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La protección de la salud mental de las mujeres en el ámbito laboral

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Por Claudia Zalazar *

Columna de AMJA

La salud mental de las mujeres es un derecho humano que necesita protección, en mayor medida si dicha salud mental se encuentra afectada o agravada por el estrés laboral -sumado a que la mujer se enfrenta a la desigualdad y a la discriminación provocadas por su condición-. Ello se ha visto acentuado en esta época de pandemia, en la que la mujer se encuentra sometida a un doble estrés, el laboral y el familiar, que ha resentido su salud mental. Esto nos obliga a establecer buenas condiciones laborales para erradicar estos problemas, todo a la luz de la perspectiva de género. 

La globalización está contribuyendo a un aumento del estrés relativo al trabajo y a sus consecuencias. Pensemos que en el trabajo una de cada cinco personas puede padecer problemas de salud mental y que ella, la mayoría de las veces, oculta sus trastornos por temor a la discriminación -cuando está buscando trabajo o para proteger éste-. No hace falta más que pensar que todavía existe estigmatización por las carpetas médicas por salud mental, lo que provoca el ocultamiento de dicha enfermedad. El estigma y la falta de conciencia de salud mental en el trabajo son barreras a la equidad que no hacen más que provocar una mayor vulnerabilidad a la persona que los padecen.

Son muchos los factores que influyen en la salud mental de las trabajadoras. Entre las cuestiones de organización cabe mencionar las prácticas ineficientes de comunicación y gestión, la participación limitada en la toma de decisiones, los horarios de trabajo prolongados o poco flexibles y la falta de cohesión en los equipos. De ello se infiere que la mayor parte de las causas del estrés laboral está relacionada con la forma como se define el trabajo y el modo en que se gestionan las entidades. Esos factores pueden ser perjudiciales, por lo que se denominan “Peligros relacionados con el estrés”.

Peligros del estrés

La doctrina sobre el estrés laboral ha diseñado varias categorías de esto peligros relacionados, pero haremos hincapié en aquellos que, de acuerdo con la percepción que se tenga de la mujer o la discriminación en el trabajo que sigue existiendo, puedan ocasionarle mayor estrés: a) Menor estatus y menor salario; b) Inseguridad laboral; c) Falta de perspectivas de promoción profesional; d) Promoción excesiva (con igual sueldo) o insuficiente; e) Actividad poco valorada social o profesionalmente; f) Remuneración por trabajo a destajo; g) Sistemas de evaluación del rendimiento injustos o poco claros; h) Carencia de capacidades para el puesto; i) No ocupación de lugares de tomas de decisiones. A ello podemos sumarle la intimidación y el acoso psicológico, que son causas bien conocidas de estrés relacionado con el trabajo y otros problemas conexos de salud mental.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha dictado en el año 2017 un documento denominado “Seguridad del trabajo desde la perspectiva de género”, que expresa: “En el ámbito laboral observamos que hombres y mujeres se distribuyen de forma desigual en ocupaciones y sectores, estando expuestos por tanto a perfiles de riesgo diferentes: en los sectores masculinizados predominan los accidentes de trabajo y la exposición a riesgos químicos y físicos, mientras que los sectores feminizados se caracterizan por movimientos repetitivos, posturas forzadas, trabajo monótono, riesgos estos que tienen otro tipo de impacto sobre la salud. Podemos afirmar de forma general que ‘ellos se accidentan y ellas se desgastan’.

Muchas veces es difícil deslindar el problema de estrés laboral con el familiar, sobre todo en las mujeres que en la mayoría de los casos se enfrentan a ambos estrés; lo que ha quedado altamente visibilizado ante la pandemia. 

Observamos que las mujeres con problemas de salud mental llevan añadidas la desigualdad y la discriminación por el hecho de ser mujeres; los distintos sistemas de apoyo y protección social (educación, empleo, salud, servicios sociales, etcétera) les restan oportunidades y les niegan respuestas específicas. 

En este contexto, las acciones preventivas para mejorar la salud y el bienestar de las trabajadoras, con un enfoque de género e integral, deben ser una prioridad, más frente a la pandemia, que ha cambiado las reglas de juego en el ámbito laboral y en la que se han pronunciado -y muchas veces confundido- el estrés familiar con el laboral. 

Es por ello que se debe bregar para que las condiciones de trabajo de las mujeres no afecten o agraven las condiciones de su salud mental; y, si fuere necesario, deberán modificarse las reglas del juego. 


Vocal de Cámara Civil y Comercial de Córdoba

Comentarios 1

  1. Maria Unes says:

    Excelente!!!

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