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El freno de China inquieta al mundo

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La gran potencia asiática lleva años de un continuo crecimiento a altas tasas, que ahora corre peligro de no poder mantenerse. Al principio, el fenómeno generaba temor y recelo, pero todos se adaptaron a esa realidad. Ahora preocupan los efectos de la desaceleración de ese ritmo.

A fines de abril de 2011, el Fondo Monetario Internacional (FMI) produjo gran consternación al anticipar que para fines de 2016 el producto interno bruto (PIB) de la República China superaría el de Estados Unidos, pasando por tanto en ese aspecto a ocupar el sitial de la cúspide, previo desplazamiento a un segundo plano del tradicional liderazgo que la potencia americana ha venido ejerciendo sin discusión desde hace más de 70 años.

Es que cuando se inició esa verdadera epopeya, en los primeros años de los 80 (siglo XX), nadie creía que tal cosa podía suceder en tan corto plazo. Por su parte, la conducción de Beijing se ha mantenido muy discreta y sólo advirtió de que su meta actual es lograr acceder a un producto por habitante semejante al estadounidense. Dado que su población es 4,4 veces mayor, ello equivale a que el mencionado objetivo se cumplirá cuando el ingreso medio de toda su población haya llegado a tal nivel, lo cual estimaron que podría lograrse para el año 2042, aunque posteriormente lo acercaron a 2032.

En función de ello, sus tasas anuales de crecimiento treparon a un inusitado nivel de 10,7%, pero las imprevistas condiciones recesivas que vive todo el mundo industrializado en Occidente desde 2007 en adelante han creado una nueva problemática. Así puede explicarse que su dinámica se haya frenado bastante ya que, al lentificarse aquella excepcional tasa, bajó el avance de su PIB en el año 2013 a “sólo” 7,7%.

Los cambios operados
El antes referido retroceso relativo se tradujo en que el crecimiento anual de su pujante comercio internacional, factor que aparecía con esa intensidad como inédito e inigualable, descendió notoriamente. Esa situación, que viene del año precedente, persiste actualmente pese a los insistentes esfuerzos con que pretendieron volver acceder a una curva semejante a la de su anterior evolución. Los datos conocidos indican que no se ha podido evitar cierta desaceleración, lo cual deviene porque sus compradores más importantes siguen afrontando una prolongada recesión, que ya se acerca a una década sin revertirse. Por lo tanto, los chinos han tenido que replantear sus modalidades que le habían dado tan buenos resultados, optando por tomar como eje prioritario de su expansión futura la consolidación y crecimiento de su mercado interno.

En fecha reciente, más precisamente el jueves 6 de marzo pasado, la Oficina Nacional de Estadísticas reconoció que fue casi una proeza alcanzar la precitada suba del año anterior pero que se tienen muy serias dudas de poder sostener ese indicador en, por lo menos, 7,5%. Por lo pronto, en el primer bimestre de 2014 se ha mantenido por debajo de ese nivel y ello no puede dejar de ser una señal o indicio anticipatorio insoslayable para prever lo que sucederá en el resto de este año e incluso hacer lo propio con los análisis aplicables al mediano plazo.

La decisión adoptada por la dirección del partido gobernante, en octubre pasado, de flexibilizar el rígido control de la natalidad que tuvo vigencia por tres décadas, ya había sido un sólido indicio de lo que se estaba gestando. La duplicación en el número de hijos autorizados para el caso de parejas en que alguno de sus integrantes hubiera sido alcanzado por esa restricción fue, de por sí, más reveladora que cualquier anuncio sobre cambios macroeconómicos.

En oportunidad de divulgar la más reciente evolución de los indicadores, el primer ministro Li Keqiang no ocultó sus propias nuevas dudas e incluso llegó a sugerir que “no estaba preocupado por el crecimiento”, ya que en esa área se conforman con “un rango razonable” de evolución positiva. En cambio, subrayó muy enfáticamente que en la emergencia ha pasado a ser máxima prioridad conservar sin deterioro alguno el índice de ocupación, anticipando que a ello dedicará sus máximos desvelos.

Si bien no dio mayores detalles sobre el curso adoptado, el 17 de marzo exteriorizaron nuevos elementos al autorizarse una fluctuación de hasta 2% en más o en menos de la paridad respecto del dólar. Cabe señalar que hasta ese momento, el Banco Popular de China admitía que ese tipo de oscilación llegara hasta 1%. Resulta sintomático que el banco central haya sido el escenario, después de consumada una minidevaluación en los días previos.

No obstante, la explicación dada a la prensa sobre la adopción de esa medida fue que así se logró evitar manejos especulativos de corto plazo que detectaron habría en el mercado libre. La mayoría de los analistas está conteste en aprobar que hayan tomado la iniciativa, exhibiendo idoneidad y diligencia, al introducir el ajuste de la paridad antes de que se concretara cualquier maniobra de operadores que buscan ventajas adicionales en ese campo.

El dólar antes de dicha medida se cotizaba a 6,152 yuanes, absorbiendo una baja acumulada de 1,6% computada en el lapso transcurrido desde el comienzo de este año; significativa corrección, pues su tendencia precedente era extender dicha apreciación, que fue de 2,9% en 2013 y de 31,5% si se opta por revisar lo sucedido desde 2005, en oportunidad de abandonar su paridad armonizada con las autoridades estadounidenses.

El vocero del Banco Popular de China anticipó, además, que se acortarán numerosos plazos en procura de eliminar factores que oscurezcan la libre flotación que se han propuesto implementar, aunque advirtieron de que continuarán con la “intervención rutinaria”, tal como es habitual en los demás países; aunque también dejaron constancia de que no dudarán en hacer todas las modificaciones que las circunstancias requieran, preparándose de todas maneras para tolerar les hagan algunos cargos por interpretar que se busca inyectar causales de una ficticia “volatilidad”.

Los observadores especializados admiten que la mayor flexibilidad cambiaria requerida es, en realidad, condición sine qua non para concebir reformas de fondo del sistema financiero que, se advierte, ha quedado rezagado en sus posibilidades frente a la gran expansión que hubo en el circuito real de la economía, y que ello es una muy buena noticia para transitar con éxito lo que resta de la actual década. La conducción dejó de lado su tradicional mutismo para anunciar que se liberarán las tasas de interés, agilizarán la admisión y manejo de depósitos de corto plazo, buscarán con empeño hacer más atractiva la introducción y localización de capital extranjero en toda China, asegurando un fluido retorno de remesas a sus centrales de ganancias; a la par de atenuar todo lo indispensable restando protagonismo a la todavía omnipresente gestión actual de los bancos del Estado.

Debe interpretarse con ello que pretenden dar respuesta condescendiente a las múltiples y reiteradas críticas de los grandes operadores extranjeros y, muy especialmente, de Estados Unidos, desde donde también se demanda una menor presencia oficial en cuanto al uso de la tasa de cambio, del movimiento de capitales, los flujos financieros o procesos industriales, en la inteligencia de que sólo así se verán atraídos masivamente por el imán que significa el amplísimo mercado chino.

En suma, sus funcionarios ponen en evidencia la firme intención de convertir el yuan en una moneda de giro libre y multinacional, como sucede con el dólar y el euro en otras latitudes; convirtiéndose en eje de gestión para una franja apreciable del mercado mundial.

Debe ponderarse como el más relevante anuncio que desde Beijing no omitirán esfuerzos pero están dispuestos a consolidar su gestión; aunque saben que tal decisión impone actuar con una mayor flexibilidad que la acostumbrada, lo cual exige intentar una liberalización del esquema conceptual e incluso cultural que tienen muy arraigado. No será sencillo despojarse, por lo menos en cierta medida, de una idiosincrasia que los llevó a aislarse del resto del mundo por varios siglos cuando estaban en la cima de él.

Si han elegido esa vía como la más idónea, es porque buscan insertarse plenamente como protagonistas de máximo nivel en el ámbito ecuménico, para operar en igualdad de condiciones en cuanto a la toma de decisiones de fondo sobre el flujo de capitales, intercambio de mercaderías, el circuito de bienes de capital, servicios y toda la gama de transacciones financieras.

Los aspectos todavía imprecisos a disipar
El acelerado crecimiento habido en la actividad industrial ha causado en el centro y norte de China un gravísimo enrarecimiento de la atmósfera, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calibrado en forma escalofriante, estimando que es 16 veces mayor al máximo nivel de toxicidad admitido. La causa de semejante situación deriva, según lo explican, de la excesiva combustión en especial del carbón mineral en las fábricas, el tráfico automotor y el calefaccionado de ambientes urbanos donde, en muy alta proporción, lo siguen usando sin haberse preocupado mucho por sustituirlo. La OMS ha medido en las 20 mayores ciudades chinas el grado de smog reinante y, en tono de alarma, advierte de que niños y mayores de edad no deberían circular por sus calles sin estar munidos de una protección especial.

Luego de revelar el oculto dato de que varias decenas de miles de muertes anuales deben adjudicarse a esta causa, concluye subrayando que tal circunstancia es insostenible, especialmente en vista de los nuevos planes de desarrollo y expansión que se están gestando, considerando previa y condicionante revertir esa anormalidad.

Todos los programas en danza se basan en la convicción de que habrá una amplia recuperación de la dinámica que caracterizó las décadas anteriores; pero dejan traslucir que no tienen plena seguridad de que ello sucederá y, menos aún, que tomaron real conciencia del cuadro de situación. Incluso dejan traslucir que no se resignarán y buscarán los más variados incentivos adicionales aunque exijan sacrificios, como podría ser resolver una sensible disminución de las reservas que han debido obligatoriamente mantener hasta ahora las entidades que constituyen su sistema bancario, en procura de mejorar su grado de liquidez y el margen de capacidad prestable. Los principales indicadores ratifican el grado de complejidad que existe pues la inversión en nuevos activos productivos descendió en 2013 al nivel más bajo registrado desde 2002 a la fecha (17,9%).

China ha concretado en varias etapas de la Historia Universal verdaderas proezas y es de suponer que seguirá alentando metas destinadas a convertirla y mantenerla como líder indiscutida. En esta circunstancia sólo el tiempo dirá.

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