelva a los prisioneros de guerra, decenas de ellos todavía sufren la violación del derecho internacional humanitario.

A principios de este mes, Azerbaiyán anunció planes para borrar las huellas armenias, como los escritos antiguos de las iglesias, lo que generó cierta protesta. La situación justifica medidas más drásticas como la condicionalidad de la ayuda, en particular de los 2.000 millones de euros recientemente aprobados por la UE. El bloque europeo tiene las herramientas para cambiar la situación. Ahora necesita la voluntad.

Una interesante solución sería establecer a Artsaj (Nagorno Karabaj) como una región autónoma.

Región autónoma es el territorio con minoría de algunas etnias, que cuentan con su propio idioma y sistema jurídico separado del país. Algunas de ellas tienen su propia moneda. Por su autonomía, estas regiones son consideradas dentro de la división política del país que las contiene.

La Agencia Anadolu compiló una lista de 121 regiones que gozan de varios tipos de autonomía otorgadas por 40 países para ayudarlas a preservar sus distinciones étnicas y culturales. A modo enunciativo mencionaremos algunos ejemplos: China tiene a Hong Kong, Macao y Tibet. Canadá, tiene a Quebec. 

Asi las cosas, según el discurso de los líderes azerbaiyanos y turcos, analizando los sentimientos en las sociedades y las élites de esos países y recordando las acciones ya tomadas, nos queda claro que todas éstas señales pueden ser consideradas como una advertencia de genocidio y también como genocidas en sí mismas: como conspiración para cometer genocidio, incitación directa y pública a cometerlo o un intento de llevarlo a cabo. Según la Convención de la ONU sobre Genocidio, son actos que todos los Estados del mundo están obligados a prevenir y sancionar.

Cuando los líderes de Azerbaiyán y Turquía comparezcan ante la Corte Penal Internacional, si comparecen, éste no debe olvidar incluir estos puntos en la acusación junto con los crímenes de guerra y los crímenes de agresión.


(*) Abogada. Docente jubilada de la cátedra de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, UNC

Comentarios 2

  1. Nora Llopiz Khatchikian says:

    Excelente articulo sobre lo que sucede con Armenia desde el genocidio de 1915 hasta ahora. Comparto el analisis planteado sobre la region y la falta de actuacion de los organismos y de la comunidad internacional para evitar la perpetuacion de actos que llevan a nuevos genocidios y limpiezas etnicas. Me parece ademas acertado que se podria dar a Artsaj o Nagorno Karabaj el status de region autonoma para su proteccion. Gracias por compartir estos aportes.

  2. Ana Castro Cabanillas says:

    Excelente análisis de la situación armenia en la actualidad. A pesar de los genocidios y continuas agresiones de los Estados vecinos, Armenia resiste a esas tragedias,sucedidas ante la sorprendente indiferencia mundial. La autora del artículo expone los sucesos y propone algunas soluciones imparciales. Para leer con atención.

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