La realidad de Argentina ante la ausencia de un proyecto nacional

“Preclaros cerebros han intentado advertir al mundo del peligro que supone que el hecho no haya tenido un prólogo ni una preparación; de que no se haya adaptado previamente el espíritu humano a lo que había de sobrevenir. El hombre puede desafiar cualquier contingencia, cualquier mudanza, favorable o adversa, si se halla armado de una verdad sólida para toda la vida. Pero si ésta no le ha sido descubierta al compás de los avances materiales, es de temer que no consiga establecer la debida relación entre su yo , medida de todas las cosas, y el mundo circundante , objeto de cambios fundamentales"

Por Luis Esterlizi (*)

La única verdad es la realidad nacional

Hace muchos años, tal vez desde los tiempos en que comenzó a gestarse la idea de constituir y definir claramente una comunidad y un territorio que nos identificara como Argentina, se compatibilizaron características, valores y virtudes de quienes se sabían y se sentían argentinos pero sin lograr establecer –categóricamente- los principios esenciales, los fines y las proyecciones en el futuro. Esto constituye causa y verdad de lo que hoy expresa nuestra realidad.

Este comienzo tumultuoso e inevitable, debido al accionar de naciones y corporaciones que sólo buscan agrandar sus imperios –por las buenas o por las malas-, fue cercenando toda posibilidad de integración social, cultural y política, y nos impidió alcanzar los sueños de grandeza espiritual, los principios de soberanía y de independencia, como la de exponer libremente el espíritu rebelde que distingue a quienes están convencidos de tales propósitos.

Influencias políticas e ideológicas

Con los atributos ancestrales que acompañaron en estas luchas a hombres y mujeres, que preveían los peligros que nos acechaban, fueron cimentados los perfiles que identifican las propuestas emancipadoras enfrentando la avanzada colonizadora aunque, inevitablemente, las ideologías extremas enturbiaron el camino de la paz y unidad nacional. No comprender esto resulta una felonía.

Con el paso de los años iban llegando las noticias sobre los cambios políticos e ideológicos de los modelos de gobernanzas en la Inglaterra del siglo XVII, que llegaron a sus máximas expresiones en 1789 con la Revolución Francesa y en 1776 con la revolución estadounidense, que alumbraron lo que se denominó liberalismo e influyeron notablemente en los procesos independentistas en América del Sur a partir de 1800.

Este compendio ideológico se oponía a las monarquías absolutas, a los títulos nobiliarios, a la jerarquización del Estado, al derecho divino de los reyes. Se fundó un nuevo sistema político basado en la democracia representativa, la defensa de la propiedad privada y el Estado de derecho, hecho que constituyó un avance y abrió una mayor participación a los pueblos, aunque desde su génesis sus promotores mantenían la concepción imperialista. Es así como, además de España, nos invadieron Inglaterra en 1806 y la avanzada anglo-francesa en 1845, resultando nuestras Malvinas, usurpadas. (Destaco que otra forma de dominación es por medio del Fondo Monetario Internacional, cuando gobiernos irresponsables toman deudas ilegales e impagables).

En el frente interno tuvimos graves enfrentamientos, como la guerra entre caudillos, el rol institucionalmente hegemónico de la ciudad de Buenos Aires, la confrontación entre federales y unitarios, etcétera.

Es por eso que seguir repasando distintos momentos de nuestra historia es encontrarnos con luchas y controversias políticas, económicas y sociales detrás de fuertes personalismos o intereses que impidieron -antes de la confrontación- definir por qué y para qué luchábamos. Ello sin que discutiéramos sobre el modelo de sociedad y nación preservando valores y virtudes esenciales del pueblo argentino -junto al espíritu independentista y soberano- para proteger los territorios, ríos, mares, islas y su proyección sobre el Atlántico Sur.

Ideologías para la confrontación

En el siglo XVIII apareció el marxismo, ideología opuesta al liberalismo desarrollada teóricamente por los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels, para que en distintas comunidades surgieran modelos políticos comunistas como las revoluciones Rusa, China, etcétra, en las que el Estado asumió el poder supremo.

En 1943, finalizada la Segunda Guerra Mundial, se expande por países y regiones una lucha ideológica entre el liberalismo y el capitalismo, que responde a los intereses del imperio estadounidense, y el comunismo y socialismo , que responden a China y a Rusia. Pero, en síntesis, es la Guerra Fría entre EEUU y Rusia cuando se busca doblegar a pueblos y regiones promoviendo gobiernos que adscribiesen a esas dos únicas opciones por medio de regímenes afines. En el mundo no debía existir ninguna opción independiente de ambas. Por eso nacieron los países llamados del “tercer mundo”.

Yrigoyen y el gobierno de la clase media

La primera expresión de lo nacional en la política partidaria emerge claramente a partir del nacimiento de la Unión Cívica en 1880, luego Unión Cívica Radical (UCR), en 1883. Uno de los creadores de la UCR, Hipólito Yrigoyen, en 1916 asume como Presidente de la Nación elegido por el sufragio secreto y obligatorio masculino, según la Ley Sáenz Peña de 1912, desplazando después de 40 años a los conservadores. Fue el primer triunfo electoral de la denominada clase media.

En 1928 volvió a ser nombrado presidente pero en 1930 es derrocado por un golpe de Estado y comenzó una época de gobiernos de facto que perduraría hasta 1983, cuando se puso fin a la última dictadura militar que se había iniciado en 1976.

Como pequeña reseña de lo realizado por Yrigoyen destacamos la regulación de las tarifas de los ferrocarriles operados por los británicos, habilitación de líneas férreas estatales, creación de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), dictado de normas para que Argentina controle los transportes, yacimientos energéticos y su propia moneda. Reglamentó disposiciones en defensa del campesinado y creó cajas de jubilaciones para empleados públicos. Apoyó la Reforma Universitaria de 1918 y en política internacional mantuvo la neutralidad durante la Primera Guerra Mundial, defendiendo el principio de no intervención.

Perón retoma la senda nacional

Ante el golpe militar producido en 1943 que derrocó al gobierno fraudulento de Ramón Castillo, la Fuerza Obrera Radical de la Joven Argentina (Forja) publicó un documento en el que decía: “El derrocamiento del régimen constituye la primera etapa de toda política de reconstrucción de la nacionalidad y de expresión auténtica de soberanía”.

Luego del llamado a elecciones en octubre de 1945, Forja anunció su disolución. Algunos dirigentes acompañaron a Juan Domingo Perón y otros a José Tamborini. Forja había desarrollado una propuesta fuertemente nacionalista de denuncia y oposición al neocolonialismo. “Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina Libre”, afirmaba.

De esta forma identificamos como una continuidad política e ideológica la presidencia de Perón, a quien se sumaron muchos de los cuadros yrigoyenistas, tales como Scalabrini Ortíz, Arturo Jaureche, Homero Manzi y muchos otros que pertenecieron a la agrupación Forja. Así se consolidaba el segundo eslabón en la construcción de un modelo nacional.

Oposición al modelo nacional

Perón asume en 1946 y presenta un programa constituido por dos planes quinquenales e inicia un proceso de cambios trascendentes en lo político, económico y social, y Argentina, de haber sido llamada en el 80 el granero del mundo, pasa ser reconocida en los años 50 como potencia mundial, promoviendo un crecimiento económico industrial y tecnológico acompañado de un desarrollo social sin precedentes y garantizando la aplicación de normas en defensa de los intereses nacionales y derechos laborales, equilibrando la defensa de derechos individuales con los de la sociedad en su conjunto.

Pero a partir de la segunda etapa de su gobierno comienzan a resquebrajarse las relaciones entre los partidos, la iglesia Católica y ciertas corporaciones, que inciden sobre una parte del Ejército y la fuerzas armadas para asesinar a Perón. Muestra de elloe es el bombardeo del centro de la Capital Federal el 16 de junio de 1955, que produjo muchas víctimas civiles y anticipó el golpe de Estado realizado en septiembre de ese año.

Peronismo y antiperonismo

Dejamos para otro artículo el análisis y pormenores de esta última etapa porque merece un tratamiento más detallado, ya que, después de 18 años de proscripción del peronismo, en los años 70 comienzan las luchas de trabajadores, estudiantes y distintos sectores sociales, en pos de la democracia perdida y la definitiva liberación nacional.

Al mismo tiempo, nace la Hora del Pueblo , mientras se comienzan a restablecer líneas de acción conjunta entre todos los sectores y clases sociales, buscando el denominador común que reconstruya el país y la sociedad bajo la premisa de que para un argentino no debe existir nada mejor que otro argentino .

Aunque algo anticipé en mi anterior artículo -La Hora del Pueblo y el Proyecto Nacional borrados por la decadencia-, comprendamos que al no haberse definido nunca un proyecto nacional por instigación de intereses ajenos, hoy -como única verdad- ostentamos esta horrorosa realidad.