Los community managers son líderes indiscutidos de la nueva cultura empresarial. Deben saber gestionar recursos, conectarse con la comunidad y defender la marca en persona. Tienen la capacidad de transformar una situación tensa en un puente de confianza con el cliente.
Bajo la máxima que impera en este universo “tanto creas, tanto trabajas, tanto te comprometes… tanto creces”, el emprendimiento se impone como una forma de vida y lo hace porque parece ser la única fórmula cuyo resultado deriva en crecimiento.
Según una publicación vertida por el sitio especializado www.puromarketing.com, en el análisis de las múltiples variables que inciden en la construcción de una marca profesional subyacen conceptos asociados a la nueva economía en una órbita más humana y social. Aquí, los nuevos profesionales son, además, líderes y guías de una civilización hiperconectada.
Es en este escenario en donde el community manager se ha convertido en uno de los profesionales con mejor trayectoria desde que el fenómeno social comenzó su movimiento de integración con el mundo real. Hoy es considerado “líder indiscutible” de la nueva cultura empresarial.
Con todo, el perfil de este nuevo gerente no puede eludir cuestiones transversales como:
Gestión de recursos. Hacer empresa en un momento como el actual no es un tema menor. Lograr que los recursos, siempre limitados, sean suficientes para alcanzar niveles esenciales de calidad, es indispensable y sólo posible mediante la creatividad y la constancia.
Punto de conexión con el mercado. El community manager es la figura que conecta con las personas, con sus emociones, sus sensaciones, sus gustos y aficiones, lo que constituye una fuente de información de valor incalculable para las marcas.
Pedagogos y expertos. Los profesionales y expertos son, además, grandes aliados estratégicos. Multiprofesionales, híperespecializados, con cualidades sociales y personales indispensables para la construcción y gestión de grupos humanos proactivos.
Pasión en cada letra. Aunque suene ligeramente utópico o romántico, lo cierto es que, sin pasión, resultaría muy complejo soportar las exigencias de esta nueva cultura empresarial. El community manager es un profesional con vocación de comunidad y recuperar las vocaciones es el primer paso para construir desde la creatividad.
La marca “en persona”. Él es el encargado de transmitir el mensaje de la marca. Cómo quiere ser identificada por su target, cuál es su historia. Es el líder de lo que será una red de embajadores fidelizados mediante vínculos basados en la ética y los valores.
Punto de fusión del mundo real y virtual. Los community managers trasladan el “espíritu social de las redes” al interior de las organizaciones, logrando conformar equipos de trabajo sociales que actúen en consonancia directa con las necesidades de la comunidad.
Acción social. Si alguien piensa que lograr la chispa de viralidad que genera la acción social es sólo una cuestión de métricas o de buen contenido o de gestión eficiente, está muy equivocado: es la influencia que va construyendo la marca en sus acciones globales, lo que desata la acción social. El community manager es ese nexo de integración y de unión que permite la puesta en marcha de acciones que desatan los re-tweets.
Se hace camino al andar. Su constancia y perseverancia es lo que genera la fidelización de los clientes. El consumidor hoy se vincula emocionalmente.
La gestión de las crisis. Pensar en una prevención total de los incendios o en una gestión pulcra e inmaculada de todas las crisis, es complicado. El community manager hace de la atención al cliente una virtud para la marca y logra transformar cada una de las situaciones de tensión en clientes con mayor nivel de confianza.
La empatía. Ellos siempre muestran su lado más favorable, encuentran soluciones que minimizan los obstáculos y, a pesar de los errores, son capaces de fidelizar a los clientes más comprometidos.