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El aumento de la inseguridad

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Por Luis Carranza Torres (*) y Carlos Krauth (**)

Al igual que el precio de los bienes, en los últimos tiempos, los casos de inseguridad han aumentado de tal forma que parecieran no tener techo. Y si bien la inflación parece que poco a poco va dejando de seguir su camino ascendente, el número de delitos que se cometen parece no seguir la misma suerte. Es alarmante ver el progreso de los guarismos que muestran las estadísticas en la materia.

Hasta hace pocos años, los enrolados en posiciones penales orientadas al abolicionismo sostenían que la inseguridad era una sensación generada por los medios. Su afirmación se justificaba en que los delitos que se cometían eran menores y en que los hechos graves (homicidios, narcotráfico a gran escala, entre otros) estaban por debajo de la media mundial. Como consecuencia de este análisis, la seguridad dejó de ser una de las preocupaciones prioritarias de los gobiernos, por lo que fue degradándose y debilitándose cada vez más, llegando (lo que era previsible para quienes veíamos lo que sucedía con otros ojos) a lo que ocurre hoy, fundamentalmente en las grandes ciudades, en las que no solo los hechos menores crecieron abrumadoramente, sino que también lo hicieron, de una forma trágica, los denominados “graves”.

Basta ver las noticias para compartir lo que afirmamos. Todos los días ocurre al menos un homicidio. Ni que hablar de lo que sucede con la droga, causa de una gran cantidad de hechos delictivos (la mayoría, diríamos), un problema que parece estar alejado del radar de muchas de nuestras autoridades.

Sea por ignorancia, esnobismo, negacionismo, complicidad o vaya a saber que más, no existen políticas serias en contra de este flagelo, salvo algún que otro procedimiento, que suele publicitarse como si fuera la detención de Al Capone, que por lo general se dirigen a casos de menudeo.

Córdoba
Tristemente Córdoba es uno de los lugares en las que lo que decimos es una realidad. La semana pasada nos dimos con la lamentable noticia de un vecino de barrio Yofre que fue asesinado por dos delincuentes pese a que clamó por su vida pidiendo que consideren que era padre de dos hijos.

Si bien hecho causó conmoción y preocupación en las autoridades y la ciudadanía, dentro de poco se irá olvidando y los sentimientos de indignación y preocupación se diluirán hasta que suceda otro caso similar, ocasionando la misma reacción, con las mismas consecuencias, y seguirá alimentándose este círculo vicioso del que parece que no podemos salir.

Según datos publicados en Córdoba, en los dos primeros meses del año ocurrieron 18 homicidios; en 2023 111; en 2022 97 y en 2021 88.

Los números avalan lo que venimos afirmando sobre una escalada criminal, además de demostrar una falencia en las políticas de seguridad, en las que incluimos no solo el actuar de la policía, sino también el de la justicia y demás organismos del estado. Ninguno parece reaccionar, más allá de mostrar alguna preocupación, que acompañan con manifestaciones públicas en las que le echan la culpa a, entre otros factores, la situación económica, los problemas de educación y a la falta de presupuesto,

 Todo ello nos obliga a hacer una pregunta ¿Quién es el responsable del funcionamiento de la economía, de la educación y de los presupuestos? Los ciudadanos seguro que no.

“A la tradicional receta de mayor presencia en la calle y saturación en sectores críticos de siempre, que es un geniol para quien tiene covid, ahora se le ha sumado la ‘seguridad espectáculo’. Mostrar operativos de dudoso valor en el presente, y nulo a futuro, en las redes y medios. Interagencial parece la palabra de moda hoy, pero de grupos de élite para investigar las bandas más organizadas al estilo task force estadounidense, de atacar la cadena logística que se beneficia de los delitos, como robos de celulares o automotores, de dejar el narcomenudeo para ir en serio contra quienes proveen la droga, ni se habla”, nos confió una alta fuente relacionada a la seguridad.

Tal vez sea hora de cambiar lo que se viene haciendo en esta materia. Seguramente sea necesario encarar el problema de la seguridad abandonando las ideologías sesgadas que la sostienen -incluyendo cierta actividad o, más bien, inactividad judicial-, lo que implica asumir que los problemas que ocasionan el delito son múltiples y no solo consecuencia de que “vivimos en sociedades construidas a partir de relaciones de poder”.

Tomarse la seguridad en serio conlleva tomarse en serio el problema de la droga también. Como le dijo a la prensa el mismo subjefe de policía con motivo del homicidio del vecino de barrio Yofre -un funcionario que sabemos dedicado-: “Debemos resolver un problema de fondo, que es la droga, y Córdoba no es ajena a esto. Estamos dándole combate diario permanente. Parece que no es suficiente, tal vez no lo sea”.

La seguridad no es una materia para vacilaciones, figuraciones o cosas hechas a medias. Y en este ámbito, recordemos, no hacer lo que se requiere, se paga con vidas y bienes de inocentes.

(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas.

(**) Abogado. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.

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