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Cuatro habilidades + tres acciones: siete enfoques para entrenar la escucha en mediación (II)

ESCUCHAR

Por Matías Maccio (*)

La semana anterior introduje el tema con una cita de F. Torralba (2006) acerca de qué es escuchar a otro. También recolecté la referencia de P. Quintanilla (2019) sobre qué se entiende por comprender al otro. Te sugiero revisar estos conceptos. Luego me propuse hacer una alquimia desde un conjunto de condiciones para escuchar –que propone F. Torralba- hasta lograr verlas como habilidades y acciones que podemos hacer crecer en nuestro rol profesional como mediadores. En aquella ocasión presenté: crear silencio, la abstención del prejuicio, desinflar el ego y el discernimiento previo.

Continuaré abordando las 3 acciones mentales: desear, actuar con humildad y tomarse el tiempo. Las denomino de ese modo ya que desde la perspectiva budista sabemos que es posible desarrollar acciones físicas y verbales para uno mismo y con otros según qué pensamientos hayamos cultivado y hecho crecer previamente en nuestra mente. A éstos se los denomina acciones mentales, puesto que están en nuestro interior.

Además, considero que pueden ser parte de la formación de mediadores en el entrenamiento integral de un “ser mediador”.

La acción de desear. Escuchar es un acto voluntario que está precedido de un anhelo, podría ser: comprender al otro, contenerlo, conocerlo, hacer algo en su beneficio, hacer algo en mi beneficio, etc. Se trata de cultivar una motivación que busca receptar al otro.  La calidad de esta motivación se extenderá al acto de escuchar. Puede ocurrir que haya días o momentos en los que estemos más o menos deseosos -y motivados- de escuchar en este sentido. Es cuestión de hacernos el hábito de desear escuchar al otro. Es una acción mental muy poderosa, nos moviliza para realizar las peores o mejores acciones humanas que conocemos. ¡Potenciemos las segundas!

La humildad: se refiere a asumir que no estamos en posesión de la verdad y que puede haber diferentes en función de cuál sea el criterio de verdad que se considere. En “Mediar entre eros y egos, una cuestión de escucha” comenté que “El proceso de mediación es frecuentemente incierto. Invita a transitar por caminos desconocidos. Las personas en general estamos habituadas a recorrer y habitar espacios de y con certezas, comodidades, con una racionalidad necesaria.” Por tanto, practicar y ser hábiles en la humildad exige hacer el ejercicio de soltar la comodidad de estar en la verdad, de tener razón y que ésta sea reconocida, soltar la sensación de seguridad que nos da un conocimiento, una experiencia, un cierto saber, estar validados por un contexto conocido o amigable. Nos interpela a familiarizarnos con la impermanencia y la interdependencia. Exige participar de ejercicios donde se ponga en tensión el punto de vista propio sobre temas neurálgicos, difíciles de hablar y de escuchar, transitar la incomodidad y aumentar el nivel de aceptación a la existencia de otras perspectivas o verdades, así como aceptar que una verdad -hoy- puede no serla en otro momento dado.

Tomarse el tiempo. La escucha necesita tiempo. Además del tiempo de reloj, es tiempo de atención. Cada persona se expresa de un modo particular y por tanto cada una merece un tiempo particular también. F. Torralba se refiere a los tres tiempos: el de expresión, el de comprensión y el de respuesta. El primero es el momento que necesita una persona para comunicar su idea, sacar del interior los sentidos de su sentir y pensar. A veces puede requerir varios intercambios hasta que logra expresar lo que desea decir. El segundo está relacionado al momento de comprensión de parte del receptor, es decir cuando éste logra dar sentido a lo que escuchó e incluso a lo que no se dijo o no se expresó. En ocasiones esos tiempos no coinciden. El último es el tiempo de la respuesta. Puede ser un silencio, una expresión u otra comunicación. En cualquier caso, la respuesta debe ser sobre lo que efectivamente se ha comprendido; “responder sin comprender conduce a una incomunicación profunda”. Metafóricamente hablando, un síntoma de que perdemos la habilidad de tomarnos el tiempo en alguno de estos aspectos es el “1,5x” y el “2x” del whatsapp.

Así las cosas, he atribuido un orden para estas habilidades y acciones considerando que aplicándolas en forma concatenada y entrenando cada una de éstas, la habilidad de escuchar se verá incrementada, sensibilizada y al fin perfeccionada. En sí mismo es un acto de generosidad y amabilidad para con el otro.

Un autodiagnóstico: quien escucha sin aplicar al menos alguna de estas habilidades ingresaría a una conversación con un cartel que diría algo más o menos así: “no quiero acallar mis voces; mis prejuicios sobre vos y sobre el tema son lo más valioso, porque yo soy más importante que el resto y lo que pienso es la verdad. No me interesa saber el sentido que tienen las cosas desde tu perspectiva, ni deseo escucharlo. No hay verdad en tu saber y me siento cómodo sosteniendo la mía. Además, no tengo tiempo para perder escuchándote, así que comienza y hazlo rápido, que te escucho

Empieza a aplicar alguna de estas habilidades y acciones en la escucha cotidiana y notarás rápidamente cambios tanto para ti como para tu entorno. En mi experiencia como mediador las respuestas más habituales a este modo de escucha, que incluye técnica y habilidad, es un “gracias, siento que por primera vez la justicia me escuchó”.

(*) Mediador.

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