Mário Soares, «facedor» de la unidad socialista de Europa y la libertad en la península ibérica

Lisboa, 30 de mayo de 1969. El más grande líder de los socialistas portugueses, Mario Soares, y el entonces máximo responsable del Partido Socialista Interior (PSI) español –después Partido Socialista Popular-, Enrique Tierno Galván, firmaron un acuerdo clandestino con el objetivo derrocar las dictaduras de Francisco Franco Bahamonde y de António de Oliveira Salazar.

Ese encuentro fue, además, la piedra basal de un sueño libertario, acariciado por muchos desde comienzos del siglo XX: impulsar y forjar la construcción de un socialismo progresista, democrático y europeísta capaz de derrotar para siempre los nacionalismos, gestores de todas las guerras que ha padecido la humanidad.

Raúl Morodo, quien fue secretario General del PSI y ex embajador de España en Lisboa, explicó, como testigo-protagonista calificado de los hechos, la situación de los socialistas lusitanos que se encontraban exiliados en Francia, Brasil, Argelia y en el resto de Europa, mientras Mário Soares coordinaba la oposición democrática en el interior, hasta que le fue impedido su ingreso a Portugal por declaraciones realizadas a la revista Ibérica por la Libertad , que dirigía Victoria Kent.

“Nosotros conocimos a Soares en 1985 y desde esas fechas establecimos una relación muy fluida y eficaz. Lo pusimos en contacto con los socialistas alemanes que apadrinaron el futuro Partido Socialista Portugués (PSP), dado que por entonces los dirigentes portugueses se encontraban muy dispersos y sólo existía la denominada Acción Socialista, que dirigía Soares desde el interior”, relata Morodo.

El ex presidente lusitano siempre apoyó a Tierno Galván frente al PSOE histórico que pasó a dirigir Felipe González, con quien posteriormente normalizaría sus relaciones.

Ante esa situación, Soares y Tierno Galván, con la mediación de Morodo (autor de las Memorias de un conspirador moderado, libro cuasi imprescindible para comprender la transición española), sellaron un acuerdo clandestino que, hace más cinco décadas, diseñó la ruta sobre la que transita el socialismo democrático y europeísta.

Soares siempre defendió ese tipo de socialismo, frente a las tesis prosoviéticas que trataron de imponer los comunistas de su país dirigidos por el histórico Álvaro Cunhal.

El documento que nos ocupa decía así:

“- Considerando que las condiciones políticas autoritarias actualmente existentes en España y Portugal tienen evidentes analogías.

- Considerando la ausencia por parte de los respectivos gobiernos de una filosofía más allá del mero oportunismo político dictado por las circunstancias.

- Considerando que tan sólo los regímenes libres y democráticos podrán asegurar a los ciudadanos de ambos países los ejercicios inalienables de los derechos humanos.

- Y considerando que el socialismo democrático es una vía de solución para los países peninsulares, capaz de libertarlos del subdesarrollo y de abrirles perspectivas interesantes de forma que puedan insertarse dentro de los intereses e ideologías democráticas vigentes en Europa.

Acordamos:

- Crear un comité de contacto eficaz y de intercambio sobre nuestras respectivas experiencias.

- Organizar grupos de estudio con el objetivo de buscar soluciones políticas para resolver los problemas que afligen a los dos países peninsulares.

- Y, como prioridad, definir las vías de un socialismo moderno, abierto a las preocupaciones que resulten de la experiencia europea y atento a las condiciones propias de la península ibérica”.

Así nació una de las más estrechas alianzas entre los socialistas portugueses, encabezados por Soares, y el españolísimo grupo que dirigían Tierno Galván y Morodo, frente al PSOE histórico que venció en el congreso de Suresnes, en 1974.

En la correspondencia del ex presidente lusitano puede descubrirse su especial debilidad y apoyo por el que luego sería el PSP frente a los socialistas andaluces que comandaban Felipe González y Alfonzo Guerra.

De igual modo lo explica Soares en la trilogía escrita por Maria João Avillez sobre el ex presidente. Una larga entrevista que se ha convertido en uno de los más ricos y profundos documentos históricos de la época:

“Yo no estuve en Suresnes -cuenta Soares- y, en consecuencia, no tomé partido en el enfrentamiento (…) Durante mis años de exilio me di cuenta de que, realmente, había un enfrentamiento dentro del PSOE entre el grupo del exterior dirigido por el viejo y astuto Rodolfo Llopis y el llamado grupo de los andaluces de Felipe González y Alfonso Guerra, apoyados por el vasco (Enrique) Múgica, que eran del grupo del interior. Ganó González -con apoyo de (Willy) Brandt, ciertamente- frente a Rodolfo Llopis, jefe histórico del partido en el exilio pero sin apenas cuadros en España”.

Soares parece sincero en sus opiniones y recuerdos. Siempre hay fuentes complementarias que discuten sus decires. Cuestión que no ocurre con frecuencia por estas latitudes, donde el discurso político está demasiado lejos de la realidad o plagado de falsedad.

En el caso de Soares, muchos han polemizado acerca de su comportamiento en el Congreso de Suresnes. No entienden por qué dejó en la intemperie a sus amigos de siempre: Tierno Galván, Morodo y Fernando Morán. Tampoco los que nos hemos acercado desde estas latitudes, pero ésa es otra cuestión que deberemos dilucidar.

Preguntado por su relación con Felipe González, Soares relata: “A González apenas lo conocía. Me lo presentaron en 1972 en el congreso de Viena. Rodolfo Llopis me lo presentó como Isidoro, su nombre en la clandestinidad. Pero yo pensaba realmente que los otros -Tierno Galván y su grupo- tendrían más peso”.

Se cuenta que Soares mantuvo fuertes discusiones con Brandt en defensa del grupo de Tierno Galván frente a González, el candidato de los alemanes. “Más tarde -dirá Soares- y a la vista del éxito de González en las primeras elecciones, reconocí que Brandt había tenido razón. González se rebeló como un gran líder y acabó convirtiéndose también en un amigo mío”.

El documento fundacional que es motivo central de este encuentro es quizás la joya más preciada del archivo de la Fundación Mário Soares e María Barroso, inaugurado en abril de 1997 en Lisboa, al que se han sumado centenares de archivos personales, vitales para reconstruir la historia portuguesa del siglo XX.

El archivo, que cuenta ya con cerca de 3,5 millones de documentos, la mayoría digitalizada y lista para la consulta, se ha convertido poco a poco en el repositorio más importante de la Europa comunitaria.

Algunos viejos recortes hablan de la conmoción política que produjo su apertura. Fue importante el estrépito que produjo la inauguración de la fundación, a la que concurrieron delegaciones de todo el mundo.

Por esos días recibió la donación de muchos otros archivos personales y abundante documentación privada de antiguos líderes de las ex colonias lusitanas, de forma tal que la idea de salvar el archivo personal de Mário Soares se transformó en el punto de arranque de cientos de investigaciones históricas y políticas en curso, que aguardan su turno de edición.

Cuenta además con la más completa colección de panfletos y documentación clandestina.

Como también muestra con orgullo cómo se fueron forjando los cimientos de la república y sus relaciones profundas con la masonería, factor determinante en la construcción tanto de la nueva España como del por siempre inolvidable Portugal, tan bello y gentil.