La responsabilidad no fue de una persona sino de la escuela

Condenaron al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como responsable de una institución escolar donde un alumno sufrió una lesión ocular durante una clase de educación física. También responde el seguro. [privado] El Juzgado N° 15 en lo Contencioso-administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires condenó al Gobierno de la ciudad de Buenos Aires (GCBA) y a una aseguradora por la lesión ocular que sufrió un menor durante la clase de educación física, al interpretar que “la responsabilidad no recae en tal o cual persona -docente, director, encargado- sino en la organización escolar en sí”. Conforme lo establecido en la causa “F. P. V. y otros contra GCBA sobre daños y perjuicios (excepto resp. médica)”, durante la clase de educación física, “uno de los menores avanzó sobre la parte de la cancha donde estaba el equipo perdedor, mientras el actor estaba agachado tomando la pelota, el alumno le propinó un puntapié en el rostro que, según relatan, le fisuró el tabique nasal y le dobló la plaqueta izquierda del anteojo, cuyo tutor le causó cortes en el párpado superior del ojo izquierdo y el lagrimal”. La demandante explicó que “la actividad del menor es limitada, sólo puede realizar ejercicios que no impliquen gran esfuerzo ni sean violentos, y tampoco puede utilizar la computadora, videojuegos, o ver televisión por períodos de más de una hora”. El fallo explicó que “carece de relevancia jurídica -en razón de la pretensión esgrimida- definir si los daños que pudo sufrir el coactor N. H. F., en su carácter de alumno en el establecimiento de la demandada, fueron realizados con intención por parte de quien se los habría ocasionado, quiénes eran los festejantes, etc”. Se agregó: “Tengo que resaltar aquí que en materia de responsabilidad de los establecimientos educativos en el actual derecho de daños, la responsabilidad no recae en tal o cual persona -docente, director, encargado, etc.- sino en la organización escolar en sí. Ahora bien, el GCBA nos ha privado de todo relato acerca de cómo estaba organizado el juego de vóley y cuáles eran las pautas de inicio y cese de esa actividad. Al privarnos de esa información no podemos saber si lo que ocurrió estuvo más allá de los previsible o que, previsto, no ha podido evitarse”. La decisión consignó que “lo previsible no es el instante mismo del accidente -el que sólo podría prever un ser omnisciente- sino las condiciones previas que lo generan”, ya que “el instante en que cae una rama de árbol, se rompe un vidrio o se derrumba el cielo raso, nunca son evitables”. De esta manera, se entendió que “lo que es evitable es la ausencia de prevención y controles”, añadiendo: “Prever entonces condiciones que neutralizan una posibilidad dañosa tiene que ver con instrucciones, prácticas, concientizaciones, simulacros, informaciones, directivas, avisos, comunicaciones, presencias, controles, hábitos, etc (...) tiene que ver con la organización. Sobre esto la demandada nada ha aportado (...) entonces, una de dos; o no tenía nada para aportar, o teniéndolo, no colaboró. En cualquier caso, la carga procesal de alegación no está satisfecha”. Por último, se detalló que “la lesión no se produjo en el juego, sino una vez terminado”, y ello es un dato es central porque “en esa circunstancia la capacidad de control de las autoridades educativas es todavía mayor y más fácil de desplegar que aquella que puede exigirse durante la dinámica del desarrollo del juego (...) de manera tal que la defensa del caso fortuito resulta infundada”. [/privado]

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